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Ricardo Velástegui
Ricardo Velástegui, actor, director y gestor cultural.Cortesía

Ricardo Velástegui: "Cuando hay un trabajo por detrás se sostiene la fama"

El actor regresa a la TV como juez de Yo me llamo y está a punto de ponerse en la piel de Otelo en Cuando los celos matan

Ricardo Velástegui (39) soñó en algún momento con vestir uniforme y convertirse en marino, atraído por la disciplina militar. Pero pronto entendió que como actor podía vivir mil vidas en una sola. Ahora se prepara para un gran reto: interpretar a Otelo en la obra Cuando los celos matan, que se presentará del 28 al 30 de agosto en el Teatro Sánchez Aguilar.

Su debut en la pantalla chica fue en el programa En cinta, grabado en las calles, y más tarde participó en varias producciones nacionales. Sin embargo, siempre la balanza se ha inclinado hacia el teatro, donde ha desplegado su talento como actor, guionista y director. A la televisión regresará como juez de la nueva temporada de Yo me llamo, que arrancará el 1 de septiembre.

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Versátil, también es fotógrafo y dueño del Pop Up Teatro - Café, un espacio cultural que en 2026 celebrará su primera década. En lo personal, está divorciado y, aunque su vida laboral no se detiene, confiesa que lo que más extraña son los momentos con sus dos hijos Doménika (12) y Santino (7), quienes viven en Manta junto a su madre, la actriz Adriana Bowen.

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Su regreso a la TV

Con frecuencia los actores dicen que se olvidan de la timidez cuando pisan el escenario. Usted ha confesado serlo.

He descubierto que soy una persona sensible y apasionada. Aquello me llevó por la actuación, necesitaba explorar el mundo. El arte sensibiliza y me cambió la vida. De niño era muy tímido. Los procesos en el teatro y TV son distintos. El primero permite crecer. No hay espacio para el error y en todo caso, el error se resuelve en escena. Generalmente es un trabajo colectivo. Dejo de ser Ricardo y soy otra persona. Se permite explorar emociones o situaciones que en la vida real no se lo haría.

Vuelve como juez a la TV, una experiencia diferente.

Es mi primera vez y jamás me imaginé participar en un espacio así. Me siento bien, como en casa, además respetan a los talentos. No soy fan de los reality shows, nunca me interesó estar en uno. Sin embargo, esta oportunidad en Yo me llamo la consideré porque evaluaré la parte escénica y es lo que hago a diario. Es mi rutina y es lo que me ha permitido conocer a los actores del medio. Tengo otra visión y estoy convencido de que los directores necesitan actuar y los actores necesitan dirigir. Compartiré con Lucas Arnau y Pamela Cortés. Existe química entre nosotros.

En esta ocasión el cantante argentino Áxel y la actriz Érika Vélez ya no estarán en el equipo.

No sé qué pasó. Es una temporada nueva, se entiende que hay cambios, así ocurre casi siempre. No pregunto porque no me compete.

Jamás se debe decir: “De esta agua no beberé”. Aunque no le agradan los reality shows, llegó a uno.

No me gustan por la dinámica. No me convencen porque tienen mucha responsabilidad con los participantes, les otorgan una fama inmediata y eso es peligroso. Los que no ven la TV o el arte como un oficio, muchas veces no lo respetan. Después de ser parte de un reality se creen que ya son actores y no es así. Es atribuirse gratuitamente algo que a otros les ha costado muchos años.

¿Contrataría a un chico reality o influencer para que sea parte de una de sus obras?

Entonces la responsabilidad recaería en mí porque sería yo quien está preparando a esa persona, tendría más control. Hay chicos con talento, que pueden pulirse. El problema es que se estancan, se quedan ahí, piensan que lo saben todo. Así se malforman y maduran con esa malformación.

Lo que les interesa es ser famosos, no formarse, ni crecer.

A eso me refiero con la responsabilidad que tienen los productores de los programas cuando convocan gente. Les dan una fama superficial. Así como hay gente que cree que la fama lo es todo, hay otros que consideran que importa más el oficio, el trabajo y el respeto a la profesión. Producto de ello ganan fama. Cuando hay un trabajo por detrás se sostiene la fama, se la trabaja, si no hay bases se va. Es lo que muchos no entienden.

Hay imitadores que solo se burlan del imitado.

Hay comediantes e imitadores que abusan y destruyen la imagen del artista. Es un trabajo que exige investigación. No cualquiera lo hace. No porque es actor logra imitar. Una prueba es que cuando trabajan el realismo en el teatro no pueden porque necesitan una máscara.

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Los diez años de un sueño

Se aproximan los diez años de su espacio. Un logro tras la pandemia y la inseguridad que se vive en la ciudad.

En Pop-Up me he hecho loco y he hecho de todo: microteatro, teatro de formato largo, inmersivo, teatro novela, hay música en vivo. Se darán sorpresas porque diez años no se cumplen así no más, sobre todo cuando se trata de arte. La pandemia y la inseguridad han afectado. Ahora presentamos Super terapia y la comedia Amante Express. La segunda la protagonizan Joseline Verdesoto y Jackson Peralta. Está basada en hechos reales. A veces hay historias que las llevamos al teatro.

¿Esa historia le ocurrió a usted o le pasó a un amigo?

(Risas) Le pasó a un amigo, pero no puedo decir su nombre. Le pedí a David Castro que la escriba. Un hombre quiere salvar su matrimonio porque ha metido la pata con alguien y contrata a una actriz para que se haga pasar por su amante. Se arma un lío.

Le dará vida a Otelo muy pronto. ¿Tiene algo de celoso?

No soy celoso, pero llevo la vida con esa disciplina militar de la que hablé, debo manejar un equipo. 

Ricardo Velástegui
Se define como un hombre sensible y apasionado.Cortesía

Lo sacudió el divorcio

Ya es un hombre soltero tras su divorcio de Adriana Bowen. ¿Cómo está sentimentalmente?

Me siento tranquilo, ya firmamos papeles hace aproximadamente 8 o 10 meses. Solo tengo dos hijos con Adriana. Quería una familia grande, con cinco chicos, pero ya no. Tras la pandemia me cambió la visión. Sin ser dramático me dio temor traer más niños al mundo. Entonces con Adriana decíamos que las únicas personas que ellos tenían para que los cuiden, éramos nosotros (se conmueve).

¿Existe una relación cordial o no?

Están viviendo en Manta, con mis hijos hablo en las mañanas. Hace aproximadamente seis meses viven por allá. Aquello me cambió un poco los planes. Debo admitir que me dolió mucho. Soy temático con el cuidado de ellos. Con Adriana nos llevamos cordialmente, el proceso de separación se inició hace dos años.

Es joven y generalmente los hombres no pueden o no saben estar solos. ¿Volvería a casarse?

No lo sé, no pienso en matrimonio ahora. Yo estuve casado durante 13 años. Me cambió la vida cuando me separé, porque nunca me lo imaginé. Me sacudió.

¿En qué sentido?

En todos, pero ese despertar me ayudó a tener otra visión, incluso con Adriana. Fue duro el proceso, pero sobreviví.

Siempre hay lecciones que se aprenden.

Aunque suene feo, no todo es para siempre. La vida es cíclica. Cerré el 2023 con una frase que me marcó: “Todo puede pasar”. En un segundo todo puede cambiar. Me siento tranquilo y feliz. Disfruto de estar solo, pasar en casa, cocinar, tomar café, escuchar música, escribir o leer. También me encantan mis momentos de soledad. A muchos les dan miedo. El mejor plan es cuando me cancelan (risas).

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¿Alguno de sus hijos han heredado el talento de padre y madre?

Desde pequeña lo vi en Doménica, pero no quiero presionarla. El niño tiene más mi personalidad, la del Ricardo pensativo y reflexivo.

Durante la entrevista he notado que se emociona.

Como comenté soy sensible. Me rompo en cualquier momento. Duele estar lejos de mis hijos, es algo que quisiera que sea diferente. Adriana es de Manta y comparte con su familia.

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