El islote Palmar es producto de la sedimentación. Tiene 16 hectáreas y tiene biodiversidad.
El islote Palmar es producto de la sedimentación. Tiene 16 hectáreas y tiene biodiversidad.Miguel Canales / Expreso

Especial sobre sequía en Guayas: Los ríos se mueren de sed

La sedimentación y deforestación afectan a la cuenca. El dragado no es la única vía para frenar y remediar el problema. Urge plan integral

La falta de dragado y la deforestación están matando lentamente los ríos. Solo en la cuenca del Guayas, que colinda con al menos ocho provincias, más de uno se está secando. Y las consecuencias de ello han empezado a sentirse.

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El río Guayas, que baña a Guayaquil y otros cantones que integran la provincia, lleva al menos 51 años con tierra acumulada bajo el agua, tal como lo ha publicado en ocasiones anteriores EXPRESO. Los intentos por dragarlo han sido diversos, pero obstáculos contractuales, legales y hasta políticos lo han impedido. El escenario no es alentador.

El promotor cultural Ramón Sonnenholzner, director de la Fundación Garza Roja, el año pasado (por el Bicentenario del Guayas) junto a la Prefectura navegó por los principales afluentes de la provincia. Fueron alrededor de 200 kilómetros y hallaron, según relata a este Diario, que los barrancos al pie de los afluentes Daule y Babahoyo, sobre todo, se ha ido derrumbando más aceleradamente.

“Alrededor de la cuenca del Guayas también pudimos ver que las vegas no están conservadas, al menos no como se hacía antes, con cultivos que permitan sostener las arenas de las vegas o los playones”, advierte.

Los humedales son como los riñones del ser humano y estos en el río están extremadamente secos, o ya no existen. Se han convertido en secadales.

Ramón Sonnen-holzner, presidente de la Fundación Garza Roja 

Sequía en los ríos

No es el único problema. A causa de la deforestación, los humedales se han secado, “están en crisis” y la cantidad de agua que nutre al río es cada vez menor. El escenario se complica debido a la disminución del hielo en las montañas. El flujo del agua en los afluentes también se ha reducido por eso.

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Se ha hablado mucho de dragar para revertir este escenario, pero Sonnenholzner dice que eso sería “solo una solución momentánea”. La visión hidráulica mecánica pura no es la única vía, añade. Se necesita también una política de forestación en el país.

“Lo ideal es que cada agricultor deba forestar un 20 o 30 % del total de sus plantaciones. Hay que devolverle a la tierra un mapa forestal endémico, que permita enriquecer no solo la tierra sino los procesos simbióticos entre los microorganismos y las plantaciones”. Apunta a fortificar la forestación andina. “Bajo esa vieja creencia de que los árboles ayudan a llover, se estimula la lluvia, aumentando el nivel de agua en los ríos”, enfatiza.

De humedal a isla de calorEstudios realizados por la investigadora Natalia Molina confirman que los humedales han sido rellenados a tal punto que solo hay islas de calor, en sectores como Daule, Samborondón, la vía Durán-Tambo y la vía a la costa.

Walter Triviño, analista sénior de Economía Agrícola de la Prefectura, ratifica la importancia de la vegetación. “El fenómeno de ríos secos está directamente ligado a la deforestación, que permite que el sedimento baje hacia esta zona”.

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A propósito, recuerda que el sedimento acumulado en la cuenca no es estático. “Está permanentemente recibiendo material de las cuencas altas y de las precipitaciones excesivas, que desprenden terreno y lo acumulan allí”, un escenario que se hace más grave con el golpe de flujo de marea de la cuenca baja y al que, se ha advertido ya, no ayudan obras civiles como puentes.

El dragado es solo como una aspirina para un cáncer. A largo plazo, la ayuda viene de un proyecto integral de las cuencas, que incluye la reforestación.

Natalia Molina, directora del proyecto Manglares del Ecuador

La cuenca del Guayas tiene una extensión de 32.500 kilómetros cuadrados y posee dos subcuencas, la del Daule y la del Babahoyo. La primera tiene un regulador: la represa Daule-Peripa; la otra no tiene, explica el especialista en Hidrología y exoficial de Marina Pablo Suárez, quien ahora es consultor.

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En torno al tema de la deforestación, da la razón a Sonnenholzner y a Triviño. Explica que cuando hay vegetación en las orillas, las raíces son captadoras de agua, y las estabiliza; pero con la pérdida de cobertura vegetal, el agua se mete en los ramales y comienza a generar humedad en el suelo, fallas en los taludes y taponamiento de los ríos.

Urge un plan integralDe acuerdo con los expertos y autoridades que EXPRESO consultó para este especial, uno de los principales problemas del descuido de la cuenca es la falta de un plan integral y sostenible, que no debe frenarse cuando cambia la autoridad, a fin de no quedar incompleto.

En su labor en la Prefectura, Triviño ha podido hallar cómo en la zona baja del Guayas los sedimentos hacen que se pierdan los cauces. “En Daule, recientemente, en el sector de Los Lojas ciertos brazos de estero se secaron porque la cantidad de sedimentos y de lechuguín que estaba allí impedía el ingreso de agua”.

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Desde la entidad se intenta aplacar estos efectos, que tienen repercusiones negativas en la agricultura, la ganadería y la esencia misma del Guayas, pues se conoce que en gran parte de este sector de la cuenca la navegabilidad se ha visto comprometida.

Héctor Hugo, urbanista y catedrático de la Universidad de Guayaquil, quien ha participado en una serie de foros que se enfocan precisamente en la necesidad de devolverle la vida al río, considera que para evitar que los ríos se sequen resulta indispensable que las provincias trabajen de forma mancomunada.

Si se continúa edificando junto a los ríos y no hay control, será el final. Si un río se seca, a futuro, las afectaciones son severas y múltiples.

Héctor Hugo, urbanista e investigador

Solo en el caso del río Daule, las autoridades de Santo Domingo, Manabí, Los Ríos y Guayas, que se conectan con el afluente, deberían (dice coincidiendo con Sonnenholzner) ejecutar planes macro de forestación. “Las orillas de los ríos se han visto afectadas por los planes urbanísticos que se han hecho y han ido en aumento. Y aunque existe una ley para regular estas situaciones, faltan controles y sanciones”.

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¿Qué hacer? Hugo es enfático al hacer un llamado a que la Superintendencia de Ordenamiento Territorial y el Ministerio de Ambiente realicen los controles necesarios y emitan las multas pertinentes.

A veces, sin embargo, los problemas a nivel de lo público son aún más profundos. El consultor Pablo Suárez recuerda que la ahora fusionada con el Ministerio del Ambiente, Senagua, fue un ente fallido. Y que esa nueva mezcla de responsabilidades tendrá y tiene ya repercusiones.

Necesitamos un estudio. No sabemos cómo está la cuenca del río. Debemos trabajar a nivel nacional, con todas las entidades.

Pablo Suárez, especialista en Hidrografía, exoficial de Marina

“Se necesita es un ente que tenga la capacidad y tome decisiones para ver lo mejor para la cuenca. El agua debe organizarse de forma técnica, independiente e integral. Las cuencas hidrográficas no se manejan por entes reguladores ambientales. Hoy no hay quién controle el tema del agua. Esa es la realidad”, revela.

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Advierte que una prefectura no tiene capacidad de hacerse de esa responsabilidad. “El manejo de las cuencas es un tema estratégico. Si no se hace algo al respecto, esta falta de prevención nos pasará factura”.

Otro miramiento de Suárez gira en torno a los proyectos de obras en los ríos de la cuenca, que se construyen para dar agua cuando hay sequía y evitar inundaciones cuando hay lluvia, los cuales, a su criterio, no están integrados a un estudio completo de la cuenca. “Es como tener un ser humano, ponerle una válvula y alterar el flujo de la sangre”, compara.

Todos estos años ha habido un desastroso manejo de la cuenca. El abandono ha afectado la agricultura y la ganadería.

Walter Triviño, analista sénior de Economía Agrícola de la Prefectura

El también investigador Héctor Hugo advierte además que “de no hacer nada el problema se tornará más complejo, será el final”. Para ser claros. Si un río se seca, no solo cae en picada la actividad agrícola, como advierte Sonnenholzner, sino que se generan problemas con el abastecimiento de agua potable. “La sedimentación colapsaría el sistema sanitario y las aguas servidas que no tienen plantas de tratamiento hasta rebosarían en las mismas alcantarillas”, enumera.

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Sobre el dragado, asegura que el proceso debe hacérselo y pronto, pero aprovechando cada una de las etapas. “El material que se draga puede servir como relleno hidráulico, lo que evitaría la explotación masiva de canteras. Así el 60 % de Babahoyo (en Los Ríos) se fue rellenando y ha sido un éxito. En Guayaquil, en la isla Trinitaria, los sedimentos también fueron del río. Es un ganar-ganar”.

Pero para la docente investigadora Natalia Molina, directora del proyecto Manglares del Ecuador, de la Universidad de Especialidades Espíritu Santo (UEES), más que el dragado, lo que los afluentes necesitan es un manejo integrado de la cuenca del Guayas, lo que implicaría restaurar los bosques de galería, que no son otra cosa que la vegetación que está a los lados de los ríos; y que todos los cantones aledaños a esta cuenca tengan un Plan de Ordenamiento Territorial, pensado en la problemática de la sedimentación.

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Molina, al igual que los otros consultados por este Diario, hace hincapié en que las autoridades no deben permitir más que se rellenen los humedales.

Todos en esta zona han sido afectados, piensa. “El hecho de que no haya ordenamiento territorial en los cantones, no se trabaje en prevención, ni se prioricen los ecosistemas, está creando a largo plazo un panorama de graves desastres. Y los responsables de ello son los municipios. Lamentablemente, los alcaldes no se dan cuenta de que la plusvalía que pueden ganar, no les va a alcanzar para remediar todo el desastre provocado todos estos años por rellanar los humedales y bajar las montañas del bosque seco”, sentencia.

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Molina, quien hace poco precisamente publicó un artículo relacionado a este tema en la revista ambiental y de sostenibilidad Elements by Costecam, da fe de que en Samborondón y Daule, solo por citar dos casos, ya no hay bosques sino únicamente islas de calor.

Para Hugo y Sonnenholzner, otra estrategia que facilitaría el proceso de recuperación de los ríos se centra en darles uso. “Si no les damos utilidad, les seguimos dando la espalda y se siguen perdiendo. Si los usamos para navegar, incluso los sedimentos van desapareciendo del fondo del lecho marino, porque hay un proceso de desazolve natural”, agrega el catedrático.

Infografía sobre la situación de la provincia del Guayas.
Infografía sobre la situación de la provincia del Guayas.Prefectura