El olor a palo santo, ruda e incienso inunda la sala. Con los ojos vendados y en fila, los ‘condenados’, inician su descenso al Hades. Manos sin cuerpo los tocan desde los costados, hierbas caen sobre sus rostros. Gritos ensordecedores tensan el ambiente, piden ayuda. Y luego, silencio.

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Una vez que el horror ha pasado, los visitantes se quitan las vendas y observan el enorme mural que los rodea. Es un mural que grafica los castigos infernales que aguardan a los pecadores.

Esta es una parte del tour Entre la culpa y el pecado: un breve recorrido al infierno, que se lleva a cabo en el Museo de la Ciudad, en el marco de la Semana Santa. El primer encuentro fue el fin de semana pasado, y se repetirá nuevamente el sábado 30 y domingo 31 de marzo, a las 11:00 y a las 14:30.

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• DESENTRAÑAR LA CULPA

El encuentro inicia en la capilla (hoy desacralizada) del museo, donde los visitantes deberán cuestionarse qué es la culpa y cómo se aprende. Para ello, dos educadoras van guiando a la audiencia a través de la historia de la conquista de América y de los pueblos originarios.

“Cuando los españoles llegan, no solo llegan en busca de tierra, sino también en una labor de evangelización en la que creían, y para eso tenían que desterrar las creencias de las poblaciones originarias y sus dioses”, señala Jéssica Ortega, mediadora educativa del museo.

Tras salir de la capilla, los visitantes llegan a la primera sala, que grafica a través de murales y dioramas la implementación del orden social colonial, la reorganización de los espacios habitados por indígenas y españoles, y la producción artesanal y musical llevada a cabo por los indígenas, quienes aprendieron la fe y los oficios de la mano de la orden franciscana.

“Cuando no entiendes el idioma, aprendes viendo y escuchando. Eso fue lo que empezó a suceder en este siglo. Eso, sumado al castigo, fue instaurando este nuevo orden y este concepto del castigo divino”, agrega Ortega.

Conforme avanza el recorrido, los visitantes aprenden, desde el contexto quiteño, cómo se construyen los discursos y las prácticas que norman las ideas, cuerpos y sentimientos desde aquella época hasta la actualidad, y cómo se daban las relaciones de la Iglesia con la ciudadanía en el siglo XVII.

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“La prueba más grande de ese castigo para las persona del siglo diecisiete eran los terremotos. En aquella época no se conocían las causas científicas, entonces la explicación más cercana es que eran un castigo divino a un pueblo que pecaba mucho”, añade Paulina Vega, mediadora educativa.

Tras la aproximación histórica, la audiencia pasa al recorrido lúdico, donde efectivamente ‘ingresan’ al infierno y se encuentran con una réplica del afamado mural de Hernando de la Cruz, cuyo original reside en la Iglesia de la Compañía de Jesús. Ahí, a gran escala, se pueden ver los distintos pecados cometidos por los mortales y sus tortuosos castigos.

“Como verán, hay un imaginario complejo que deja ver la construcción social de la época. El castigo para una mujer adúltera es peor que para un hombre adúltero”, reflexiona Ortega. Conforme avanza el recorrido, los visitantes añaden sus propias reflexiones sobre el concepto del pecado.

El último punto del tour es el arrepentimiento, donde los visitantes conocen la historia de la santa quiteña Mariana de Jesús y sus implementos para la expiación del pecado.

• OTRAS ACTIVIDADES

A partir de mañana (27 de marzo) se llevarán a cabo una serie de muestras y recorridos en todos los museos de la capital, que se enmarcan en la Semana Santa. En el Museo del Carmen Alto se ofrecerá la muestra Del dolor a la desolación: interpelando el maternar, que aborda la figura de la Virgen y su rol en la pasión de Jesús.

El Museo de la Ciudad también ofrece el recorrido Mujeres en el siglo XX, que reconoce la participación de las mujeres durante este siglo, las formas en que sus luchas hicieron posible la conquista de derechos.

Entre tanto en Yaku, museo del Agua, se lleva a cabo la muestra Agua y mujeres, que aborda las luchas femeninas en los páramos, donde nace casi la totalidad del agua que se usa diariamente.

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