Quito

Plaza de Toros
Antes de la prohibición, la Plaza de Toros era el corazón de las Fiestas de Quito, con largas filas de aficionados esperando cada tarde taurina.Archivo

La Plaza de Toros de Quito: un ícono histórico que marcó las fiestas de la ciudad

La Plaza de Toros fue durante décadas un símbolo de celebración y encuentro durante las Fiestas de Quito

La Plaza de Toros de Quito, uno de los escenarios culturales más representativos de la capital, cumple un rol destacado en la memoria colectiva de las Fiestas de Quito. Inaugurada el 5 de marzo de 1960, este espacio se convirtió durante décadas en el epicentro de la tradicional Feria de Quito Jesús del Gran Poder, uno de los eventos taurinos más importantes de América Latina y un símbolo de la identidad festiva quiteña.

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Un escenario que atrajo a miles de aficionados

La construcción de la plaza coincidió con una época en la que la tauromaquia gozaba de gran popularidad en Ecuador. Fue diseñada por el arquitecto español Ángel Luis de la Herrán. Su arquitectura, inspirada en las plazas clásicas de España, incluye un amplio ruedo circular y graderíos con capacidad para 15.000 espectadores, lo que permitió que el espacio albergara eventos multitudinarios durante más de medio siglo.

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Desde su inauguración, la Plaza de Toros de Quito se posicionó como un referente de la tauromaquia regional. Cada diciembre, en el marco de las celebraciones por la fundación de la ciudad, miles de aficionados asistían a la Feria de Quito Jesús del Gran Poder. 

Toreros de renombre internacional llegaban a la capital para participar en una de las ferias más prestigiosas del continente, generando un movimiento cultural, económico y turístico que dinamizaba la ciudad.

Durante décadas, la plaza fue un punto de encuentro emblemático, especialmente en las Fiestas de Quito, cuando el ambiente festivo se extendía también por los alrededores. En los exteriores, jóvenes con sombreros alusivos a la temporada bailaban en las calles y disfrutaban de la música, mientras comerciantes y vecinos vivían días de intensa actividad.

El inicio del fin de una era taurina

Sin embargo, a inicios de los años 2000, la tauromaquia empezó a generar un creciente debate en el país. Organizaciones defensoras de los animales cuestionaron la continuidad de las corridas por considerarlas prácticas crueles. Este debate desembocó en un referéndum local en 2011, en el que los quiteños aprobaron la prohibición de corridas de toros en las que el animal muriera dentro del ruedo.

Como resultado, la última Feria Jesús del Gran Poder se realizó en diciembre de 2011, marcando el fin de una tradición profundamente arraigada. Aunque la plaza continuó siendo utilizada para conciertos, espectáculos y eventos culturales, su identidad taurina quedó relegada al ámbito de la memoria histórica.

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La histórica estructura dará paso a una ambiciosa transformación arquitectónica y cultural.ANGELO CHAMBA

Fiestas en las calles y malestar en los barrios cercanos

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Mientras tanto, los alrededores de la plaza también vivieron transformaciones. Durante las festividades, era común que grupos de jóvenes se reunieran para bailar y celebrar con música en las calles, especialmente en la zona de La Carolina y La Jipijapa. Si bien estas expresiones festivas formaban parte del espíritu de las fiestas, también generaban malestar entre algunos vecinos por el ruido, el desorden y las aglomeraciones nocturnas.

Hoy, la Plaza de Toros de Quito sigue en pie como un ícono arquitectónico y cultural. Aunque su uso ha evolucionado, continúa siendo un espacio clave en la historia de la capital y un punto de referencia durante las celebraciones de cada noviembre y diciembre. 

Su legado, ligado tanto a la tradición taurina como a las festividades populares, permanece vivo en la memoria de miles de quiteños que la recuerdan como uno de los escenarios más vibrantes de las Fiestas de Quito.

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