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Joaquín Hernández: La insoportable levedad del ser

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La insoportable levedad del ser expresa en su título una contradicción. Y por ella permanece para nosotros

Hace 40 años apareció la primera edición en español de la novela de Milan Kundera, La insoportable levedad del ser. Un año antes, en 1984, había aparecido en Gallimard la traducción francesa del original escrito en checo. Citar las fechas de edición no es mero prejuicio bibliográfico. La novela está escrita seis años antes de la caída del Muro de Berlín y de la Revolución de Terciopelo en Checoeslovaquia que produjo la caída del régimen comunista de Husak y que inició la transición hacia la democracia. Sin embargo, en los años en que se escribió la novela y en los que viven los protagonistas, los checos viven una atmósfera conflictiva entre la represión ejercida por el régimen comunista y los movimientos de disidencia que se oponen a la censura del régimen. Se equivocaría quien creyese que esta obra de Kundera se limita a ser una exposición de luchas y fracasos de los personajes donde se diferencian claramente los buenos de los malos. Como dice Tomás, uno de los personajes centrales: “¿Saben una cosa? Todo esto es un malentendido. La frontera entre el bien y el mal es terriblemente confusa”.

La portada de la edición francesa destacaba que esta novela, más que otras de Kundera, era de amor. Un amor peculiar porque una de las protagonistas, Teresa, es una mujer celosa que vive fuertemente estos sentimientos, que “domesticados en el día, aparecen en sueños que son de hecho poemas sobre la muerte”. Por ello la contratapa de la editorial francesa concluye que la novela es también una meditación sobre la muerte de los individuos, pero también de nuestra vieja Europa.

La insoportable levedad del ser expresa en su título una contradicción. Y por ella permanece para nosotros. De ser una novela que no hubiese trascendido la circunstancia política de esas décadas, no nos abriría ahora, interrogaciones. Levedad es, para la novela, casualidad, azar. Y la vida, cualquier vida, es casualidad. Somos producto de ella y por eso vivimos solo una vez. En este sentido, el ser humano es libre. El ser, en cambio, es el peso. “La carga más pesada es, por tanto, a la vez, la imagen de la más intensa plenitud de la vida”.

Todos los personajes de la novela, Tomás, Teresa, Sabrina, Franz, viven la dislocación entre la levedad y el peso. Ninguno de los extremos justifica o proporciona certezas. Teresa ama, pero no puede eludir la casualidad que permitió haber encontrado a Tomás. Este a su vez, ama a Teresa, pero no puede evadir la contingencia que permitió su encuentro. En ese sentido son personajes de hoy, que intentamos orientarnos en medio de los azares.