PALENQUE Y ESMERALDAS
Folclor. El grupo surgió como un refugio sonoro, un palenque moderno donde los jóvenes afroesmeraldeños pudieran mantener vivas las tradiciones.Luis Cheme/Expreso

La marimba se reinventa: Palenque & Esmeraldas mezcla tradición y modernidad

El grupo Palenque & Esmeraldas le suma piano y batería a sus ritmos ancestrales

En el barrio Caliente, uno de los rincones más antiguos y tradicionales de la ciudad de Esmeraldas, los tambores resuenan con una cadencia que parece despertar los recuerdos del río y del monte. Allí, en medio del calor y la brisa salobre, nació hace una década el grupo Palenque & Esmeraldas, una agrupación que ha hecho de la música una forma de resistencia, de memoria y de futuro.

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Fundado el 11 de marzo de 2015 bajo la visión de Ramiro Arroyo Hurtado, cantante, compositor y soñador empedernido, el grupo surgió como un refugio sonoro, un palenque moderno donde los jóvenes afroesmeraldeños pudieran mantener vivas las tradiciones que, poco a poco, se desvanecen ante el empuje de la música comercial.

Su nombre, una mezcla de historia y geografía, resume su espíritu: “Palenque” como símbolo de libertad, de los antiguos refugios cimarrones que se levantaron con marimba y machete; “Esmeraldas” como piedra preciosa, como tierra que brilla aún en medio del abandono.

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“Nosotros intentamos mantener y que haya una sostenibilidad de nuestro folclor”, dice Arroyo, con la serenidad de quien sabe que cada golpe de marimba es un acto de fe. “El folclor es nuestra identidad, lo que nos distingue. Por eso lo fusionamos con lo contemporáneo: con bajo, con piano, con batería. No para perder lo nuestro, sino para hacerlo vivir en el presente”.

El repertorio de Palenque & Esmeraldas es un viaje entre tiempos. Interpretan bambucos, andareles, torbellinos, canoitas, carambas y piezas que acompañan las fiestas patronales de la provincia. Cada canción es una historia, un testimonio de las costas negras del Pacífico donde la marimba se confunde con el murmullo del mar.

Pero no se quedan en el pasado. Con más de diez composiciones inéditas, aún esperando su primera grabación profesional, la agrupación busca renovar el acervo afroesmeraldeño con letras que hablan de amor, territorio y resistencia. Entre sus piezas más emblemáticas está “Manglar de Majagual”, una composición nacida del dolor y la esperanza, escrita por Arroyo como una denuncia poética frente a la tala indiscriminada de los manglares. “Es una forma de protesta también —dice—, de levantar la voz por nuestra tierra a través del folclor”.

Palenque & Esmeraldas está conformado por alrededor de diez integrantes, entre adolescentes, jóvenes y adultos. Profesores, médicos, ingenieros, estudiantes y músicos autodidactas que, después de sus jornadas laborales, se reúnen en los patios del barrio para ensayar bajo la luz amarillenta de los bombillos. Allí, entre risas y coros, el sonido de la marimba se mezcla con el bajo eléctrico, las trompetas, el piano y la batería.

“Nos adaptamos al escenario y al bolsillo”, bromea Ramiro. “A veces somos nueve, otras veces doce, según cómo se den las cosas. Lo importante es que el grupo suene, que no se pierda la esencia”.

Desde su creación, Palenque & Esmeraldas ha tenido momentos de brillo y de lucha. En 2015 obtuvieron el tercer lugar en el Segundo Festival Afropacífico, un reconocimiento que los reafirmó en su camino. Han sido invitados a eventos locales y nacionales, aunque la falta de apoyo institucional sigue siendo su mayor obstáculo.

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“La gran problemática es sostenernos. Hay indiferencia de algunas autoridades hacia el folclor. Pero seguimos, porque sabemos que representamos a un pueblo”, confiesa Ramiro.

Pese a las dificultades, el grupo no se detiene. Ensayan con disciplina, afinan sus voces, y preparan nuevas composiciones con miras a festivales como el Petronio Álvarez, en Colombia, una meta que los motiva a diario. “Queremos trascender, llevar nuestro mensaje más allá de Esmeraldas, mostrar que seguimos vivos, que esta cultura late”, dice Ramiro.

Folclórica herencia familiar

La historia de Ramiro Arroyo está atravesada por la música desde la infancia. “Mi madre era maestra y cantora. Me llevaba de pequeño a los arrullos en el campo. Cuando el sueño nos vencía, nos tendían sobre un petate en la sala, y allí, mientras las voces de las mujeres se elevaban entre tambores, íbamos absorbiendo esa herencia sin darnos cuenta”, recuerda.

 De esa semilla nacieron su voz y su proyecto. En su juventud formó parte del grupo Etnia, con el que recorrió escenarios y forjó una mirada artística que, años más tarde, cristalizaría en Palenque & Esmeraldas. “Quise hacer mi propio grupo, darle mi toque. Fusionar sin perder el alma”, cuenta. Su padre, guitarrista y cantor, también dejó en él el eco de las viejas tonadas del litoral. “Tengo esa herencia por los dos lados, por eso siento que la música no es solo un trabajo, es una forma de existir”, dice con orgullo.

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