
Cuzumba: “La indiferencia es lo que nos tiene como estamos”
Tras seis meses de ensayo, el proyecto de Alfonsina Ponguillo y Cristian Cabrera estrena ‘Sangre y pólvora’
“Un canto consciente y sentido”. Las palabras rebotan frente a un telón. Las dice la cantora Alfonsina Ponguillo, que presentará ‘Sangre y Pólvora’ como Cuzumba, el sábado 25 de octubre de 2025 (19:00) en el Teatro Variedades.
“Sangre y pólvora” también es el título de su sencillo, que ya se puede escuchar en varias plataformas. Está inspirado por el dolor, suelta la artista, con un tono de autenticidad al habitar la realidad azarosa de quien camina por la Plaza del Teatro y tantas piedras quiteñas.
En su música hay cumbia, bolero, albazo, zamba y bossanova. Viene de ser invitada por las banda La Malamaña (salsa), en un concierto que se realizó sobre las tablas del Teatro Nacional Sucre. Su propuesta, enfatiza, “es un llamado para salvar a las infancias de la guerra: ellos no merecen vivir esta realidad y se merecen un mundo en el que puedan soñar”.
Los ensayos han sido constantes. A Alfonsina (voz principal) la acompañarán Cristian Cabrera (guitarra, que conforma con ella Cuzumba); también Stalin Gonzáles (guitarra), Gustavo Bedón (batería), Julián Velazco (vibráfono), Giovani Bermúdez (bajo), Iza Pacheco (flauta) y Santiago Jiménez (saxófono).
Las entradas se pueden adquirir en la boletería de la Plaza del Teatro
Un ensamble muy ecuatoriano
“Los artistas somos guardianes de la memoria histórica y el canto es una forma de materializar esa memoria social, de una manera que cala en los corazones de las personas”, dice Alfonsina.
Hay formas de llevar al interior lo circundante y doloroso para que salga en forma de canto. En el sencillo las cuerdas son la antesala de una caminata en la que la cantora escucha las (in)certezas de un ave muy quiteña: un mirlo parado sobre arupos y magnolias sin semilla, plantas temerosas de que “arranquen sus raíces”.
Mangos verdes en el canasto de la abuela, también temerosos del despojo, habitan la letra sobre los vientos, cuerdas y percusión. El sueño, la animalidad urbana completan el paisaje sonoro.
Y hay una presencia escénica que se puede intuir de la portada de su single o del loop en el que ella irrumpe masticando un billete mientras sus dientes sangran.
—Quiero que duela— responde la artista a la pregunta de la periodista Noe Caizaluisa sobre los efectos esperados en su concierto. —Quiero que (el público) caiga en cuenta de lo mal que estamos como país, como territorio. Toda Latinoamérica está pasando por procesos políticos muy duros para toda la población y quiero que tomemos consciencia de que nuestras acciones tienen un peso (...) La indiferencia es lo que nos tiene como estamos. Quiero que el público se comprometa, no desde una trinchera militante, martirizada como de costumbre; sino desde su cotidianeidad que regresen a ver a la persona al lado suyo y puedan conectar con sus realidades, vivencias.
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