
Cuenca apunta al futuro con protección del agua
La ciudad mantiene pendientes en conservación. Existe una trayectoria prehispánica en el cuidado de las fuentes
Desde el 16 de septiembre de 2025, cuando se formó el quinto río de Cuenca, o incluso desde hace unos 4.000 años, cuando ya existían canales primarios de agua, puede hablarse de la estrecha relación que los morlacos han mantenido con el agua. Santa Ana de los Ríos nació junto a las quebradas, los ríos y los canales, que se convirtieron en la base de su desarrollo y en el reflejo de una conexión histórica entre la ciudad y sus fuentes hídricas.
Ahora bien, en pleno siglo XXI, la urbe morlaca se enfrenta a nuevos retos para preservar y garantizar lo que, por herencia, es de todos. En la actualidad hay que mirar a varias aristas, pero las principales se centran en la política pública, la actividad minera y el consumo consciente.
Políticas públicas y sanciones más estrictas
David Fajardo, abogado y miembro del Cabildo por el Agua de Cuenca, reseñó que para pensar en el futuro del agua se debe partir de la premisa del quinto río y “tomarlo como un proyecto de vida que se construye alrededor del agua como un gran elemento articulador de la planificación territorial y de la construcción de la política pública en nuestro territorio”.
Por ello, plantea la importancia de transformar el Plan de Ordenamiento Territorial y de Uso del Suelo del cantón Cuenca en una herramienta de planificación orientada hacia “la protección del agua, de los páramos y de los cuatro ríos”. Para esto, sería necesario que desde la administración pública se genere un marco regulatorio y una política pública mucho más estricta.
Rigoberto Guerrero, subgerente de Gestión Ambiental de la Empresa de Agua Potable (Etapa EP), recordó que desde 1986 la institución viene adquiriendo zonas de pajonal, humedales y bosques primarios. La primera gran área que pasó a ser protegida fue Mazán, y hoy en día suman 20.000 hectáreas. Se estima cerrar el año 2025 con 1.000 hectáreas más en la zona del río Yanuncay.
Para la administración, esto ha resultado efectivo, y los resultados fueron medidos durante el año 2023, cuando se atravesó la peor sequía hídrica. “El área de Mazán, que es el 10 % del área de recarga hídrica del río Tomebamba, durante la sequía aportó con el 30 % de agua. Es decir, un 10 % conservado produjo el 30 % del agua que llegaba a la captación”, puntualizó.
Minería latente en las zonas de recarga
Pero no basta con este tipo de legislación. Fajardo ahonda en un tema más actual: el contexto geopolítico del mundo, donde los mercados exigen mayor extracción de minerales, y Ecuador no es ajeno a esto. Para el también activista, “el gobierno de Daniel Noboa responde a ese contexto geopolítico y reproduce esas lógicas extractivistas”.
En esto coincide el técnico de Etapa, al detallar que el cantón tiene 66.000 hectáreas de sus zonas de altura concesionadas para la minería metálica. “Cuenca no es compatible con actividades extractivas, sobre todo mineras, en sus áreas de recarga hídrica. El agua nunca será compatible con actividades extractivas”, sostiene.

Ante ello, Fajardo enfoca la mirada hacia el proceso electoral del 16 de noviembre. Los ecuatorianos deberán decidir si quieren o no una nueva Constitución. A su criterio, “la constituyente que quiere el presidente Noboa es extractivista. Quieren reducir o eliminar los derechos de la naturaleza, los derechos colectivos de los pueblos y nacionalidades y, principalmente, el derecho a la consulta previa, libre e informada”, sostiene.
Por eso, Cuenca trata de acelerar el fortalecimiento e incremento de las Áreas de Conservación y Uso Sostenible (ACUS) a través de proyectos conjuntos con el Fondo para la Protección del Agua (Fonapa). Actualmente, el cantón cuenta con las ACUS Yanuncay-Zhucay, Mazán, Gallo-Cantana, Curiquingue y Machángara.
Consumo responsable de agua
Y existe un reto mucho más inmediato para la ciudad: la reducción de al menos un 15 % en el consumo diario de agua por habitante. Según cifras de Etapa EP, cada persona consume hasta 170 litros al día. A este ritmo de consumo y con las fuentes hídricas en su estado actual, se garantizaría el agua por unos 20 años más. De ahí la importancia de reducir el consumo para llegar hasta 2037 sin la necesidad de construir nuevas plantas potabilizadoras.
Sin embargo, existen proyectos como el de Dos Chorreras, en el Cajas, para construir un embalse con el cual se garantizaría el agua para la ciudad, al menos hasta el año 2050. Y, para enfrentar una posible sequía, está pendiente lograr la interconexión entre las plantas de Tixán y El Cebollar, de modo que los sistemas puedan complementarse en la dotación del líquido vital.
Relación prehispánica con el agua
La defensa del líquido vital y de las fuentes de donde brota es algo innato en los cuencanos, así lo sostiene el arqueólogo Raúl Marca quien explica que los Cañaris e Incas rendían culto al agua, considerándola un elemento sagrado asociado a la fertilidad y a lo femenino. Reseña que en Pumapungo existían canales que conducían el agua del río Tomebamba hacia los espacios rituales incaicos y que todo indica que Cuenca fue concebida como una ciudad “femenina” dentro del pensamiento andino, por la abundancia de ríos y vertientes que la rodean.
Y yendo más atrás, en la investigación ‘Art and Archaeology of Challuabamba, Ecuador’, de Terence Grieder y otros autores se revela la presencia de un canal de piedra abovedada en el sector de Challuabamba que data de entre 2700 y 1700 años antes de Cristo. Según los investigadores, durante una excavación de 1996, se hallaron estos indicios cerca del río Tomebamba, en lo que hoy pertenece a la parroquia Nulti.
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