
El Centro Histórico de Quito, en riesgo por avance del comercio informal
Aunque las plazas principales mantienen cierto orden, hay preocupación por la toma de calles cercanas
El Municipio asegura que hay una estrategia en marcha, pero comerciantes formales y ciudadanos alertan que el desorden ya empieza a sentirse. El equilibrio entre el derecho al trabajo y el uso ordenado del espacio público es, hoy más que nunca, una tarea urgente en el Centro Histórico de Quito.
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En la Plaza San Francisco, el orden aún resiste. El entorno patrimonial se mantiene, en apariencia, bajo control: turistas caminan, guías trabajan con normalidad y el espacio se mantiene razonablemente cuidado. Sin embargo, a pocas cuadras el panorama cambia.
En calles como Rocafuerte, Imbabura, o en los alrededores de la Basílica, de los mercados de San Roque y Central, por ejemplo, el comercio informal toma fuerza. Vendedores instalados en aceras, mercadería desbordada, griterío constante y un tránsito peatonal cada vez más bloqueado por el desorden.
La preocupación crece y lo que hoy es una advertencia, mañana podría ser desborde. El Centro Histórico, reconocido como Patrimonio de la Humanidad, no puede darse el lujo de repetir viejos errores.
Reubicación de comerciantes
No siempre fue así. A inicios del 2000, miles de comerciantes informales fueron reubicados en centros comerciales del ahorro: espacios con baños, guarderías y condiciones dignas para formalizar su actividad.
El exalcalde Roque Sevilla rememora el esfuerzo de recuperación urbana que vivió la ciudad. “Tuve más de 130 reuniones con los dirigentes de 6.000 vendedores ambulantes que se habían tomado las calles. Construí nueve de los once centros comerciales populares y pacté que, cuando se completaran los dos que faltaban, todos los vendedores saldrían. Eso sucedió ya en el gobierno de (Paco) Moncayo, pero la ciudad lo logró”, reseña.
Para el exalcalde, la solución no es permitir nuevamente el desorden, sino planificar espacios formales. “La migración continúa hacia Quito, por lo que en vez de dejarles en la calle, deberían habilitar nuevos mercados a lo largo y ancho del Distrito. La permisividad es fatal y cada vez se vuelve peor si no hay autoridad”, advierte.
Aquella política urbana le devolvió al centro la posibilidad de ser admirado, recorrido y habitado en orden. Hoy, en calles aledañas al casco patrimonial, ese equilibrio comienza a romperse. Aunque plazas como la Independencia, San Francisco o Santo Domingo se mantienen relativamente controladas, sectores como las vías García Moreno, Cuenca o Mideros muestran una presión creciente. La permisividad, la falta de seguimiento y el temor a actuar alimentan un escenario que, si no se controla a tiempo, puede extender la indisciplina.
En el terreno, las percepciones se mezclan entre la necesidad y la preocupación. Las personas hablan, pero piden omitir sus apellidos por represalias. Para Magali, administradora de un prestigioso almacén de la zona, el aumento de comerciantes informales no solo afecta las ventas, sino que altera el ambiente. “No es que solo viene el vendedor, sino que llega con toda la familia: hijos, yernos. Eso trae más ruido, más desorden y miedo. La gente ya no quiere salir a comprar, por temor a la delincuencia”.
Freddy, un comerciante con permisos que vende cocos en un coche adaptado en la García Moreno, reconoce la tensión. “La gente se lanza a vender porque no hay trabajo, pero sí afecta. No ofrecen higiene ni buen producto y el cliente lo nota”.

Patricio, propietario de una cafetería, plantea el dilema central. “Es entendible que la gente busque cómo sobrevivir, pero si no se regula, el caos espanta al turista, al cliente, al vecino. Hay que reubicar con control”.
La secretaria de Seguridad, Carolina Andrade, confirma que el problema ha sido identificado y asegura que está en marcha una estrategia de control. Indica que desde agosto de 2024 se implementó el Plan de Cuidado y Conservación del Centro Histórico, con más de 200 agentes activos, controles de 05:00 a 22:00 y monitoreo permanente.
“Entendemos que la situación económica es muy difícil, pero no se han otorgado nuevos PUCA (Permiso Único de Comercio Autónomo) en el Centro Histórico y estamos listos para aplicar medidas cautelares”.
Añade que, según encuestas internas, existiría una mejora en la percepción de seguridad en la zona, con incrementos de hasta 10 puntos porcentuales entre agosto de 2024 y febrero de 2025. Sin embargo, el propio Municipio reconoce que vías como Imbabura y Rocafuerte son focos críticos donde el comercio informal se concentra nuevamente.
EXPRESO ha solicitado, en reiteradas ocasiones, la opinión de representantes de la Cámara Provincial de Turismo de Pichincha (Captur) sobre el impacto del comercio informal, pero no hubo una respuesta.
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