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Zona erosionada en el río Loco, donde se registró una ruptura. Los oleoductos ya estaban sin bombeo.
Escenario. Zona erosionada en el río Loco, donde se registró una ruptura. Los oleoductos ya estaban sin bombeo.Cortesía

Crisis petrolera, un mal que se repite y presiona al fisco

La paralización de oleoductos evidencia una crisis estructural. La exportación se detiene

La industria petrolera ecuatoriana vive una crisis de repetición que expone la fragilidad de su sistema. La paralización del Sistema de Oleoducto Transecuatoriano (SOTE) y del Oleoducto de Crudos Pesados (OCP), anunciada el pasado jueves en rueda de prensa, confirma que Ecuador no ha resuelto los problemas estructurales que vienen golpeando al sector desde 2020.

Lo que debería ser una emergencia excepcional se ha convertido en una rutina devastadora para las finanzas públicas. En los últimos cinco años, Ecuador ha sufrido múltiples rupturas del SOTE. Ahora, el patrón se repite: lluvias intensas    en la provincia de Napo han obligado a paralizar el bombeo y declarar fuerza mayor.

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Las cifras son preocupantes: por este evento la producción nacional cayó 46 %, de 474.000 a 254.000 barriles diarios, según confirmó Leonard Bruns, gerente general subrogante de Petroecuador.

El colapso productivo es innegable y mucho más severo de lo que algunos expertos reconocen. Mientras el analista petrolero Luis Calero habla de “una baja de por lo menos unos 20.000 a 30.000 barriles diarios”, atribuible a decisiones como la disminución en el bloque ITT tras la consulta popular, las cifras oficiales revelan una caída de 220.000 barriles diarios solo por la actual paralización.

La crisis evidencia además un problema de gestión de reservas estratégicas. Calero explica que “debería existir siempre un almacenamiento de seguridad para estos casos”, que debería servir para no menos de 15 a 20 días, tiempo que se prevé que dure esta nueva paralización. Sin embargo, el analista señala que existe una capacidad de almacenamiento de alrededor de 5 millones de barriles en Lago Agrio y Balao. Pero cuestiona: “Habría que ver cuánta disponibilidad de crudo tiene Balao almacenada en tanquería para continuar exportando pese a que no esté funcionando el oleoducto”.

Pero la realidad es que estas reservas de emergencia no han impedido la caída del 46 % de la producción, evidenciando que el país no está preparado para gestionar crisis recurrentes en su infraestructura petrolera.

Paralización de oleoductos: golpe a las finanzas

Las pérdidas económicas son inmediatas. “Estamos perdiendo 7,4 millones de dólares diarios solo por la paralización del SOTE”, estima Ivo Rosero, presidente de la Cámara Nacional de Distribuidores de Derivados de Petróleo (Camdepe). En quince días, dijo, esto sumaría más de 112 millones de dólares que no ingresarán a las arcas fiscales.

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Pero el daño va más allá de las cifras inmediatas. Ecuador enfrenta el riesgo de incumplir compromisos internacionales, especialmente con China, donde muchos acuerdos de preventa de crudo se pagan con entregas físicas mensuales.

“Al dejar de cumplir las cuotas de exportación, se va a tener una pérdida de credibilidad y pueden darse castigos en el precio del petróleo que exportamos”, alerta Rosero.

La situación fiscal se agrava porque el país debe seguir importando derivados mientras la refinería de Esmeraldas permanece fuera de operación.

“Tenemos que seguir importando las naftas para cubrir la falta de producción nacional. Es algo costosísimo para el país”, explica Rosero, quien recuerda que la refinería debía reactivarse el 2 de julio, pero aún no funciona completamente.

Esta doble presión financiera (pérdida de ingresos por crudo no exportado y mayores gastos en importaciones) reduce drásticamente la disponibilidad de la caja fiscal, obligando a posponer pagos y reducir obras esenciales.

Baja ejecución de presupuesto del Ministerio de Energía

Nelson Baldeón, consultor en geopolítica energética, explica que la situación se agrava considerando que el Ministerio de Energía ha ejecutado menos del 5 % de su presupuesto en lo que va del año, en medio de tantas necesidades.

Baldeón destaca que el SOTE “es una infraestructura extremadamente vieja, tubos que no tienen sensores, no es material inteligente, no es autosellable, no tiene nada”. Y agrega: “Es una bomba de tiempo ambiental”.

Las reparaciones constantes no resuelven el problema de fondo. “Solo cogen la tubería y la van moviendo hacia la izquierda gastando millones en cada movida, pero no se dan cuenta de que es un deslave regresivo que se va a ir comiendo la montaña”, expone Baldeón.

La crisis abona a la parálisis del sector. Según Baldeón, Ecuador lleva ocho meses sin delegar un solo campo petrolero, lo que paraliza nuevas inversiones y retrasa la modernización. Esta combinación de caída productiva e inacción estratégica deteriora la imagen del país como socio energético confiable.

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La variante definitiva que evitaría estas crisis recurrentes tiene un costo estimado de 150 millones de dólares, pero “el Estado no tiene dinero” para ejecutarla. Mientras tanto, las pérdidas se acumulan. “Al día están perdiendo 7 millones y medio    (de dólares) por dejar de exportar crudo, más la pérdida de credibilidad internacional”, insiste Baldeón.

Calero coincide en la gravedad del problema estructural: “Seguimos en la coyuntura de que cada vez que hay un deslave por el Reventador, se producen roturas del oleoducto, paralizaciones, contaminaciones. Hay falta de decisiones estratégicas por parte de los gobiernos de turno”.

Crisis petrolera: $7 millones menos al día

Petroecuador detuvo las exportaciones nacionales de petróleo, tras declarar estado de fuerza mayor en el Sistema de Oleoducto Transecuatoriano (SOTE), una medida que podría generarle pérdidas al país por hasta 7 millones de dólares al día.

La declaratoria le permite al país eximirse, temporalmente, de cumplir con sus obligaciones contractuales de entrega de crudo, debido a eventos imprevistos e incontrolables que impiden la operación normal del oleoducto. Esto protege a Ecuador de posibles reclamos por incumplimientos de contratos.

Tras este problema, el Gobierno prevé que 14 cargamentos de los crudos Napo y Oriente, previstos para julio, podrían ser reprogramados. Petroecuador explicó que el cronograma dependerá de cuánto se demore la construcción de las variantes.

“Estamos en contacto con las empresas exportadoras. Todo dependerá de cuánto tiempo tarden los trabajos en completarse”, indicó.

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