
En "Reversiones y Ficciones de la Nación", el arte cuestiona las versiones oficiales
La exposición, que reúne piezas de creadores ecuatorianos y bolivianos, se inauguró en la capital
Desde tiempos coloniales, los pueblos esclavizados y las comunidades marginadas han tejido sus propias narrativas para resistir a la historia única. Reversiones y Ficciones de la Nación surge de esa necesidad de repensar los relatos que nos construyen. La exposición, que se presenta en la galería Arte Actual de la capital, invita a mirar de frente los conceptos de mestizaje, patrimonio e identidad desde la sospecha. Su punto de partida es una pregunta urgente: ¿qué queda fuera de la historia cuando solo una voz la narra?
La muestra reúne a ocho artistas de Ecuador y Bolivia —Angélica Alomoto, José Ballivián, Borrego-Darío Caiza, Pamela Cevallos, Andrea Alejandro Freire, Isabel Llaguno, Viviana Mamani y Fidel Minda— cuyos trabajos fueron comisionados tras un largo proceso de investigación y diálogo. Las obras, diversas en lenguajes y soportes, se articulan en torno a un propósito común: subvertir los discursos dominantes y abrir grietas para imaginar otros futuros posibles.
Un espacio para cuestionar
Bajo la curaduría de Jaime Sánchez Santillán y la cocuraduría de Juan Fabbri Zeballos, la exposición propone un ejercicio de memoria crítica. Desde los estudios culturales y la antropología visual, ambos investigadores articulan una reflexión sobre las formas en que los museos y las instituciones educativas han contribuido a consolidar una visión homogeneizadora de la nación. En palabras de Sánchez Santillán, el proyecto “plantea preguntas a las narrativas hegemónicas y mediáticas, y utiliza la ficción como herramienta radical para imaginar futuros equitativos que escapen a las brechas del capitalismo salvaje”.
La propuesta dialoga con las ideas de pensadoras como Silvia Rivera Cusicanqui, quien advierte que el concepto de nación hegemónica “es un cascarón vacío, incapaz de reflejar la complejidad de países empobrecidos por esas mismas hegemonías”. En esa línea, Reversiones y Ficciones de la Nación apela a la diversidad, a lo colectivo y a la soberanía como principios de reconstrucción simbólica. Es, también, una provocación para recuperar los relatos propios y reconocer las historias no oficiales que habitan los márgenes.
Cada artista aporta una mirada singular. En Wayraska, Angélica Alomoto revisa la forma en que los museos exhiben los objetos arqueológicos y construyen sus discursos sobre el pasado. José Ballivián presenta TEO, un video sobre un personaje “chojcho” que deambula entre la modernidad y lo ancestral, encarnando la tensión de una identidad racializada en Bolivia. Borrego-Darío Caiza, en Lineazo ecuatorial, marca con los colores de la bandera ecuatoriana monumentos y edificios de Quito para medir, simbólicamente, la rectitud del relato nacional.
Pamela Cevallos, con su Museo Itinerante del Mocarro, juega irónicamente con la idea del patrimonio a partir de réplicas arqueológicas falsificadas, mientras Andrea Alejandro Freire imagina en Uranolito Rioverde una historia alternativa para Esmeraldas, donde la caída de un cuerpo celeste reconfigura el destino de la provincia afroecuatoriana. Isabel Llaguno, en su video Nunca leí los libros para aprender kichwa de mi abuela, activa memorias familiares negadas por el blanqueamiento cultural, utilizando su cuerpo como vehículo de memoria.
Desde Bolivia, Viviana Mamani presenta Cristóbal Condori, una nariz de ficción, instalación que parte de la mutilación del monumento a Colón para reflexionar sobre la cirugía estética y la aspiración a la blancura. Y Fidel Minda, con su pieza sonora No somos•somos•queremos, recrea la memoria de la diáspora afroamericana en un performance que entrelaza música, cuerpo y política.
Reversiones y Ficciones de la Nación puede visitarse de martes a sábado, de 10:00 a 17:00. La exposición no busca respuestas definitivas, sino nuevas preguntas. Como recuerda el texto curatorial: “Más importante que sostener el concepto de nación concebido por élites blancas, es entender lo colectivo, lo diverso y la soberanía de quienes la habitan”. El ingreso es libre.
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