
Pacientes del IESS protestan por falta de asistencia médica
En los exteriores de la Caja del Instituto Ecuatoriano de Seguridad Social varias personas protestaron
En los exteriores de la Caja del Instituto Ecuatoriano de Seguridad Social (IESS), ubicado en las calles Olmedo y Francisco de Paula Lavayen, en el centro de Guayaquil, varios afiliados y jubilados de la entidad se reunieron a reclamar sus derechos. Varios de ellos padecen de enfermedades.
Ellos reclaman que el IESS vele por su salud. “¡Queremos medicina! ¡Queremos vivir!”, gritaban los pacientes.
Algunas personas al caminar por el sector detenían unos segundos su paso para unir su voz. Un comerciante expresó: “No le importamos al Gobierno”, mientras se quejaba de la falta de medicamentos en los centros de salud.
¿Qué reclaman?
Bajo el sol de Guayaquil, el abogado Celso González, de 65 años, alzó su voz. Él padece de insuficiencia renal crónica. Él, al igual que sus compañeros de la Fundación Luchando por la Vida, temen ser los próximos que mueran por falta de atención médica. Comentó que “ya se murieron, 1.500 compañeros y parecen que unos 500 podrían morir por su estado crítico”.
Y es que no todos tienen los recursos para adquirir los implementos que requieren para ser atendidos, ante la falta de pago. Afirmó que al mes invierte $480 en insumos para recibir la diálisis; él todavía puede pagarlo, porque trabaja, pero no así sus compañeros, ya que no todos son empleados, ya que varias empresas no los contratan por los permisos que deben darle para seguir su tratamiento.

Es el caso de Ricardo Murillo, quien tiene 56 años y hace ocho años debe realizarse diálisis. A él le resulta complejo conseguir trabajo; él último que tuvo fue de guardia de seguridad, pero lo despidieron porque no comprendían su situación.
A EXPRESO muestra cómo está su brazo izquierdo: hinchado, con un aparato de vibra, dice que en ese sitio deben incrustar las inyecciones para su tratamiento. Su situación le preocupa porque no puede costear este gasto ni el de la insulina, ya que es diabético.
A él le angustia la idea de morir al caer en un coma diabético, todo por falta de recursos, más cuando él aporta a la Seguridad Social. No le parece justo que “el presidente Daniel Noboa no se preocupe por nosotros”.
La falta de pago por parte del Estado a las dializadoras, le representa un gasto semanal de $ 70 para comprar los insumos. El servicio que reciben por esta situación es a medias, denuncia Murillo.
También les han reducido, asegura Alexis Vera denuncia 52 años. Hace un año y seis meses le declararon que sufre de insuficiencia renal crónica. Él ahora no trabaja, con lo que logra conseguir aporta a la entidad.
Para él, “el gobierno, creo, está esperando que, nosotros los pacientes renales, fallezcamos porque somos una carga para este Gobierno”. Esto, porque “nosotros vemos, en este punto, que no quiere dar medicinas a los hospitales, nos está negando las medicinas”.
Falta de insulina
Ante la falta de atención médica por parte del IESS, Sandra Moya, representante Fundación Diabetes Juvenil Del Ecuador, unió su voz con la Fundación Luchando por la Vida para que el Estado también vea por la gente que necesita de los tipos de insulina: la basal y la rápida. Indicó que muchas familias tienen más de una persona que padece diabetes tipo 1 y costear el valor es imposible, ya que su salario es el básico.
Si se suman, la rápida le sirve para sus tres comidas diarias esenciales y la basal es para una insulina que como como una insulina que necesita tener el cuerpo todo el tiempo. “Si se agregan los insumos que necesitan para la puesta de las insulinas, como alcohol, algodón, las setas, jeringas y toma de glucosa, prácticamente redondea los $ 300”.
Moya explicó que la insulina rápida necesita los pacientes para sus tres comidas diarias y la basal es para una insulina que necesita tener el cuerpo todo el tiempo y la usan una vez al mes o hasta tres, dependiendo su estado de salud.
A eso se suma que los pacientes no pueden acceder a una cita médica con endocrinología. Para ella, la gente se siente impotente de que el Estado no haga algo por ellos.