
Seguridad: Talleres contra los secuestros empoderan a barrios de Quito
La Policía especializada convoca a los dirigentes comunitarios para brindar charlas de prevención
Con el delito al acecho, la Policía Nacional y líderes barriales lanzan una estrategia de formación ciudadana para prevenir extorsiones y actuar ante emergencias. La consigna: cuidarse entre todos.
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Por años, la seguridad fue vista como una tarea exclusiva de la Policía. Pero hoy, con el avance de los delitos de extorsión, secuestro exprés y amenazas en barrios residenciales y comerciales de la capital, muchos vecinos han identificado algo clave: si no se organizan entre ellos, nadie vendrá a protegerlos a tiempo.
Así han comenzado a multiplicarse las iniciativas comunitarias de seguridad, apoyadas en parte por talleres que imparten unidades policiales especializadas, como la Unidad Antisecuestros y Extorsión (Unase) y la Policía Comunitaria.
Sobre las capacitaciones
En estas capacitaciones (que se realizan de forma periódica) se refuerza una idea esencial: frente al miedo, la respuesta es comunidad. Durante las dos últimas semanas, los talleres han sido convocados por el circuito Iñaquito, perteneciente al distrito Eugenio Espejo, en el norte.
A ellos han asistido delegaciones barriales de sectores como Belisario Quevedo, Iñaquito, Rumipamba, Jipijapa, Cochapamba, la Kennedy, Concepción, San Isidro del Inca y la Mariscal Sucre. Son encuentros pensados para reforzar la autoprotección ciudadana, pero también para volver a tejer los lazos comunitarios.
Una escena relatada por vecinos en uno de estos talleres revela cuán vulnerables pueden ser las rutinas cotidianas. Ocurrió en una calle concurrida de la urbe, rodeada de restaurantes y cafeterías. Un hombre ingresó a una peluquería y solicitó un servicio de manicura a domicilio en un edificio cercano.
La manicurista, confiada en un principio, tomó sus implementos y salió con él. En ese momento, intentaron subirla a un automóvil. Afortunadamente, la mujer logró evadirlos y correr a buen resguardo.La historia deja una lección clara para los habitantes en Quito: cualquiera puede ser víctima de secuestro, sin importar edad, oficio o nivel económico.
“La Unase nos explicó que ahora ya no se trata de secuestros dirigidos solo a empresarios o personas adineradas. Hoy cualquiera puede ser objetivo de un secuestro exprés. Por eso estos talleres son tan importantes”, explica Juana Pico, dirigente barrial del sector Kennedy y asambleísta metropolitana. “Nos enseñan cosas muy útiles. Por ejemplo, tener una palabra clave con tu familia para que, si te obligan a llamar, sepan que estás en peligro sin alertar al secuestrador. Esas cosas salvan vidas”, sostiene.

El mayor Daniel Moreno, jefe del circuito Iñaquito, confirma que la nueva estrategia busca fomentar el concepto del “policía de barrio”, alguien que trabaje mano a mano con la comunidad. “Nuestra idea no es solo patrullar, sino estar presentes, formar vínculos y promover la corresponsabilidad. La seguridad se construye con la gente”.
Y añade que “quizá al morador del sector de Iñaquito le interesa, pero de forma lejana, el hecho de que se decomisen 20 toneladas de droga, pero esta acción no le soluciona el problema que tiene de la licorería. Entonces, a lo mejor, a él le parecería más útil que le den una solución al problema de los libadores que están en la calle”.
¿Qué se aborda en los talleres?
En los talleres se abordan también diferencias decisivas entre los tipos de secuestro: el exprés, que busca obtener dinero rápido al retener a la víctima por unas horas; y el extorsivo, que suele requerir un estudio previo de las rutinas de la víctima, con la intención de obtener montos más altos de rescate. En ambos casos, la recomendación es mantener la calma, no negociar directamente, denunciar y, sobre todo, evitar rutinas predecibles.
Jannethe Betancourt, parte de la directiva del sector del estadio Olímpico, destaca que hay “consejos que nos dan y no deben hacerse públicos, porque si los criminales también los conocen, cambian de estrategia”. Por esa razón, en su zona se han organizado reuniones presenciales, con la participación únicamente de vecinos conocidos. “No se trata de alarmar, se trata de estar preparados”.
La dirigente recuerda que hace apenas unos años podía caminar tranquila a las ocho de la noche. Actualmente, a las seis de la tarde las tiendas ya están cerradas y nadie sale. “Lo que más miedo da no es solo el robo, sino la sensación de abandono. Si no nos cuidamos entre nosotros, no lo hará nadie más”.
Y no es que la Policía no actúe. “Hay predisposición total de acompañarnos”, agradece Pico. “Nos han capacitado, han hecho simulacros y han escuchado nuestras preocupaciones. Pero ellos solos no pueden con todo”. De hecho, en la Kennedy han implementado chats comunitarios, alarmas y redes de apoyo con coordinación.
“No podemos vivir con miedo. Pero tampoco podemos seguir actuando como si nada pasara. La clave está en unirnos, en conocernos como vecinos y en trabajar juntos”, insiste.
"Hay que dejar atrás el Yo Primero"
Tanto Pico como Betancourt consideran que hay que dejar atrás el ‘yo primero’. “Cuando escuchamos que roban a alguien, a veces preferimos no intervenir. Eso tiene que cambiar. Solo actuando como comunidad vamos a recuperar la seguridad”, opina la moradora de la zona del estadio.
Ella ha sido testigo de intentos de abuso, robos y agresiones en su zona, y sabe que la indiferencia solo fortalece al agresor. “La empatía de la comunidad, eso es lo más importante. El compromiso de cuidarnos entre todos, apoyarnos entre todos. Y no ser apático ante las cosas que están sucediendo en toda la capital y en el país entero”, concluye la representante Pico.
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