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Turi y sus miradores son uno de los puntos de mayor afluencia de turistas.CLAUDIA PAZAN

Tres rutas para descubrir Cuenca en el feriado de noviembre

A pocos minutos del Centro Histórico, tres parroquias rurales de la urbe revelan su riqueza natural, gastronómica y cultural.

En Cuenca, basta alejarse unos minutos del centro para encontrar un paisaje distinto, donde el ruido urbano se disuelve entre montañas, miradores y aguas termales. Las parroquias de Turi, San Joaquín y Baños hoy se han convertido en puntos de encuentro que viven del turismo desde la visión comunitaria y de cuidado de la naturaleza.

El recorrido se inicia en Turi, una de las 21 parroquias rurales de la capital azuaya, que con el paso de los años reafirma su reconocimiento uno de los centros turísticos más importantes del cantón. Sus miradores son el centro de los atractivos, el más conocido es su balcón principal a donde llegan cientos de turistas que buscan sacar las mejores postales con una vista panorámica de Cuenca. 

También están los miradores de sus cerros (Mojas, Ictocruz, Boquerón y Calvario) a donde se llega en vehículo propio o tomando una camioneta de alquiler en el centro parroquial. Todos estos cerros ofrecen diversas actividades con infraestructura como columpios que se suspenden hacia el vacío. 

La gastronomía es uno de los atractivos fuertes de Turi. En el centro existen más de 40 restaurantes que preparan comida tradicional como cuy con papas, carnes asadas, habas con queso y más. Pero los comerciantes de la zona han innovando sus servicios y cada vez ofrecen actividades que se mezclan con la adrenalina de encontrase a 2.700 metros sobre el nivel del mar. Por ejemplo, existen lugares como el puente de cristal que tiene una longitud de 40 metros y está a una altura de más de 100 metros hacia el vacío.

San Joaquín y su riqueza gastronómica y natural

Continuando el recorrido, a menos de 10 minutos del centro se encuentra la parroquia San Joaquín. Aquí se impulsa el turismo vivencial a cargo de grupos familiares que han emprendido en actividades de entretenimiento. Su entorno natural permite desconectarse y tomar contacto con la naturaleza.

La parroquia se organiza en tres ejes turísticos: el centro parroquial, el Biocorredor Yanuncay y las experiencias al aire libre. Por encontrarse dentro del Macizo del Cajas, lugares como Pumamaqui y San Vicente han aprovechado las aguas termales subterráneas y ofrecen espacios que además se rodean de un paisaje natural único.

En el biocorredor existe una amplia oferta gastronómica con más de 30 restaurantes. Henry Guamán, propietario del restaurante La Olla de Barro, recuerda que su madre junto a otras mujeres de la zona conformó hace más de 20 años la Asociación Biocorredor Turístico de Yanuncay para impulsar la transformación de la zona. Es así que la vivienda dejó de ser familiar para convertirse en uno de los primeros restaurantes que abrió en la zona y que hasta la actualidad recibe a decenas de visitantes que buscan degustar el tradicional cuy asado con papas. 

En el centro parroquial su atractivo es la plaza central donde se desarrolla un mercado campesino, principalmente con las mujeres de la zona, donde se ofrecen los productos cultivados en las diferentes comunidades. También hay espacio para la sabiduría ancestral y se realizan las tradicionales limpias energéticas.

Baños ofrece sus aguas termales

Finalmente, la parroquia Baños es otro punto de visita obligatoria. Reconocida por sus aguas volcánicas y su ambiente tranquilo. En la Loma de los Hervideros nacen las fuentes termales que alimentan a una serie de balnearios, spas y hosterías que abren sus puertas de lunes a domingo durante todo el año.

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La gastronomía es otro atractivo. En el restaurante El Rincón del Sabor, fundado hace más de 40 años por doña Yolanda Ramón, se sirven platos como sancocho, fritada y mote sucio. “El especial de la casa alcanza para dos y mantiene el sabor de siempre”, cuenta Paola Terán, trabajadora del local. 

En el centro parroquial, la iglesia —una réplica de la Catedral de La Inmaculada— domina el paisaje. Alrededor, las tradicionales empanadas de viento son el símbolo culinario del lugar. “Si vienes a Baños y no comes empanadas, es como no haber venido”, dice entre sonrisas Sonia Vizhco, una de las vendedoras más conocidas. Además, la parroquia es una ruta favorita para ciclistas, con senderos que conectan comunidades como Huishil, Misicata, Narancay y Nero. Para llegar, basta con tomar el tranvía hasta la estación Río Tarqui y en ese punto tomar el bus urbano línea 100: en apenas 15 minutos, el visitante está rodeado de naturaleza.

Turi, San Joaquín y Baños reflejan cómo el turismo rural puede transformarse en una alternativa sostenible de desarrollo. En cada parroquia, las comunidades son las protagonistas, preservando sus costumbres y adaptándose a los nuevos visitantes sin perder su esencia.

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