Quito

Quito panorámica
Expertos advierten que Quito enfrenta un deterioro urbano acelerado y requiere reformas para recuperar orden, planificación y cohesión institucional.Foto: Franklin Jácome

Quito demanda liderazgo real para corregir su rumbo

Expertos coinciden en que Quito necesita reformas urgentes para evitar un colapso 

Quito celebra sus 491 años entre festejos, agobio ciudadano y una pregunta que ya no admite postergaciones: ¿hacia dónde debe ir la capital en los próximos cinco años?

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Expertos urbanos, exautoridades y representantes civiles coinciden en que la ciudad atraviesa una crisis de representación política, servicios públicos desbordados y una planificación que no responde a una urbe de casi tres millones de habitantes. Las voces consultadas mencionan que la capital necesita un giro estructural antes de que “el caos termine por imponerse”.

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El exalcalde, Paco Moncayo, sostiene que Quito vive una encrucijada que ya no se resuelve con discursos de aniversario. “Si seguimos como estamos, vamos a terminar en un infierno urbano”, lamenta. Para él, la raíz del problema es política y estructural: Quito se constituyó como Distrito Metropolitano en 1993, pero nunca operó como tal. “Nos administran como municipio cuando somos una región urbana”, dice. La consecuencia: burocracia centralizada, decisiones lentas y un territorio incapaz de coordinar sus propias zonas.

Moncayo insiste en que la ciudad requiere retomar el diseño de un Estatuto Autonómico para reorganizar competencias, distribuir recursos con equidad y dar poder real a las administraciones zonales. “No hay ninguna excusa para no cumplir la Constitución”.

Y pone un ejemplo revelador: el metro. Un sistema costoso y estratégico, pero aislado de una red alimentadora eficaz, sin integración tarifaria y rodeado de un parque automotor en crecimiento. “Tener metro sin un sistema integrado es un chiste”.

Movilidad, el síntoma más evidente del colapso

La movilidad, según coinciden otros expertos, es el síntoma más evidente del colapso. Rocío Bastidas, del Cabildo Cívico, advierte que las decisiones técnicas existen, pero nunca se ejecutan. “No hay claridad para poner en práctica lo que está diseñado”, sostiene.

Propone eliminar contratos de operadores que bloquean la reorganización del transporte y asumir, sin cálculos políticos, la reestructuración del sistema. Para ella, la movilidad es apenas una de las “cinco arterias fundamentales” que Quito debe atender si quiere evitar un deterioro mayor.

Desde el 31 de marzo 2025 empezaron a circular los 60 nuevos trolebuses eléctricos, en Quito. El resto de buses urbanos funcionan con diésel.
En Quito todavía no se concreta el plan de rutas y frecuencias.Ángelo Chamba/ EXPRESO

Otra “arteria crítica” es la gestión de residuos. Bastidas cuestiona la falta de transparencia sobre las tecnologías previstas para el complejo ambiental y habla sobre el riesgo de incinerar desechos sin criterios técnicos. “El 60 % de los residuos son orgánicos. Querer incinerarlos es absurdo”, enfatiza. La indefinición también afecta a las asociaciones de recicladores, que siguen al margen de una política clara de aprovechamiento.

En patrimonio, la situación es descrita como “alarmante”. Bastidas asegura que las decisiones municipales están permitiendo intervenciones que contradicen normas y estudios de protección. “Se conspira contra el patrimonio”, dice, citando construcciones en zonas arqueológicas y permisos que ignoran el Ingañán (Camino del Inca) y otros sitios sensibles. A ello se suma una estructura institucional “obesa”, con más de 22.000 funcionarios y empresas municipales que, desde su punto de vista, “no coordinan, no ejecutan y no rinden cuentas”.

Crisis es política que no halla salida

La directora de la Fundación Tandem, Daniela Chacón, coincide en que la raíz de la crisis es política. Considera que “Quito viene arrastrando una crisis de representación desde hace años”. Alcaldías de corta duración, revocatorias, destituciones e imposibilidades de consolidar una visión a largo plazo han dejado a la urbe a la deriva.

“La ciudad no sabe a dónde quiere ir”, resume. Y aunque reconoce que la administración de Pabel Muñoz ha logrado cierta presencia territorial, advierte que el llamado Acuerdo por Quito (el único intento de diálogo multisectorial) avanza con demasiada timidez.

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Para Juan Carlos Rojas, director del Observatorio de Participación Ciudadana y Seguridad Integral, la ciudad enfrenta un deterioro sostenido en indicadores claves, especialmente en seguridad, espacio público y presencia institucional. Cree que “los últimos años no han sido positivos para Quito” y que la capital “vive un aumento evidente de inseguridad, más habitantes de calle y una ocupación desordenada del espacio público”.

De cara al futuro inmediato, Rojas estima que la prioridad de Quito debe ser recuperar orden y cohesión institucional. “Si no fortalecemos la gestión metropolitana, seguiremos parchando una ciudad que requiere un rediseño completo”. Para él, la próxima década será decisiva. “O Quito se reorganiza como una metrópoli moderna o profundizará su crisis urbana”.

En medio de esta complejidad, los entrevistados coinciden en lo mismo: Quito necesita un plan estratégico acordado con la ciudadanía, con metas medibles y decisiones difíciles que permitan llegar al 2034 con una urbe ordenada, productiva y sostenible.

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