
Recicla y entra: la Fiesta Escénica cambia chatarra electrónica por entradas
La propuesta ecológica se habilitará para varias obras del encuentro teatral, que concluirá el 29 de junio
a Fiesta Escénica de Quito 2025 (FIEQ) no solo regresó este año con una ambiciosa agenda artística de carácter internacional, sino que también apuesta por un giro innovador que conjuga arte, conciencia ambiental y nuevas formas de acceso al teatro. Por primera vez en su historia, el festival lanza una modalidad de ingreso preferencial a través del reciclaje de chatarra electrónica.
En esta edición, que comenzó el pasado jueves 12 de junio y se extenderá hasta el domingo 29, la Fundación Teatro Nacional Sucre (FTNS) decidió implementar un mecanismo alternativo de ingreso para algunas funciones de la muestra nacional: los espectadores podrán entregar residuos electrónicos a cambio de entradas preferenciales.
“Queremos inscribirnos en una cultura del reciclaje y una conciencia ambiental, pero también garantizar que parte de nuestra programación sea accesible y democrática. Nos parece una linda iniciativa y una manera responsable de pensar el intercambio”, explica Gabriela Ponce, directora artístico-ejecutiva de la FTNS.
Este sistema es parte de una alianza con Ceres, una organización que promueve redes de empresas con compromiso social y ambiental. A través de esta articulación, la Fundación estableció un convenio con Vertmonde, empresa especializada en reciclaje tecnológico, que ha facilitado contenedores de cartón donde el público puede depositar objetos como cargadores, audífonos, celulares y tablets en desuso. Estos se habilitarán en el Teatro Nacional Sucre, el Teatro México, el Teatro Variedades Ernesto Albán y el Centro Cultural Mama Cuchara.
“La mayoría de personas tiene en casa un cajón lleno de accesorios electrónicos que ya no usa”, comenta Kharen Galarza, jefa de relaciones públicas y marketing de la FTNS. “Queremos que los traigan, no como un requisito obligatorio, sino como una acción simbólica y pedagógica que fomente nuevas formas de pensar el acceso cultural”.
Galarza aclara que no existe un número mínimo de objetos a entregar, ni se restringirá el ingreso a quienes no lleven reciclaje. “La apuesta es por una concientización gradual, no por una condición excluyente”.
Las funciones que forman parte de esta iniciativa estarán señaladas con una cromática verde y un ícono de reciclaje, visibles tanto en las agendas impresas como en los canales digitales del festival. La primera función con este tipo de ingreso se realiza hoy, sábado 15 de junio, a las 20:00, en el Teatro Sucre, con la obra El sol seguirá subiendo, la sombra se irá corriendo, poco después volverá la tarde, del colectivo quiteño El Pez Dorado.

Apostar por la sostenibilidad
Según un estudio de 2020, cada ecuatoriano genera en promedio cinco kilogramos de chatarra electrónica al año. A menudo, estos residuos se desechan de forma inadecuada, generando impactos nocivos en el medioambiente.
Con el fin de reducir esa contaminación y minimizar la huella ambiental, la iniciativa se inserta en un proceso más amplio de transformación institucional. “Desde que ingresé a la Fundación hemos fortalecido los componentes de formación, responsabilidad social y sostenibilidad”, señala Ponce. “Este proyecto es parte de ese camino. Queremos ver si este mecanismo puede convertirse en una política a largo plazo, no necesariamente con este tipo de reciclaje, pero sí como una forma de intercambiar valor cultural sin depender únicamente de lo monetario”.
En esa misma línea, la Fundación no busca promover la gratuidad total, sino fomentar formas creativas de retribución. “No pensamos que la cultura deba ser gratuita para ser accesible. Creemos que deben existir múltiples formas de intercambio que valoren el trabajo artístico y, al mismo tiempo, sean incluyentes”, agrega. “Esto es una manera de socializar otras formas de aporte: más conscientes, simbólicas y sostenibles”.
Así, el festival no solo se consolida como uno de los eventos escénicos más relevantes de la región, sino que también se posiciona como un laboratorio de innovación cultural y social. En palabras de Ponce: “Estamos corriendo riesgos, sí, pero creemos que son riesgos necesarios para pensar nuevas formas de gestión, nuevas políticas públicas y una cultura más viva, más comprometida con el mundo que habitamos”.
Adicionalmente, Ponce y Galarza señalan que los valores que se generan a raíz del reciclaje serán reinvertidos en proyectos de la Fundación; en este caso, en el pago de residencias de investigación creativa para jóvenes, en el marco del proyecto Caravana Escénica, a desarrollarse en el Teatro México, y en el pago de residencias de creación de obras para las infancias, en el marco del Festival Internacional Fiesta Escénica de Quito.
Una ventana al quehacer artístico nacional
La programación del FIEQ 2025 incluye doce obras internacionales y diez nacionales. Se trata de piezas estrenadas en los últimos años que han trascendido por la fuerza de sus historias, la calidad actoral o la innovación en sus puestas en escena.
En el caso de las apuestas internacionales, figuran algunas de las obras más emblemáticas de la última década, entre ellas Testosterona, de Christian Alarcón; Imprenteros, de Lorena Vega; Voyager, de Nona Fernández; y Habitación Macbeth, de Pompeyo Audivert.
Por su parte, la oferta nacional -que incluye algunas funciones en las que aplica el formato de ingreso mediante reciclaje- abre una ventana a las propuestas más vanguardistas lanzadas recientemente por actores y colectivos ecuatorianos.
Entre estas destacan Ensayo para la eternidad, de Isadora Fonseca, que retoma la trágica historia de una militante de Alfaro Vive Carajo; Testigos modestos, una pieza de danza de la agrupación lojana Silencio - Cuerpo en Movimiento, que aborda las memorias de los antepasados y su conexión con el presente; Gusanos de metal-Hombres de papel, del Colectivo Inalámbrico, una obra que invita a reflexionar sobre cómo el avance tecnológico nos ha alejado de la realidad; Los rituales del Tahuantinsuyo, una pieza de danza ceremonial inspirada en los textos e iconografías de La primera nueva corónica y buen gobierno, de Felipe Guamán Poma de Ayala; y El agravio de las moscas, del grupo Wambras y Perros Afuera, un thriller con seis personajes atrapados en un apartamento.