Quito

Parque de las tripas Quito
La obra en el parque de las tripas incluye la construcción de una cubierta e instalación de iluminación y juegos infantiles.Foto: Karina Defas / EXPRESO

Renovación del 'Parque de las Tripas' en Quito genera opiniones divididas

Para algunos vecinos, se genera movimiento e iluminación; para otros, congestión y basura

El aroma de tripas asadas invade las noches del parque Navarro, en el sector de La Vicentina, un espacio que desde finales de los 80 se ha convertido en un punto de encuentro para quienes gustan de la comida tradicional quiteña. 

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Sin embargo, este mismo olor, que para muchos es sinónimo de identidad, para otros es una molestia. En la actualidad, el espacio está en el centro del debate entre comerciantes, vecinos y autoridades por los trabajos de adecuación que se realizan en el sitio.

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La intervención del Municipio busca renovar la infraestructura del lugar, más conocido como el 'parque de las tripas’, donde al menos desde hace tres décadas han trabajado 16 comerciantes. 

El plan contempla la construcción de una cubierta, la instalación de extractores de humo industriales, así como organizar el espacio y mantener un equilibrio con el entorno natural.

Ángel Tonato fue el primero en llegar. En 1979 se ubicó en una esquina del parque y comenzó a vender papas con cuero y librillo. Menciona que años después arribaron las comerciantes que asaban tripas en el parque de La Floresta.

Al principio trabajaban a la intemperie, con fogones improvisados, hasta que en 2016 el Municipio de ese entonces renovó el espacio: modernizó los quioscos, instaló juegos infantiles, creó murales y adecuó zonas verdes.

Visiones encontradas sobre el espacio

Tonato reconoce que no todos están contentos con este negocio gastronómico. “Hay quienes se quejan por el olor, pero la mayoría está a favor porque esta zona estaría abandonada si no estuviéramos. Como en la subida de la Ladrón de Guevara, que está abandonada, oscura y hay muchos robos”, asegura.

Destaca que todos los comerciantes tienen permisos, pagan impuestos, reciben capacitaciones y pasan controles de salubridad. Lo que sí solicita es que se realicen más controles por parte de los agentes de tránsito, porque menciona que hay alertas por aparentes cobros excesivos de los cuidadores de carros.

Parque Vicentina Quito
En la actualidad, 16 comerciantes ofrecen distintos platos típicos.Foto: archivo / Expreso

Para muchos, como Paula Rosas, estudiante de 22 años que frecuenta el parque, la presencia de los comerciantes representa una ventaja, con mayor movimiento e iluminación.

Pero no todos piensan igual. Alberto Hernández, quien vive en la zona desde hace 10 años, tiene sentimientos encontrados: “Es útil tener comida cerca, pero cada tarde se forma un caos. Desde las 17:00 hay tráfico, y la gente que compra deja la basura tirada. No hay una cultura de limpieza”.

Con ese cuestionamiento coincide Jeyco Reysancho, propietario de un negocio. Cada mañana, al abrir su local, se encuentra con restos de basura acumulada por los comensales de la noche anterior.

Además, comenta que otro de los malestares que ha evidenciado en el chat comunitario es si la obra es realmente necesaria. “Muchos piensan que se beneficia a un solo grupo, cuando en el barrio hay otras prioridades como el arreglo de calles en mal estado e implementación de señalética”.

Problemas con el espacio público

Las preocupaciones se han canalizado también a través del Cabildo Cívico. Rocío Bastidas, su vocera, envió un oficio al concejal Bernardo Abad, presidente de la Comisión de Participación Ciudadana y Gobierno Abierto, para expresarle su preocupación por la falta de transparencia en el proyecto.

Señala que en ocho días, la Secretaría de Gestión de Riesgos debe entregar el informe de riesgos del proyecto y otros documentos. “Se está transformando el parque en un patio de comidas. Hay desorden, basura, tanques de gas al aire libre. No es seguro ni saludable. Esto no es una política pública, es populismo”.

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Para Bastidas, el problema va más allá de la venta de comida y recalca que en el espacio público se debe garantizar la libre circulación. Considera que la zona no puede convertirse en un mercado improvisado y agrega que las ciudades necesitan orden y convivencia armoniosa entre residentes y comerciantes.

La inseguridad es otro malestar, como robos de autos e incluso enfrentamientos entre residentes y cuidadores por la ocupación indebida de garajes, dice Bastidas.

Ante las críticas, el alcalde Pabel Muñoz se pronunció en su enlace semanal Frecuencia Quiteña. Aseguró que la intervención en el parque Navarro es “un trabajo simple, pero importante” para dignificar a los comerciantes que llevan más de 30 años en el lugar.

Recordó que cuando estaba en campaña, uno de los pedidos de las comerciantes fue que se mejore el espacio porque se está convirtiendo en un punto de llegada de turistas, por lo que una cubierta beneficiaría tanto a los vendedores como a los comensales. “No se van a ampliar los puestos. Lo único que se busca es mejorar las condiciones para quienes ya están, sin afectar la estructura del parque”, argumentó.

Sobre las preocupaciones técnicas, Muñoz indicó que se trata del mismo espacio donde esos comerciantes se han ubicado por décadas. “Ahora resulta que es un problema. Palo porque bogas, palo porque no bogas. Si intervenimos, está mal; si no intervenimos, también”, manifestó.

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