Museos que se habitan: cuando la comunidad entra en escena

Estudiantes y docentes de la Universidad Casa Grande reconfiguran museos en Guayaquil y Salango como espacios educativos

En Guayaquil, los museos han comenzado a despojarse de su silencio. Ya no son recintos contemplativos y distantes, sino espacios vivos donde la comunidad observa, participa y transforma. Esta reconfiguración no ha ocurrido sola. Detrás hay procesos académicos y sociales que impulsan esta nueva museología, como los Proyectos de Aplicación Profesional (PAP) de la Universidad Casa Grande (UCG), donde estudiantes de distintas carreras, junto con sus docentes, intervienen en museos reales con el propósito de devolverles su conexión con la gente.

Espacios que deben ser habitados por la ciudadanos 

NOCHE DE ARTE ABIERTA

Noches abiertas: el plan cultural gratuito que busca reactivar el centro de Guayaquil

Leer más

“Los museos deben ser lugares donde las culturas se encuentren y se repiensen, no vitrinas muertas”, señala Jorge Albuja, docente de la UCG y uno de los líderes de estos proyectos. La propuesta es clara: habitar los museos. Y eso se ha hecho, paso a paso, en espacios tan diversos como el Museo del Bombero, el Museo del Cacao y, próximamente, el Museo de Salango, en Manabí. Todos con un hilo conductor: el museo como territorio común, educativo y comunitario.

En el Museo del Bombero “Jefe Félix Luque Plata”, se ejecutaron dos fases. En 2023, el PAP propuso una estrategia de mediación educativa con enfoque comunitario, mientras que en 2024 se trabajó una línea comunicacional que permitiera reactivar el museo y ampliar su alcance. La docente Adriana Echeverría, quien también participó como guía del proyecto, recuerda que “se generaron alianzas con más del 90 % de los restaurantes de la calle Panamá, se realizaron presentaciones teatrales, y se crearon materiales lúdicos e inclusivos para niños con capacidades especiales”. El museo dejó de ser solo una parada turística para convertirse en un espacio de ciudadanía.

Pero la experiencia fue más allá. Sandra Guerrero, docente investigadora y terapista de lenguaje, destaca el trabajo realizado en el Museo del Cacao. “Allí nos enfocamos en estrategias de accesibilidad para personas con hipoacusia profunda. Se grabaron audioguías con intérprete de lengua de señas, se implementaron kits multisensoriales para oler y tocar el cacao, y se capacitó a los guías para que comprendan las necesidades de este público”, asegura. La inclusión fue la brújula, y los estudiantes que no eran especialistas en audiología ni museología, aprendieron desde la empatía y la investigación.

Noches abiertas

Guayaquil despierta de noche con arte: proyecto busca reactivar el centro

Leer más

Proyectos fuera de la ciudad de Guayaquil 

Este año, el trabajo se trasladará al Museo de Salango, enclavado en una comuna ancestral manabita. El objetivo: co-diseñar un programa educativo desde la mirada de la propia comunidad. “Vamos a trabajar con líderes sociales y jóvenes para que el museo sea una herramienta de memoria viva, no un relato impuesto”, comenta Albuja, quien previamente ya realizó un acercamiento independiente con la localidad. Este enfoque busca consolidar el museo como un espejo donde los habitantes se reconozcan.

La experiencia de los PAP también dialoga con una visión más amplia que ya resuena en otros espacios museísticos del país. Paola Martínez, administradora del Museo Nahim Isaías, lo expresa con claridad: “Los museos deben sentirse, olerse, tocarse y, sobre todo, pensarse. La experiencia debe ser multisensorial y trascender los muros para llegar a comunidades aún excluidas”. En línea con esta mirada, varios museos de Guayaquil han incorporado ludotecas, bibliotecas infantiles, salas de mediación cultural y herramientas pedagógicas adaptadas a diversas edades y capacidades.

¿Te gusta leer Diario EXPRESO? SUSCRÍBETE AQUÍ.