Museo de Gera en Loja
En lo alto de las montañas de Saraguro se levanta la comunidad de Gera, donde funciona el Museo Comunitario San Francisco, un espacio que nació en 1982.FREDDY INGA

Loja: Museo comunitario de Gera se repotenció para mantener vigente la memoria

El museo de Gera atiende de lunes a viernes, de 09:00 a 17:00, y los sábados, hasta las 14:00. El ingreso es gratuito.

En lo alto de las montañas de Saraguro se levanta la comunidad de Gera, donde la memoria y la identidad se resguardan en cada rincón. 

Allí funciona el Museo Comunitario San Francisco, un espacio que nació en 1982 cuando 27 dirigentes, entre ellos Pedro Gualán, emprendieron un proceso de recuperación de tierras y la ampliación del centro educativo.

En esa época, docentes, familias y organizaciones comunitarias construyeron la casa que hoy guarda objetos, relatos y tradiciones de los mayores.

El museo fue creciendo con el tiempo. Familias entregaron piezas heredadas de abuelos y padres; en 2002, padres de familia y docentes continuaron recopilando objetos con fines pedagógicos y turísticos. 

Actualmente, el museo conserva 61 bienes etnográficos, entre cerámica, telares, camas tradicionales, instrumentos musicales y piezas arqueológicas.

Habitantes participaron en la readecuación del museo

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Víctor Medina, presidente del Cabildo de Gera, cree que este espacio “es la prueba de que la comunidad puede organizarse y mantener vivo su patrimonio. Aquí no solo se exhiben objetos, aquí late la historia de nuestra gente”.

Este año, la comunidad decidió repotenciar el museo. Se realizaron trabajos de reparación en el techo, accesos y columnas de madera, empleando técnicas tradicionales como el cambio de tejas. 

Además, se elaboró un plan museográfico, un guion museológico y un inventario que permitió organizar y valorar cada pieza.

Iris Pico, coordinadora del proyecto, destacó que “la participación de todos los habitantes fue fundamental, porque cada familia aportó con su tiempo y con sus conocimientos”.

Los testimonios de los comuneros reflejan el profundo vínculo con este espacio. Para María Lima, vecina de Gera, “entrar al museo es revivir las enseñanzas de nuestros padres, es un lugar que nos conecta con nuestra raíz”. 

José Puglla, agricultor, agregó que “este lugar es un orgullo; aquí mostramos quiénes somos y recordamos que el patrimonio se vive día a día”.

Los docentes también valoran el museo como un recurso educativo. Rosa Guamán, maestra del Centro Educativo Comunitario Intercultural Bilingüe San Francisco, señaló que “los estudiantes aprenden directamente de la historia; no solo leen en los libros, aquí tocan los objetos, escuchan las historias y se sienten parte de ellas”.

A esta voz se suma la del estudiante Luis Chamba, quien mencionó que “cada vez que visitamos el museo sentimos que nuestras raíces no se pierden, es como estudiar en un aula diferente, más cercana y real”.

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Desde la mirada institucional, Diana Veintimilla, directora zonal del Instituto Nacional de Patrimonio Cultural, resaltó que estas iniciativas comunitarias “demuestran que la memoria social se fortalece cuando nace desde la propia comunidad, porque son ellos quienes mejor saben cómo proteger y transmitir sus saberes”.

El inventario realizado por Alejandro Mantilla evidenció la riqueza de la colección. Según él, “cada pieza dialoga con el presente y nos recuerda que el patrimonio no es un recuerdo del pasado, sino un bien vivo que sigue guiando a la comunidad”.

La tradición en la elaboración del guajango, el avistamiento del cóndor como símbolo de conexión con la naturaleza y los saberes en tejidos y medicina ancestral complementan el valor del museo.

En palabras de Carmen Poma, artesana de la zona, “estos conocimientos no solo se guardan, se practican todos los días y el museo nos ayuda a que no se olviden”.

De esta forma, Gera reafirma que el patrimonio no es una reliquia estática, sino un motor de identidad y desarrollo local.

El Museo Comunitario San Francisco se mantiene como un espacio donde el pasado y el presente dialogan, asegurando que la memoria colectiva de Saraguro continúe viva en las nuevas generaciones.

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