Editorial: No es un ring, es servicio público

En todo caso de discrepancia, manejo de una emergencia, quien debe ganar siempre es el pueblo

Las actitudes poco políticas, tanto por parte de la primera autoridad de la nación, como de sus representantes en todo el territorio, o de alcaldes, prefectos o de cualquier persona que se desempeñe en un cargo gubernamental o labore en alguna institución del Estado, ya sea como resultado de una elección popular o por designación, son inadmisibles. 

Todos ellos son servidores públicos y como su nombre lo indica, deben llevar a cabo un trabajo, una misión, por encargo y en beneficio de sus mandantes. Sus labores deben estar encaminadas a satisfacer las necesidades de la población, a solucionar sus problemas y a conducirla planificadamente hacia un futuro de progreso y desarrollo. 

No tienen cabida por lo tanto las pugnas estériles, las bravuconadas, las mediciones de poder, los enfrentamientos verbales ni ningún tipo de actitudes hostiles entre sí, que puedan entorpecer programas, proyectos u obras destinadas a elevar la calidad de vida de la ciudadanía. Tampoco pueden frenar, obstaculizar o impedir que se investigue, sancione o reestructure instituciones y funcionarios con la finalidad de optimizar sus prestaciones y de salvaguardar la integridad de los ecuatorianos.

En todo caso de discrepancia, manejo de una emergencia o toma de decisión sobre temas trascendentales, quien debe ganar siempre es el pueblo.