DIVORCIOS
En 2024, los divorcios aumentaron y los matrimonios disminuyeron en Ecuador, con mayor incidencia en la región SierraPEXELS

Divorcios en Ecuador: ¿qué está pasando con las uniones según el INEC?

Nuevas dinámicas afectivas, presión social y autonomía personal marcan el rumbo actual de las uniones y separaciones

En Ecuador, las relaciones de pareja atraviesan un proceso de cambio estructural. Según los datos más recientes del Instituto Nacional de Estadística y Censos (INEC), la tasa de divorcio pasó de 13,2% en 2023 a 14,2% en 2024, mientras que la tasa de matrimonios cayó de 31,7% a 30% en el mismo periodo. Esta tendencia se refleja en cifras concretas: 25.555 divorcios y apenas 53.813 matrimonios durante el último año.

Las rupturas crecen especialmente en la región Sierra, donde se concentra el 56,8% de los divorcios, y afectan principalmente a personas de entre 35 y 39 años. En ese grupo etario se registraron 4.242 divorcios en hombres y 4.434 en mujeres, lo que coincide con el rango de mayor concentración de separaciones.

“Relaciones más frágiles, pero más equitativas”

Para Carlos Pérez, presidente de la Asociación Ecuatoriana de Psicólogos, esta transformación responde a una nueva manera de entender el compromiso. “Hoy muchas personas buscan gratificación inmediata y relaciones horizontales, donde ambos tengan poder de decisión. Pero cuando la relación se vuelve vertical, donde uno domina y el otro se subordina, aparecen las rupturas”, señala. A su juicio, las nuevas generaciones han sido menos asistidas emocionalmente para construir vínculos duraderos, y por eso hay menos disposición a sostener relaciones a largo plazo.

Desde su experiencia clínica, Pérez explica que las parejas actuales son más individualistas. “La independencia emocional y económica ha hecho que muchas personas prefieran relaciones menos estructuradas. Ya no se tolera tanto la codependencia ni los modelos tradicionales donde uno cede el control al otro”, afirma. Sin embargo, aclara que esto no representa una crisis, sino un cambio de paradigma.

“Las parejas están aprendiendo a construir vínculos más equitativos, pero también más frágiles si no hay una base de diálogo y respeto”, concluye el psicólogo. Para él, entender esta fragilidad como parte del crecimiento es clave para replantear las relaciones desde el respeto mutuo.

“Coger tus maletas y empezar desde cero”

Uno de esos vínculos frágiles fue el de Mayi Zambrano, de 31 años. Se casó por amor, pero a los tres meses se divorció. “Nos casamos muy jóvenes y él no era profesional… se sentía inferior porque yo ganaba más”, cuenta. Asegura que el maltrato psicológico y la infidelidad no fueron causas iniciales, sino síntomas de una relación desigual. “Fue el resultado de muchas inseguridades no resueltas”, señala.

Tras el divorcio, Mayi se dio un tiempo para sí misma y luego conoció a su actual pareja durante la pandemia. Hoy conviven, pero no sienten la urgencia de firmar un papel. “Esta vez lo queremos hacer todo lo contrario, más hippie, sin tanta rimbombancia… ya sin la presión social de que sea como un cuento de hadas”, comenta. Aun así, percibe que el estigma hacia quienes se separan persiste.

“La sociedad te sigue juzgando. Es como: ‘vives con tu novio y no te has casado… qué horror, mi mamita, te deshonraron’”, dice con ironía. Para ella, lo más difícil no fue separarse, sino vencer el miedo al qué dirán. “Yo creo que todavía hace falta que la gente se divorcie más. Las mujeres seguimos aguantando demasiado por miedo a ser juzgadas y quedarnos solas”, reflexiona.

“El amor de tu vida eres tú”

El psicoterapeuta Gino Escobar también cree que el aumento de divorcios responde a un cambio de mentalidad. Según él, muchas relaciones se construyen desde la necesidad y no desde el amor propio, lo que las hace vulnerables. “El desgaste de la relación matrimonial como compromiso social o eclesial viene desde finales del siglo XX. Hoy, el vínculo personal contigo mismo es el que te hace respetar los compromisos”, señala.

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Otro factor que pesa, en su opinión, es la rigidez de los roles de género y las expectativas impuestas. “Es muy estresante tratar de cumplir expectativas que no hemos construido juntos”, dice. Escobar insiste en que muchas parejas entran en crisis al no aceptar sus diferencias. “Si el otro es un legítimo otro diferente, construyamos una relación diferente. No hay dos relaciones iguales en el planeta”, sostiene.

La dimensión económica tampoco es menor. “En una sociedad monetarizada, entre invitarte el almuerzo y darte mucho amor, la gente prefiere que le den de comer”, afirma Escobar con ironía. Cree que muchas relaciones se sostienen más por necesidad que por afecto, lo cual las debilita desde su base. Por eso, lanza una advertencia-consejo: “Primero mírate al espejo y pregúntate quién es el amor de tu vida. Si no eres tú, trabaja en eso. Porque el amor de tu vida eres tú”.

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Del quiebre emocional al empoderamiento femenino

Esa búsqueda personal también la emprendió Stephanie Villegas, de 34 años, quien convivió durante 16 años con el padre de sus tres hijas. La relación terminó afectada por la falta de comunicación, la precariedad económica y episodios de violencia. “Ya no había afinidad, ya no había economía”, resume. La separación fue especialmente dura para su hija mayor, que desarrolló un vínculo muy fuerte con su padre. “Mi niña mayor estaba muy apegada al papá, ella sufrió mucho emocionalmente”, relata.

En medio del caos emocional, Stephanie atravesó una crisis personal. “Sinceramente, al principio uno no sabe qué hacer. Uno toma decisiones muy apresuradas”, recuerda. Incluso llegó a tener pensamientos suicidas: “Porque estás acostumbrado a vivir con esa persona y yo, en mi caso, quise quitarme la vida”. Pese a ello, asegura que nunca interrumpió el lazo entre sus hijas y su expareja. “Nunca dejé que ellas no vean a su papá”, enfatiza.

Hoy se siente más fuerte y con una visión distinta sobre las relaciones. “Las mujeres se están empoderando”, afirma. Cree que esa transformación genera tensiones en los vínculos tradicionales, pero también nuevas oportunidades. “Aunque veas que todas las puertas se cierran, sí se puede salir adelante… ningún dolor es eterno”, reflexiona. Asegura que su fortaleza vino del apoyo familiar y su fe: “Las personas acuden a Dios y encuentran un camino muy hermoso adelante”.

Una redefinición del amor y del compromiso

Las cifras del INEC no solo reflejan una tendencia estadística, sino una sociedad que replantea sus lazos afectivos. En Ecuador, las relaciones tradicionales conviven con nuevas formas de convivencia, más horizontales, pero también más exigentes.

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