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¿Por qué nadie me lo dijo?, película de Armagedón Quintero
Bajo la dirección de Agamenón Quintero, ¿Por qué nadie me lo dijo? fue rodado entre Barcelona (España) y Montería (Colombia), como una coproducción entre Colombia, España y República Dominicana.Youtube

'¿Por qué nadie me lo dijo?', en el Festival de Cine Internacional de Guayaquil

'¿Por qué nadie me lo dijo?' se presenta en el XI Festival de Cine Internacional de Guayaquil, el 1 de agosto, a las 18:00

Jordi Quintana (Uri Callau), director de cine, está en Barcelona viviendo momentos difíciles en lo que a sus emociones respecta. Encuentra a Flora (Laura Baixaull), auxiliar de vuelo, y entabla una relación existencialista. Le sugieren que vuelva a Colombia para hallar su paz interior. 

Viaja y se reúne con un psiquiatra; le habla sobre la tóxica relación amorosa que vivió con la mujer que robó su estatuilla, la ganada en un ya lejano festival. Lo desprestigió diciendo que ella era la realizadora del cortometraje. 

Un amigo actor le propone filmar una nueva película, pero él duda por sufrir deterioro económico. Sin embargo, se lanza a la idea. Surge el casting y se acercan al alcalde, quien apoyaría el rodaje si crean soportes culturales y acceden a ser jurado del concurso para elegir a la soberana del villorrio.

Más tarde, Jordi se encuentra con Laura (María Cecilia Sánchez), un viejo amor que ayudará a buscar locaciones para el filme. Hablando telefónicamente, un amigo, le advierte que está en un festival en Chile, donde han mencionado a Jordi.

Incluso hablaron del trofeo robado y de la posición de la señora que lo calumnió. Jordi viaja y se enfrenta a las feministas que lo acusan de machismo, aclara los hechos, pero no hay ecos por parte de los escuchas. Regresa a Colombia tambaleando anímicamente. Laura le sugiere que haga una película sobre lo sucedido… pero: “No sería un drama -dice riendo- ¡sería un filme de terror!”.

¿Por qué nadie me lo dijo?, la crítica de Jorge Suárez

¿Por qué nadie me lo dijo? No es una película… es la vida misma. Y más lo será si usted forma parte del quehacer fílmico nacional o internacional. Aquí están los problemas que surgen para ciertos rodajes latinoamericanos: financiación, autoridades engañosas que afirman su colaboración para olvidar más tarde la palabra dada. 

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Vibran las reacciones de ciertos asistentes y, más que nada, los sentimientos que envuelven a todo director en el momento de exponer sus vicisitudes públicamente, a través de un guion. 

Todo eso está aquí, entregado en forma sencilla, con un guion perfectamente equilibrado, fácil de seguir, punzante, veraz y sincero; sin llegar jamás a lo plañidero, pues están dichos con altura, con ese don que refleja la verdad.

La fotografía, en tonos suaves, entre penumbras, ríos, maizales y atardeceres, muestra los sentimientos de los personajes, especialmente los de Jordi: envuelve su figura con imágenes claustrofóbicas, callejuelas estrechas, oscuridad, y esas luces y sombras que dibujan los estados del alma. Y cual contraste… el maizal con Laura de compañía. 

Es esa luz dorada y amplitud paisajista lo que la convierte en sinónimo del ser que entra al reposo anímico. Por ello, hay que aplaudir a Carlos De León, su artífice. La banda sonora, incluyendo su música (de Álvaro Bustos y Miguel Romero), subraya las secuencias.

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Entre las secuencias, agrada la del casting, especialmente el momento en que las chiquillas exponen sus dotes y surge la muchacha de temperamento fuerte y presenta con exactitud su hoja de vida y su participación en las redes sociales. La joven que la interpreta impone el fuego juvenil de las chiquillas ambiciosas. También sobresale la señora que no tiene correo electrónico, pero sí un celular.

En el campo de las actuaciones, aciertan Laura Baixaull y María Cecilia Sánchez; la primera, por su frescura y espontaneidad; la segunda, por captar y exponer la madurez de la fémina que se convierte en amiga de un ex amor. 

Uri Callau sale airoso de un rol que bien pudo hundirlo, puesto que más que ‘hablar’, es ‘narrar’ sus sentimientos, permitiendo ver desasosiegos y la fuerza anímica necesaria para seguir adelante. Sus diálogos, a veces muy cercanos al soliloquio, mantienen el interés del público debido a la inteligencia con que los va exteriorizando.

Encomios para Agamenón Quintero, director y guionista, quien ha venido al Festival y, a lo mejor, su película resulta ser ganadora de la Iguana Dorada 2025, y demuestra, con su obra, el arte que engloba tanto al guion como a la dirección.

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