LAS TUMBAS EN EL DIA DE LOS DIFUNTOS COBRAN VIA
Héctor pasó de la brocha gorda y andamios de caña a plóters digitales y diseños gráficos.NESTOR MENDOZA

Héctor Zapata, el hombre que honra a los difuntos entre pinceles y melodías

Lleva más de 50 años transformando el gris del cementerio en homenajes llenos de color

Héctor Zapata Jordán es uno de esos artistas que aprendió a pintar con la vida misma. Desde niño encontró en los muros y en las tumbas un lienzo para expresar amor y memoria. Su historia refleja la evolución del arte popular ecuatoriano: pasó de las brochas gruesas y los andamios de caña a dominar la tecnología digital sin perder su esencia. A sus 73 años, sigue llenando de color los cementerios de Playas, demostrando que la creatividad no envejece, solo se transforma. Entre pinceles, melodías y recuerdos, Zapata se ha convertido en un guardián de la memoria colectiva.

Te puede interesar Feriado: Provincias de la Sierra quieren reconquistar al turista tras paro nacional

“Recuerdo que casi todas las villas de la ciudadela El Victoria, la primera de Playas, las pinté yo cuando tenía 15 años”, dice mientras acomoda una imagen en una tumba. Su historia combina el oficio del pintor con la sensibilidad del músico, dos pasiones que ha mantenido vivas por más de cinco décadas.

En fechas previas al Día de los Difuntos, Zapata da nueva vida al cementerio de Playas. Coloca placas conmemorativas y epitafios que los deudos encargan para recordar a quienes partieron. “Esta es una jornada de fe, amor y memoria —explica—, los vivos vienen a mantener viva la memoria de los que se fueron”.

Hace treinta años, las imágenes de los difuntos y santos se hacían a pincel, trabajo que podía tomarle más de una hora y por el cual cobraba veinte sucres. “Mientras yo pintaba las tumbas y cruces, los deudos lloraban y recordaban a sus familiares. Era un momento sagrado”, rememora.

Héctor Mendoza

Pero el tiempo y la tecnología lo obligaron a reinventarse. “Tuve que aprender diseño gráfico y manejar la computadora, si no, me quedaba sin trabajo”, cuenta. Con esfuerzo, ahorró y compró un plotter, una máquina de impresión de gran formato que le permite crear diseños nítidos y detallados. Hoy, con la ayuda de su hija Priscila, quien estudió diseño gráfico, combina arte y tecnología para seguir embelleciendo los cementerios. “Hoy todo es digital, pero el arte no se ha perdido, solo cambió de forma. La gente confía en mi trabajo”, expresa.

Zapata también incursionó en la publicidad artesanal, pintando rótulos y letras a pulso. Hoy trabaja con gigantografías y letreros luminosos, pero sin olvidar sus orígenes. “Desde niño soñaba con ser pintor, aunque jamás imaginé la tecnología que existiría hoy”, comenta con una sonrisa.

Héctor Zapata

La música, su otra pasión

Sin embargo, la pintura no es su único lenguaje artístico. A los 12 años, su compadre Gabriel Díaz (+) le enseñó a tocar el requinto. A los 17, ya acompañaba a grandes artistas como Silvana Ibarra, Lilian Suárez, Roberto Calero (+) y Héctor Jaramillo. Integró el dúo Jalca Zapata, junto a Carlos Mite en la segunda guitarra, y participó en la Asociación de Artistas Julio Jaramillo, que fundó junto a su hermano Charles para promover el talento local.

Actualmente, Héctor mantiene un programa cultural en redes sociales, todos los viernes, donde promociona a artistas de Playas. El espacio, llamado ‘Club Los Amigos del Arte Charles Burgos’, busca que el país conozca los talentos locales. Desde España, William Aguirre, un seguidor del programa, confiesa que lo ve cada semana con sus amigos ecuatorianos. “Nos hace sentir más cerca de nuestra tierra, de nuestra gente y de nuestras raíces”, comenta.

Así, entre notas musicales y lápidas coloridas, Héctor Zapata sigue siendo un artista de la memoria: un hombre que pinta para los que partieron y canta para los que aún recuerdan.

¿Quieres acceder a todo el contenido de calidad sin límites? ¡SUSCRÍBETE AQUÍ!