
Pablo Gabe: “Ser judío no está reñido con ser ecuatoriano”
El rabino de la Comunidad Judía del Ecuador habla sobre sus tradiciones, historia y situación actual
El rabino Pablo Gabe explicó que “ser judío no está reñido con ser ecuatoriano”, es decir, no existe incompatibilidad entre practicar las tradiciones y costumbres del judaísmo y sentirse parte de Ecuador. Para Gabe, la identidad judía puede convivir en armonía con la identidad ecuatoriana, ya que la comunidad judía ha aportado al desarrollo social, cultural y económico del país sin perder sus raíces. Su mensaje busca resaltar la integración, el respeto y el diálogo como claves para fortalecer la convivencia y derribar prejuicios.
En abril de 2024, Pablo Gabe llegó al país para asumir el rol de rabino de la comunidad judía del Ecuador. Hoy nos recibe en la sala de su casa, entre libros, recuerdos y objetos que reflejan su fe y las tradiciones que la acompañan. Aunque pequeña, con cerca de 500 miembros, la comunidad se mantiene activa, participando en la vida social, educativa y cultural del país.
¿Cómo está conformada la comunidad judía en Ecuador y cómo se compara con otras de la región?
La comunidad judía del Ecuador es una de las más pequeñas de la región. Comparada con países como Argentina, Uruguay, Chile, Brasil o Colombia, somos relativamente pequeños.
Y, sin embargo, es una comunidad que ha tenido gran importancia en el quehacer nacional, especialmente en el económico...
Sí, y eso es algo que se debe destacar. Ser diferentes no implica mantenernos al margen; al contrario, hay que integrarnos y ser parte activa del progreso de las sociedades en las que vivimos. No creo que los judíos debamos vivir al margen ni aislados, sino que debemos ser una fuerza positiva en nuestras comunidades. Ecuador es un ejemplo de que ese desarrollo se ha cumplido y de que ser judío no está reñido con ser ecuatoriano
Cumplir con las tradiciones
Siendo una comunidad pequeña, ¿qué tan complejo es cumplir a rajatabla los requerimientos del judaísmo?
El judaísmo es una forma de vida y, como tal, se rige por reglas vinculadas al tiempo y a la alimentación. Por ejemplo, celebramos festividades que marcan diferencias con la rutina diaria. La más conocida es el Shabat, el día sagrado que va desde el atardecer del viernes hasta la noche del sábado. Una vez por semana hacemos una pausa: cambiamos el ritmo y realizamos tareas distintas a las del resto de los días. Es, por supuesto, cada familia tiene un nivel distinto de observancia, pero hay que hallar maneras de cumplir.
Y en cuánto a las restricciones gastronómicas, ¿cómo se llevan a cabo?
No comemos ciertos animales; solo consumimos mamíferos rumiantes con pezuñas divididas, como vaca, cordero o ciervo, aves de corral y peces con escamas y aletas. Los animales deben ser faenados de manera especial para considerarse aptos o “kosher”. Además, no se mezclan carnes con lácteos. No hay dificultades de acceso en Ecuador, porque lo “kosher”, por ejemplo, sí llega.
En septiembre se celebra el Rosh Hashaná. ¿En qué consiste?
El Rosh Hashaná es el año nuevo judío. Esta festividad marca la creación del ser humano, no solo del pueblo judío, y nos invita a reflexionar sobre nuestros actos, pedir perdón y proponernos un nuevo comienzo.
Diez días después de Rosh Hashaná llega Yom Kipur, el día más sagrado. Se trata de un ayuno completo de 25 horas, durante el cual pasamos la mayor parte del tiempo en la sinagoga. El sentido de la jornada es que todo el pueblo judío pide perdón a Dios por los errores cometidos en el año anterior.

En busca del diálogo
En tiempos de polarización mundial, ¿cómo enfrenta la comunidad estos desafíos?
Ha sido difícil. Se observan distintos grupos: algunos se solidarizan, otros se mantienen neutrales y un número considerable puede mostrarse antagónico hacia el judaísmo. La respuesta más efectiva es el diálogo: compartir quiénes somos, nuestra perspectiva y nuestro legado ético milenario. Escuchar y ser escuchado permite contrarrestar prejuicios y desinformación.
¿Qué retos representa vivir en épocas de extremos?
El desafío está en encontrar voces en el medio, que permitan el diálogo y la comprensión. Los extremos no dialogan entre sí, por eso es necesario dar pasos que fomenten la conversación, aunque con algunos funcione y con otros no. La búsqueda de puntos de encuentro debe ser continua.
¿Cuáles son las metas de la comunidad para el futuro?
Nuestro objetivo es fortalecer la vida judía, la educación y las experiencias internas, sin perder la interacción con la sociedad en general. Para compartir lo que somos, primero debemos vivirlo plenamente. Un judío que practica su tradición puede transmitirla; uno que se encierra solo dentro de la comunidad pierde la oportunidad de comunicarla.
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