Carmen Ojeda Oquendo | El cuerpo habla: crisis de ansiedad y ataques de pánico

Es importante diferenciar ambos fenómenos, ya que sus causas, manifestaciones y abordajes no son iguales
En la vida cotidiana solemos escuchar que alguien “tuvo un ataque de pánico” o que “le dio una crisis de ansiedad”, como si se tratara de lo mismo. Sin embargo, desde la psicología clínica es importante diferenciar ambos fenómenos, ya que sus causas, manifestaciones y abordajes no son iguales.
La crisis de ansiedad se caracteriza por una activación progresiva del organismo frente a una situación percibida como amenazante. Aparecen síntomas como tensión muscular, dificultad para concentrarse, preocupación excesiva, irritabilidad o sensación de estar ‘al límite’. Suele desarrollarse en un periodo de minutos u horas, con un pico de malestar que luego desciende, y está vinculada a factores estresantes concretos: exámenes, problemas laborales, conflictos familiares o temores anticipatorios.
El ataque de pánico, por su parte, es más súbito e intenso. Surge de manera inesperada, incluso en reposo, y alcanza su máxima intensidad en pocos minutos. La persona experimenta palpitaciones fuertes, falta de aire, mareo, sudoración, temblores y, sobre todo, un miedo intenso a morir, perder el control o ‘volverse loca’. Aunque los síntomas físicos son similares a los de la ansiedad, la diferencia clave es la vivencia de inminente catástrofe y la rapidez con la que aparece.
En consulta clínica es frecuente que los ataques de pánico generen miedo a que se repitan, lo que lleva a conductas de evitación y puede derivar en un trastorno de pánico o en agorafobia.
Las crisis de ansiedad, en cambio, suelen asociarse a la disfuncionalidad en el manejo del estrés y se benefician de estrategias de regulación emocional y reestructuración cognitiva.
En ambos casos es fundamental buscar ayuda psicológica. Identificar de qué se trata el malestar no solo aporta claridad, sino que abre la puerta a un tratamiento oportuno.
La diferencia entre una crisis de ansiedad y un ataque de pánico puede parecer sutil, pero comprenderla es clave para el cuidado de la salud mental.