
Comerciantes del Centro Histórico de Quito enfrentan pérdidas por cierres y protestas
Movilizaciones en Quito: cierres viales complican la vida, el comercio y turismo en Quito
Vacío luce el local de Marcelo Ortiz, propietario de un comercio de ropa en la calle Chile, frente a la Presidencia. Tras las alertas de movilizaciones y los cierres viales por las múltiples en el Centro Histórico de Quito, la afluencia de clientes ha disminuido drásticamente, afectando directamente las ventas.
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“Lunes y martes no vendí nada y hoy solo un saco en 25 dólares. El arriendo no espera, y diciembre es el mes de mayores ventas. Esperamos que esto se solucione”, afirma Ortiz, quien tiene 38 años en el sector y recuerda cierres de hasta ocho meses por movilizaciones anteriores.
A pesar de que los accesos peatonales al Centro permanecen parcialmente abiertos, trece calles del casco colonial han sido cerradas con vallas metálicas y resguardadas por la policía por anuncios de nuevas movilizaciones a la ciudad.
El presidente Daniel Noboa trasladó temporalmente la sede del Ejecutivo a Latacunga, pero los comerciantes siguen afectados por la incertidumbre y la menor circulación de personas.
Entre las calles Sucre y Guayaquil, el local Carmen Amores, con 27 años en el Centro Histórico, enfrenta la misma situación. “El pueblo tiene derecho a protestar, pero nos afecta físicamente, económicamente y en la salud.
Estos cierres nos generan estrés y obligan a cerrar negocios, incluso hemos pedido préstamos para sostenerlos”, comenta. Amores añade que los policías deberían enfocarse en combatir la delincuencia en zonas conflictivas, y no en cercar el centro histórico que es considerado Patrimonio Cultural de la Humanidad.

Nancy Caicedo, con 45 años trabajando en la zona, coincide: su puesto de cordones y plantillas entre las calles Venezuela y Sucre está cubierto por cercas, y hoy no ha vendido nada. “Me siento encarcelada; pese a la poca afluencia, las ventas han caído”, afirma.
CARMEN AMORES
La situación se replica cerca de la Contraloría General del Estado, entre las calles 6 de Diciembre y Clemente Ponce, y en zonas como el Parque El Arbolito o la Plaza Indoamérica, donde restaurantes e imprentas deben cerrar durante movilizaciones. Rosa Chusi, propietaria de un restaurante, comenta que antes vendía 80 desayunos diarios y ahora no llega a 30.
Arturo Benavides, comerciante de la Plaza Indoamérica, señala que los locales sufren también el efecto posterior de gases lacrimógenos, que permanecen en el ambiente.
El alcalde de Quito advirtió recientemente: “No podemos permitir que la ciudad termine sitiada; eso no habla de paz sino de imponerse por la fuerza”. Sin embargo, los comerciantes aseguran que Quito se encuentra entre vallas y policías, lo que afecta tanto al turismo como a la economía local, afirma Darwin Amaguaña, otro comerciante del sector.