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Debate sobre los presuntos abusos en la televisión ecuatoriana
El debate sobre los presuntos abusos en la televisión ecuatoriana revive viejos silencios y abre paso a una reflexión sobre el poder, la culpa y el respeto en los medios.canva

¿Abusos en la TV? Figuras ecuatorianas rechazan los viejos discursos de culpa

Presentadoras, madres y expertas reflexionan sobre los rumores de abusos en la TV y la responsabilidad a quienes comunican

Durante años, hablar de abusos o manipulación en la televisión ecuatoriana era casi un tabú. Los rumores existían, pero se quedaban entre pasillos, convertidos en “chismes” que nunca llegaban a denunciarse. Hoy, esa vieja costumbre de callar comienza a resquebrajarse: el poder, el silencio y la culpa ya no se miran igual.

La reciente polémica en torno a los comentarios de la actriz Sofía Caiche sobre presuntos abusos en los años 90 reabrió un debate pendiente: ¿hasta qué punto la televisión de esa época normalizó comportamientos que hoy serían inaceptables? ¿Y cuánto ha cambiado realmente el entorno para las nuevas generaciones?

Durante el pódcast Un Show de Cache-T, que conduce junto a Álex Plúas, Caiche reaccionó a las declaraciones del actor Carlos Scavone, quien aseguró conocer casos en los que menores de edad fueron víctimas de abuso dentro de producciones televisivas. En ese contexto, la actriz comentó que ingresó a la televisión a los 16 años y que su madre la acompañaba siempre, agregando que esas situaciones “dependían de cada jovencita”.

Sus palabras generaron controversia inmediata. Scavone intervino para recordarle que “la víctima nunca tiene la culpa; la culpa es netamente del violador”. Caiche respondió que no pretendía justificar los abusos, sino destacar el papel de los padres en el cuidado de los hijos menores. 

Sin embargo, el intercambio puso sobre la mesa una discusión más profunda: cómo se construyó durante años la idea de que la responsabilidad recaía en las víctimas o en su entorno, en lugar de señalar el abuso de poder.

“Las víctimas siempre serán víctimas”

La presentadora y panelista de televisión Soraya Guerrero recuerda que los rumores sobre supuestos abusos circularon durante años en el medio, aunque en su experiencia nunca presenció algo directamente.

“Es un asunto muy delicado, porque las víctimas que han atravesado esto siempre serán víctimas. Mentes abusadoras, por tener poder, las han hecho caer en esa situación. No deja de ser un abuso, algo que lastima y quita la honra de una persona”, señala.

Guerrero sostiene que los tiempos cambiaron, pero los límites deben seguir claros.

“Nadie sale a provocar a nadie. No estoy de acuerdo con culpar a las víctimas ni a los padres. Nadie tiene derecho a abusar de ninguno de nosotros”, enfatiza.

Soraya Guerrero.
Soraya Guerrero.Archivo

“No todas las madres pueden acompañar”

Desde otra perspectiva, Silvana Kalil, madre de la cantante Mar Rendón, coincide en que la protección familiar es importante, pero también reconoce las dificultades de hacerlo en un entorno exigente.

“Tuve la suerte de poder acompañar a Mar en casi todo, pero no todas las madres pueden hacerlo, y eso no las hace malas madres. El simple hecho de que un entorno esté lleno de adultos lo hace más difícil para una niña o adolescente. Por eso, más que juzgar, hay que crear entornos seguros y de confianza”, reflexiona.

Mar Rendón en la presentación de Pero No Tanto
Mar Rendón hija de Silvana Kalili.Instagram

“Sí hubo productores que pedían algo más”

La actriz Pamela Palacios también formó parte de esa generación televisiva y reconoce que escuchó historias que hoy no se pueden repetir.

“Trabajé desde los 14 años en el mundo del modelaje y a los 17 me casé. Es cierto que en algún momento escuché de productores de programas importantes de la época que pedían algo más con tal de que las chicas salieran en televisión”, cuenta.

“Una modelo muy conocida me invitó a una fiesta del canal y mi mamá no me dejó ir. Lloré y pataleé, pero con el tiempo le di la razón. Sé que en esas fiestas había mucha perdición. Sí, he escuchado de abusos, y no solo de hace 25 años: todavía ocurren hoy, solo que ahora están más expuestos”, afirma.

Pamela Palacios
Foto de archivo de Pamela Palacios.Gerardo Menoscal

“No hay forma de justificarlo”

La presentadora Conny Garcés, en cambio, es tajante al opinar sobre la polémica.

La posición de Sofía me causó mucho rechazo. La sentí como si estuviera justificando malas acciones solo porque algunos jóvenes no tenían padres que los cuidaran”, dice.

Para Garcés, la libertad y el respeto no son negociables.

“Las mujeres hemos luchado mucho por vestirnos y expresarnos como queramos, sin ser blanco de comentarios de hombres morbosos. Decir que alguien fue víctima por usar un vestido corto es incorrecto. Cuando una mujer dice ‘no’, es no. Y tratándose de una niña o adolescente, no hay forma de interpretarlo distinto”, enfatiza.

Conny Garcés
Conny Garcés en una foto de archivo.Cortesía

“El poder no ha cambiado lo suficiente”

Para la psicóloga clínica Anabelle Arévalo, excoordinadora del CEPAM, los casos de abuso siguen ocurriendo porque las estructuras de poder siguen intactas.

“Las adolescentes no son culpables de las acciones de los agresores. En muchos hombres persisten creencias patriarcales que consideran los cuerpos de las mujeres como objetos de poder. Las adolescentes están en desarrollo emocional y psicológico; por lo tanto, son vulnerables a la manipulación de los abusadores”, explica.

Arévalo advierte que el país aún carece de políticas públicas sólidas de educación sexual integral y prevención del abuso.

“El abuso de poder y sexual hacia niñas, adolescentes y mujeres de todas las edades continúa, en parte, porque no existe una educación sexual que enseñe límites, consentimiento y respeto”, añade.

De los rumores a la responsabilidad

El viejo discurso de que “la víctima sabía en lo que se metía” o “se lo buscó” ya no tiene cabida y tampoco debió tenerla antes. Es una narrativa que, además de injusta, perpetúa la impunidad y normaliza el abuso.

Hoy, quien tiene un micrófono al frente o una cámara encendida también tiene una responsabilidad: informarse, comprender y hablar con perspectiva, sin caer en estereotipos que revictimizan ni frases que deshumanizan.

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