
Daniel Noboa celebra en noviembre una Navidad de corte chavista
ANÁLISIS. En Ecuador y Venezuela se adelantaron las fiestas con la campaña y el populismo que no distingue de polos
El CNE marcó al primer día de este mes como el inicio oficial de la campaña electoral, y con ello también podemos dar la bienvenida a la Navidad. Comparten el mismo ambiente regalón y esta vez coinciden las fechas.
Venezuela y Ecuador adelantaron la Navidad
En Venezuela, esta celebración se adelantó por segundo año consecutivo, según su cuestionable mandatario, para la “alegría, la cultura y el comercio”. Lo hizo para octubre, convenientemente, para apaciguar con villancicos las tensiones políticas contemporáneas.
Daniel Noboa, a la moda de Nicolás Maduro, pero en noviembre, también anticipó las fiestas. O por lo menos el aguinaldo que se asocia a la misma.
Lo hizo obligatorio para la burocracia y opcional para la banca y la empresa privada. El argumento es similar, solo que con anglicismos que Maduro no podría pronunciar: “facilitar que las familias dispongan de más dinero durante el Black Friday y el Cyber Monday”.
Faltaría el factor ‘política’ para la comparación, pero el Gobierno dirá que no es político hacer que el pueblo tenga más billete horas antes de ir a votar el 16 de noviembre. Y que los nuevos bonos y pasantías que se activan en esta fecha son todo menos populismo.
Son odiosas las comparaciones...
Pero no hay que irse lejos de la Navidad —y el populismo— para más similitudes. En diciembre de 2022, Maduro repartió juguetes de "Super Bigote" (una caricatura de sí mismo) a niños en Aragua, región afectada por deslaves. El acto fue criticado por la oposición venezolana como culto a la personalidad chavista y adoctrinamiento; el gobierno lo justificó, sin vergüenza alguna, como "patriotismo".

Esmeraldas, un espejo del populismo
Uno creería que esto solo pasa en Venezuela, pero lo malo se copia.
En paralelismo, Esmeraldas sufrió este 2025 la peor catástrofe ambiental de su historia con un derrame de petróleo, que agravó la crisis social de un pueblo al que el crimen organizado no le da una noche de paz. Pero el show debe continuar.
La prefecta Roberta Zambrano, cual porrista, hace campaña permanente por Noboa. Esta vez, agasajó a los infantes por los 178 años de provincialización de Esmeraldas, pero la política le ganó al civismo.
El 3 de noviembre, más que autoridad, fue animadora de matiné. Contó que Noboa le mandó un regalo: “El presidente me ha mandado a regalarles 2000 muñecos por este evento. ¡¿Quién quiere el muñeco del presidente?!”, gritó. Convirtió la velada en una reminiscencia de la era Bucaram, ante la algarabía de los inocentes.
Empleados públicos que reparten muñecos del presidente
Lo terrible es cómo empleados y personajes contratados con dinero público (la Prefectura ejecuta un contrato de más de medio millón de dólares para estos eventos por la provincia, según el Servicio Nacional de Contratación Pública) se convirtieron en ayudantes de Santa, y en cadena humana repartían juguetes en caja morada, con la figura de Noboa.
El Tribunal Contencioso Electoral determinará (si quiere) las infracciones, pero no es lo único cuestionable. La gente comparará y hablará de izquierdas y derechas, del polo norte o el sur... como si el populismo fuese exclusivo de un lado y no una herramienta útil para cualquier político encaprichado. Después de todo, al presidente y su gente le va mejor en campaña; para el marketing sí son elocuentes.
Pero de repartir juguetes con rostro de político no se vuelve. Esta campaña, tan orwelliana como chavista, expone que para fines políticos es válido cruzar las líneas bochornosas y seguir el ejemplo del 'grinch sudamericano'. Es Navidad porque es campaña, y viceversa.
Porque, según parece en Venezuela y Ecuador, debe ser la figura del presidente, ya sea en cartón o en juguete, el tema central de conversación cuando más agitado está el avispero, y no su visión de país. De hecho, Noboa impulsa la consulta para una Constituyente sin haber explicado qué modelo de república quiere. Fiel a su costumbre de guardar silencio.
"¿Y eso qué tiene que ver con la Navidad?"
Y como no hay explicación, solo queda el espectáculo. Por eso, con toda la maquinaria —renos y trineo gubernamental— tocarán las puertas, como posada, para anunciar el 'nacimiento' de esa nueva república, que, cual milagro y como la fe, no requiere tanta explicación.
Lo importante no es la política, ni ponerle frente a las dudas del electorado, sino celebrar la Navidad, dirán. Y sobre las medicinas que no hay en los hospitales, los conflictos de interés y otros problemas que el dinero puede comprar, que se jo…jó jó.
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