Biess
Durante 2024, el Banco del IESS colocó 534 millones de dólares en préstamos hipotecarios y 4.501 millones de dólares en quirografarios.ARCHIVO / EXPRESO

Venta de cartera del Biess carece de garantías claras

La operación tiene sentido si se logran tasas inferiores al rendimiento actual El destino final de los recursos es incierto

La Ley de Fortalecimiento Crediticio aprobada recientemente por el pleno de la Asamblea Nacional faculta al Banco del Instituto Ecuatoriano de Seguridad Social (Biess) a vender su cartera de créditos.

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Esta herramienta, que podría aliviar la presión financiera de esta entidad, enfrenta obstáculos importantes. Entre ellos, una morosidad hipotecaria que llega al 12,74 %, la necesidad de encontrar inversionistas dispuestos a comprar una cartera que rinde tasas relativamente bajas y la falta de claridad sobre cómo operará esta venta en la práctica.

El portafolio total de créditos del banco de los afiliados alcanza los 12.491 millones de dólares, según su Memoria Institucional 2024.

Mientras tanto, los préstamos quirografarios mantienen una morosidad controlada del 0,87 % en créditos con más de 30 días de retraso. La cartera hipotecaria, en cambio, presenta un índice del 12,74 % en mora mayor a 60 días, muy superior al 3,6 % que registra el sistema financiero privado.

Bernardo Chiriboga, profesor de la Universidad Internacional del Ecuador (UIDE), identifica dónde está el verdadero problema del banco: “El (préstamo) quirografario no debería tener ningún tipo de cartera vencida porque está totalmente respaldado por los fondos de reserva y cesantía”. En cambio, en la cartera hipotecaria “se mueven en aguas bien complicadas”.

El desafío de la venta está en el precio. “Si la vende muy barata, no hace una buena recuperación. Si consigue un precio más alto, sí justifica el hecho de venderla”, plantea Chiriboga.

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El docente advierte sobre la naturaleza de la operación: se trata de “cambiar unos títulos por plata” que se recibe hoy, pero que dejará de ingresar en el futuro.

La viabilidad de la venta de la cartera del Biess

Santiago Mosquera, decano de la Escuela de Negocios de la Universidad de las Américas (UDLA), cuestiona la viabilidad financiera de vender la cartera hipotecaria. Con una morosidad del 12,74 %, resulta poco atractiva para inversionistas que buscan rentabilidad, no propiedades. “Lo que importa es la calidad de la cartera y no tanto el colateral”, analiza.

El economista establece una condición clara para que la operación beneficie a los afiliados: “Que la tasa de rentabilidad que demande el inversionista que está comprando esa cartera sea menor a la tasa que rinde esa cartera en este momento”. Si eso no se cumple, “alguien está perdiendo plata y ese alguien son los afiliados”.

Mosquera recuerda que en el pasado el Banco del IESS ya exploró vender cartera a inversionistas internacionales, pero “la tasa de rentabilidad que pedían los inversionistas internacionales era muy alta” y no se concretó. Además, identifica un riesgo adicional: que los recursos no se destinen a nuevos créditos sino a bonos del Estado con tasas subsidiadas. “Serían dos pérdidas”, alerta el experto.

Olga Núñez Sánchez, especialista en finanzas públicas, comparte el escepticismo sobre la cartera hipotecaria: “No sé quién quiera comprar una cartera con ese nivel de morosidad”. En cambio, considera que los quirografarios sí podrían venderse sin problema debido a su baja morosidad.

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Núñez revela un elemento crítico: los préstamos están financiados con recursos de todos los fondos administrados por el Biess, incluido el Fondo de Invalidez, Vejez y Muerte, el cual enfrenta una “situación desastrosa” por la caída del empleo y la falta de aportes estatales.

Este fondo, que debe tener liquidez para pagar pensiones mensuales, no puede estar comprometido en créditos de largo plazo, sostiene.

El destino de los recursos de la venta de la cartera de créditos es incierto

Acerca del destino de los recursos económicos de una eventual venta, tanto Mosquera como Núñez temen que podrían terminar en bonos del Estado, no en nuevos préstamos. La especialista es enfática al explicar que el momento actual no es el ideal “para que el crédito hipotecario se dispare”.

Más allá de los riesgos financieros, persiste la incertidumbre sobre la operación en sí. Los deudores cuyos créditos se vendan mantendrían sus condiciones originales. “Eso no puede cambiar porque ya está prefijado en los contratos entre el afiliado y el Biess”, manifiesta Mosquera.

Sin embargo, la ley no define aspectos operativos importantes como el tiempo de mora mínimo para vender un crédito. “Nada, nada”, lamenta Núñez, quien anticipa que se emitirán resoluciones posteriores del Biess para precisar estos detalles.

Los documentos del banco muestran que desde septiembre de 2024 fueron castigados 2.194 créditos con más de 1.080 días de mora, por 76,8 millones de dólares, para reducir el índice de morosidad.

Durante 2024, el Banco del IESS colocó 534 millones de dólares en préstamos hipotecarios y 4.501 millones de dólares en quirografarios, manteniendo un 32 % de participación en el mercado inmobiliario y un 34 % en consumo.

Chiriboga resume el dilema: “Esto puede dar un respiro, pero eso no quiere decir que se vayan a solucionar los problemas estructurales” del Biess.

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