
Bumerán: el espacio literario que conecta generaciones en la UCSG
El Bumerán Club de Lectura apuesta por visibilizar a escritoras locales y tender puentes entre generaciones y comunidades
En un Guayaquil marcado por la prisa, el ruido y la incertidumbre, la literatura se ha convertido en un refugio. Así lo demuestra el Bumerán Club de Lectura, una iniciativa nacida en la Universidad Católica de Santiago de Guayaquil (UCSG) como homenaje a la escritora guayaquileña Gilda Holtz, autora del cuento Boomerang, cuyo título inspiró el nombre del proyecto.
La docente Mónica Murga, vocera del club, explica que el objetivo principal es crear comunidad en torno a los libros y a la ciudad misma. “Nuestro propósito era abordar obras que proyectan lo que es la ciudad, su dinámica. Queremos generar una comunidad lectora y establecer una red de comunicación que también fortalezca las habilidades de lectura”, detalla Murga.
Un espacio para el diálogo y la sorpresa
El club busca ir más allá de las paredes universitarias. “Queremos salir de la universidad, establecer un espacio de diálogo más íntimo y cercano, donde la gente se atreva a decir lo que ve y descubre en sus lecturas. Es importante escuchar, pero también atreverse a hablar y compartir”, afirma Murga.
Los encuentros no solo son sesiones de análisis literario, sino también ejercicios de construcción colectiva, donde cada participante aporta su visión y sensibilidad. La expectativa por los próximos ciclos está marcada por el misterio y la emoción: “Lo vamos a dejar como sorpresa, pero se vienen cosas buenas”, adelanta la vocera.
Voces diversas que se encuentran en la lectura
El club ha logrado convocar a un público variado: desde estudiantes universitarios en sus primeros semestres hasta egresados y profesionales que encuentran en la lectura un espacio de encuentro humano. Una de ellas es Sonia Rodríguez, psicóloga clínica y exdocente de la UCSG, quien llegó al club por una invitación directa y hoy lo considera un regalo.
“Leer escritoras guayaquileñas ha sido muy interesante porque tenemos una producción no suficientemente visibilizada. Conocer a Gilda Holtz, una escritora maravillosa, nos permitió recordar la importancia de reflexionar desde lo lúcido, lo audaz y lo tierno”, comparte Rodríguez.
La literatura como refugio en tiempos difíciles
Para Rodríguez, la relevancia de este club radica en el contexto social: “Estamos viviendo un momento muy crítico, muy inequitativo y violento como ciudad, como país, como mundo. Tener estos espacios nos permite reconocer que otro mundo es posible, que la literatura y el diálogo son actividades importantes que nos enriquecen y nos sacan de la lógica del consumo desenfrenado”.
En sus palabras, detenerse a leer y compartir con otros es un acto de resistencia y de esperanza. Por eso, invita a más personas a unirse, en especial a los hombres, quienes aún son minoría en este tipo de espacios. “Es un regalo darse el tiempo para disfrutar de algo tan simple y maravilloso como leer y compartir lecturas con otros”, concluye