
Tras semanas de terror, alumnos de Playas se preparan para volver a clases
Tras la masacre del 19 de julio y semanas de educación virtual, el retorno a las aulas está fijado. En el sitio hay miedo
Las clases presenciales en General Villamil Playas se reanudarán el próximo 25 de agosto, tras haber sido suspendidas desde el 20 de julio por el estado de emergencia. La decisión se tomó en una reunión entre el COE cantonal y el Distrito de Educación, donde se resolvió acortar la medida, que originalmente iba a durar 60 días.
La medida marca un punto de inflexión para cientos de estudiantes que han intentado continuar su formación desde casa, en condiciones muchas veces precarias. Sin embargo, el anuncio, lejos de cerrar el capítulo de esta crisis educativa, reabre preguntas clave: ¿están dadas las condiciones para un regreso seguro? ¿Cómo recuperar lo perdido? ¿Qué lecciones deja esta interrupción forzada?
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Educación virtual que no alcanzó a todos
Desde que se suspendieron las clases presenciales el pasado 20 de julio —tras la masacre en la sala de billar del barrio Santa Isabel, donde 11 personas fueron asesinadas— el sistema educativo local entró en modo de emergencia. La virtualidad se activó como única salida, pero pronto mostró sus límites.
“No todos tenemos internet. Yo gasto tres dólares diarios en copias y ciber, que muchas veces no tengo”, relata María Carpio, madre de dos estudiantes. Para Patricia Yagual, el problema no es solo económico: “Tengo un celular y tres hijos en edad escolar. Solo uno puede conectarse”.
El acceso desigual a tecnología, conectividad y acompañamiento familiar convirtió la educación virtual en una carga más que en una solución. En lugar de ser una vía para mantener el aprendizaje, evidenció —y profundizó— las desigualdades del cantón.
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El regreso, condicionado a la seguridad
Aunque el Distrito de Educación propuso retomar las clases desde el 31 de julio, la propuesta fue rechazada por las mesas técnicas del COE cantonal, que priorizaron el análisis de riesgos. “Antes de volver, necesitamos certezas de seguridad”, dijo Harold Vinueza, mayor del Ejército y miembro de la mesa de seguridad.
La decisión final fue fijar el regreso para el 25 de agosto, condicionado a una serie de evaluaciones constantes. Durante ese periodo, las instituciones educativas deberán cumplir con un cronograma de vigilancia, reportes semanales de riesgo y la activación de un comité de seguridad escolar con participación de padres de familia y la Policía Nacional.
Carlos Alvarado, representante del COE, advirtió además que entre el 2 y el 24 de agosto habrá reducción del contingente militar en la zona, por lo que las decisiones deben ser “cuidadosas, responsables y con planificación”.
Heridas abiertas en las aulas
El regreso a clases no solo implica reabrir aulas, sino también atender el impacto emocional que ha dejado la violencia en estudiantes, docentes y familias. La masacre del 19 de julio dejó un trauma colectivo difícil de procesar: entre las víctimas hubo un estudiante, un entrenador deportivo y el hijo de un concejal. Muchos niños conocían a las personas asesinadas.
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El duelo, la inseguridad y la falta de espacios de contención emocional son ahora parte del desafío escolar. Para los docentes, el reto es doble: enseñar y acompañar. Para las autoridades, garantizar que no haya nuevos episodios de terror.
“No queremos solo una fecha de regreso, queremos garantías. Queremos que nuestros hijos vuelvan a estudiar, pero también que vuelvan vivos a casa”, dice una madre durante una asamblea barrial.

Volver no es suficiente
Playas quiere volver a la normalidad, pero no a cualquier costo, alegan las familias. La reanudación de clases el 25 de agosto es un paso necesario, pero no suficiente.
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"El eco de los disparos aún ronda el ambiente. Las aulas abrirán, sí. Pero el miedo, la desconfianza y la fragilidad social siguen ahí. Y aunque el silencio de los últimos días pronto se llene con la voz de los estudiantes, la comunidad sabe que lo que vuelve no es exactamente lo que se fue", señaló Karina Lucero, habitan del cantón.
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