
Llueve y Guayaquil sufre su eterna migraña: los baches
La ciudadanía espera mantenimiento tras el recaudo del impuesto vehicular. El problema no discrimina barrios
Es un hecho: Guayaquil colapsa con cada lluvia que cae. Esta ciudad, golpeada año tras año por intensas precipitaciones, enfrenta nuevamente el desafío de lidiar con sus consecuencias devastadoras, que no solo incluyen inundaciones y caos vial, sino que también han puesto en evidencia la vulnerabilidad de su infraestructura, generando un problema recurrente: los baches.
No hay sector que se salve. El deterioro visible en puntos como la Martha de Roldós, el suroeste, Miraflores, Ayacucho, la Perimetral, entre otros, mantiene a los conductores alarmados. Ya sufren el temor de quedarse varados por la lluvia y, ahora, enfrentan el riesgo de caer en uno de los huecos o, al intentar esquivar alguna grieta, sufrir un accidente.
“El Municipio aún no arregla ni las juntas de los puentes y con estas lluvias se ha empeorado el panorama. Yo le pido al alcalde que invierta su tiempo en el trabajo que tanto necesita la ciudad, como es el tema de calles, y devolverle la luz a las luminarias”, comenta Marcelo Campos, quien recorre la Perimetral a diario por su trabajo, para llegar a Los Ceibos.
Un comentario similar hace Francisco Cedeño, residente de la Martha de Roldós, quien denuncia el deterioro de las calles, citando como ejemplo la que divide esta ciudadela con la avenida Las Aguas, cerca de un predio de la Universidad de Guayaquil. “Si avanzas por donde va la 108 (línea de bus), encontrarás más daños. Estas calles ya llevan tiempo en este estado”, señala el morador, quien hace un llamado a la Dirección de Obras Públicas.
¿Cuál es la respuesta del Municipio de Guayaquil?
Diario EXPRESO intentó dialogar con dicha dependencia municipal, pero desde el equipo de Comunicación se indicó que la entrevista se llevaría a cabo esta semana.
Es crucial conocer el estado del asfalto que se coloca en la ciudad, ya que a finales de 2023, Andrés Burbano, entonces titular de esta dirección, confirmó a este Diario que se haría un estudio sobre el conocido problema de la pésima calidad del asfalto. “Una calle asfaltada con buen asfalto debería tener una vida útil de 10 años, si no un poco más. Nosotros estamos trabajando con vidas útiles de 5 años”, fue su argumento.
Al respecto, EXPRESO realizó un recorrido y comprobó que ya hay calles severamente afectadas por el constante deterioro. La calle Cuenca, Ayacucho, Agustín Vera Loor, la Félix Sarmiento (Miraflores), la Camilo Destruge, la avenida 25 de Julio y algunas que integran Urdesa y Samanes figuran entre los “dolores de cabeza” que atrofian a conductores y moradores.

Miguel Córdova, residente de la calle Argentina, señala que en su sector “las calles están bien”, pero en otras del suroeste están “de terror”. Recuerda que, hace pocos días, se anunció que el impuesto vehicular, antes recaudado por el Servicio de Rentas Internas (SRI), ahora lo hará el Municipio para arreglar las vías. Espera que no sea solo una promesa y que se vean resultados en las calles. “Lo peor es que ahora están las lluvias, pero algo tienen que hacer. No puede ser que cada invierno se dañen las calles. Cada 6 o 10 meses hacen contratos para bacheos y más contratos”, opina.
Carlos Cedeño, su vecino, también se suma a ese criterio debido a la vigencia de uno de los tributos que han sacudido a diferentes ciudadanos. “Me quedé consternado cuando me tocó pagar el impuesto de contribución de mejoras y ¿qué es esto? No debemos tener daños. ¿Ya vio las luminarias dañadas? ¿Cuáles mejoras hablamos?”, cuestiona.

Se sabe que el peor enemigo del asfalto es el agua, y eso se evidencia en los charcos que hoy adornan los “cráteres”, como los ciudadanos vuelven a llamar a los huecos. Un ejemplo de esto sucede en la calle Costanera, en la zona límite de Urdesa con Mapasingue, también conocida como Urdesingue.
Ahí, el sector está activo por los negocios (donde encontrar un parqueo es un verdadero reto), y hay huecos en una intersección importante que ya ha causado daños a los vehículos. Estos están ubicados a una cuadra de la Facultad de Comunicación Social (Facso), lo que complica aún más la situación en una zona de alta actividad comercial, educativa y vehicular.