Proyectos tecnológicos Espol
Jean Carlos Thomé y Patricio Vásquez prueban su panel solar capaz de moverse al detectar luz.Cortesía de Adrián Peña

Proyectos universitarios buscan resolver problemas cotidianos de Guayaquil

Con ingenio y usando la tecnología, jóvenes estudiantes elaboraron inventos y los presentaron en feria

El carrito se mueve con timidez sobre el piso, pero lo que sorprende no son sus ruedas, sino su voz. A través de dos cámaras que simulan ojos, el juguete observa a quienes lo rodean y comienza a narrar lo que ve. “Martín, un joven de camisa negra y gafas, tenía su teléfono como si fuera un artefacto mágico…”, dice. El autor de este curioso invento es Erick Flores, un estudiante de Telemática.

Ese artefacto fue uno de los más llamativos de la feria de proyectos realizada en la Escuela Superior Politécnica del Litoral (Espol), en Guayaquil. Como cada semestre desde 2018, los mejores trabajos de estudiantes fueron exhibidos a empresas y alumnos de bachillerato.

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Erick bautizó a su proyecto con el nombre ‘Cuentos que caminan’, cuya idea nació al ver a sus tres hermanos pequeños pasar horas en el celular. “Puro scroll”, como dice él, refiriéndose a la forma en que navegan constantemente en redes sociales.

Quiso ofrecerles una alternativa que combinara la tecnología con la imaginación. El prototipo utiliza inteligencia artificial (IA) para generar relatos aleatorios basados en las imágenes que sus cámaras capturan.

Así, cada encuentro con un perro en el parque, un pájaro en un árbol o un transeúnte distraído puede convertirse en un cuento familiar que luego puede leerse.

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Un invento para que conductores no se queden dormidos al volante

Mientras el carrito narrador sorprendía a los invitados que lo rodeaban, un par de jóvenes presentaban una propuesta orientada a salvar vidas en las carreteras. Yeremy Delgado, estudiante de Mecatrónica de 23 años, y su compañero Darwin Jácome diseñaron un sistema que monitorea los ojos de los conductores para evitar accidentes causados por quedarse dormidos al volante.

El dispositivo utiliza una cámara con IA capaz de medir la distancia entre los párpados de cada ojo. Cuando detecta que esta disminuye más de lo permitido, emite una alerta sonora. Pero no se queda allí: un cojín vibrador se activa en la espalda del conductor y, en una tercera fase, ambos estímulos se combinan mientras se envía un mensaje a un familiar vía Telegram para que intervenga.

Proyectos tecnológicos Espol
Yeremy Delgado enseña su prototipo a un alumno de bachillerato.Cortesía de Adrián Peña

“La idea es incomodar al conductor lo suficiente como para que no se quede dormido”, explica Darwin. Yeremy añade que su motivación nació de ver a su pareja, estudiante de Medicina, volver agotada de largas guardias de hospital. “Me dijo que este invento sería muy útil para estudiantes como ella. También lo vemos aplicable en conductores de empresas”.

Panel solar que aprovecha la radiación

En otro rincón de la feria, dos alumnos levantaban un panel solar que parecía moverse por cuenta propia. Jean Carlos Thomé y Patricio Vásquez crearon el seguidor solar, un mecanismo que, gracias a sensores de dirección de luz, orienta automáticamente el panel para aprovechar al máximo la radiación solar.

“Un panel estático pierde hasta el 40 % de la energía si no apunta directo al sol”, señala Jean Carlos. Con su invento, basta un solo panel para suplir necesidades energéticas domésticas, sin llenar el techo de instalaciones costosas.

Patricio recalca el valor de este proyecto en un país que ha enfrentado apagones por el estiaje. “El sistema es autónomo y se alimenta de la misma energía que produce. Podría ser una herramienta vital”.

Las aulas son laboratorios de soluciones reales

El ingeniero Ronald Solís, coordinador de la feria y docente de la Facultad de Electricidad y Computación (FIEC), explica que esta iniciativa se realiza cada semestre desde el año 2018 y nació con un objetivo claro: convertir las aulas en un laboratorio de soluciones reales.

“Aquí los estudiantes no solo muestran lo que aprendieron en clase, sino que proyectan cómo sus ideas pueden resolver problemas concretos de la sociedad”, explica.

La dinámica es rigurosa: los proyectos avanzan semana a semana, y solo los mejores llegan a exhibirse en la feria.

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Solís recuerda con especial entusiasmo el caso de un alumno que diseñó un sistema de control y monitoreo industrial. Lo que empezó como un prototipo estudiantil terminó convirtiéndose en una herramienta adoptada por una empresa de la región, que luego le abrió las puertas a pasantías y trabajo internacional.

“Hoy ese joven viaja por diferentes países de América aplicando lo que una vez fue un proyecto de feria”, dice orgulloso.

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