
Aceites esenciales bajo la lupa de ESPOL: lo que realmente funciona para la piel
Un equipo multidisciplinario desarrolla formulaciones científicas que integran tradición, tecnología y seguridad
El uso de aceites esenciales ha dejado de ser una práctica ligada únicamente a la tradición o la aromaterapia para convertirse en un campo de interés científico y comercial. Una investigación liderada por la Escuela Superior Politécnica del Litoral (ESPOL) aporta nueva evidencia sobre su eficacia y seguridad en el cuidado de la piel, al tiempo que perfila oportunidades para la industria cosmética en Ecuador. La revisión sistemática Evaluating efficacy, safety, and innovation in skin care applications of essential oils (Evaluación de la eficacia, seguridad e innovación en aplicaciones de aceites esenciales para el cuidado de la piel), publicada en agosto de 2025 en Frontiers in Medicine, analizó 70 estudios de los últimos años y destacó el potencial de aceites como el árbol de té, romero, manzanilla y lavanda para tratar afecciones como acné, psoriasis, dermatitis y signos de envejecimiento.
Una guía para profesionales de la salud dermatológica
Andrea Orellana, docente e investigadora de ESPOL, explica que el objetivo central del artículo fue ofrecer “una guía clara para profesionales de la salud en el cuidado de la piel”, especialmente ante la falta de regulación y la variabilidad de formulaciones existentes en el mercado de aceites esenciales (essential oils). La académica advierte que, pese al creciente uso de estos productos, aún hay brechas científicas y regulatorias que dificultan su empleo seguro, por lo que la investigación busca establecer parámetros técnicos para su aplicación responsable en dermocosmética.
La revisión científica confirma que el aceite del árbol de té (tea tree oil) destaca como uno de los más efectivos, siendo hasta 3,5 veces más potente que un placebo para reducir lesiones de acné y con menor incidencia de efectos adversos que tratamientos convencionales. También resalta el potencial del romero (rosemary) como agente antiinflamatorio y anti–age (antienvejecimiento), y el de la manzanilla (chamomile) para reducir procesos inflamatorios profundos mediante la inhibición de rutas celulares asociadas a enfermedades como la psoriasis.
Desde el Laboratorio de Farmacología Molecular Aplicada de ESPOL, Orellana destaca que este proyecto es interdisciplinario y une a investigadores, estudiantes y empresas aliadas como Young Living. La sinergia permite que el conocimiento empírico sobre aceites esenciales se complemente con validaciones científicas rigurosas para evaluar eficacia, dosificación y seguridad, sin pretender convertirlos en fármacos, sino en productos naturales avalados técnicamente para el cuidado de la piel.
Oportunidades de emprendimiento
El estudio también abrió espacio para oportunidades de emprendimiento, pues al determinar qué tan eficaces y seguros son estos compuestos, los laboratorios pueden orientar a marcas cosméticas interesadas en formulaciones con evidencia. “Queremos entender qué tan eficaces y qué tan seguros son estos compuestos”, señala Orellana, subrayando que el reto no es solo producir algo natural, sino algo natural con ciencia.
Una segunda fase: Desarrollar cremas cosméticas
Una segunda etapa del proyecto en ESPOL se centra en los hidrolatos (hydrolates), subproductos acuosos de la destilación de aceites esenciales que suelen ser descartados pese a su potencial bioactivo. Valeria Calero, maestrante en Biosciencias Aplicadas, explica que estos hidrolatos presentan menor riesgo toxicológico y un alto potencial para ser utilizados en cosmética, convirtiéndose en una alternativa más segura y sostenible dentro de la cadena de valor nacional.
Calero trabaja actualmente con técnicas de evaluación antielastasa y anticollagenasa para medir el potencial antienvejecimiento de estos compuestos, con el objetivo de desarrollar un producto cosmético ecuatoriano formulado mediante microemulsiones (microemulsions) o nanoemulsiones (nanoemulsions). Estas tecnologías, según estudios internacionales, mejoran penetración, estabilidad y biodisponibilidad de los aceites esenciales, reduciendo irritaciones y aumentando eficacia clínica comprobada.
Pruebas de seguridad dermatológica
El proyecto contempla pruebas de seguridad como la evaluación PASTECH para descartar irritaciones y reacciones adversas en piel humana. “Queremos que sea un producto no solo natural, sino científicamente avalado”, señala Calero. Para Ecuador, un país rico en biodiversidad y tradición ancestral en el uso de plantas medicinales, esta línea de investigación conecta ciencia, innovación y patrimonio natural, permitiendo construir una cosmética con identidad local y respaldo técnico.