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Insignia. El barco pirata Morgan pesa 120 toneladas y fue construido en la ciudad en 2003. En octubre de ese año se iniciaron sus recorridos.Álex Lima

El Guayas, la jaula del Morgan

La aerovía terminó de encerrar el velero, que tampoco puede pasar hacia Santay por las limitaciones del puente basculante

El Morgan, que navega frente al malecón desde el 2003, es un Bergantín Boleta, un tipo de velero, réplica exacta de los que usaban antiguamente los piratas, modelo inspirado en un dibujo inglés. Es el único velero de esa envergadura construido en Guayaquil, por manos ecuatorianas, en los últimos 200 años, asegura su propietario, el argentino Claudio Llanas.

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Hoy, este símbolo se suma a las doce embarcaciones que no pueden transitar más allá de los pilotes del sistema de transporte aerosuspendido aerovía, por tener un mástil que supera los 10 metros.

El administrador de la obra, Camilo Ruiz, indicó a EXPRESO que del piso de la cabina al nivel de más alta marea, habrá 10,7 metros para que puedan circular las naves que de forma representativa y significativa circulan en ese sector: gabarras y remolcadores, sobre todo. Y adelanta que durante el periodo de mantenimiento, en la madrugada, habrá alturas que aumentan, porque las cabinas serán guardadas en el garaje. Allí, la altura aumentaría a casi 30 metros.

Mi barco no es ninguna escenografía, es un barco real. El mástil es real. Si lo saco, dejaría de ser un velero y pasaría a ser una barcaza nada más.


Claudio Llanas,
propietario del Morgan

Las autoridades marítimas conocen esta realidad, asegura Ruiz. Desde mayo de 2019 está la carta del Capitán de Puerto encargado en ese momento, Johnny Correa, donde se especifica que la Marina está de acuerdo con el proyecto. “Ahora mismo estamos trabajando con la Marina en señalizar el río, poner un sistema de monitoreo del tráfico fluvial en la zona de influencia y un remolcador, que fueron las recomendaciones de la Autoridad”.

Con este escenario, sumado al del puente Santay, limitado por un tramo basculante que se atiende solo en determinados momentos del día, el Guayas se convirtió en la “jaula” del Morgan, resume su propietario a este Diario, quien explica que hacia el sur, ya no puede avanzar a la Caraguay, como antes y está limitado, únicamente, a dar dos vueltas en el malecón 2000.

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El Morgan dejó de navegar hacia el puente de la Unidad Nacional a partir de que empezaron a tender los cables de la aerovía. “Me preguntaron cuántos metros tenía de mástil para arriba y eso fue todo. No hubo una gran consulta”, explica. Sin embargo, asegura que le parece muy bien la aerovía y que respeta las decisiones de los gobiernos autónomos.

El Morgan fue inaugurado en octubre de 2003. La Fundación Malecón 2000 respaldó el proyecto turístico. Jaime Nebot estuvo presente en el acto de apertura.

“Sé que no tengo ningún derecho a hacer observaciones, aunque me parece que debieron hacer más alta la aerovía. Con marea alta, están a ocho metros del agua, y eso es muy bajo. Mi velero, por ejemplo, tiene 35 metros y el Buque Escuela Guayas, 50. Por eso y por lo que pasa en Santay, los desfiles navales de julio solo llegarán al Yatch Club”, adelanta.

Consultado al respecto, el gerente de la Autoridad de Tránsito Municipal, Andrés Roche, argumenta que esto no es un tema técnico, sino de bienestar ciudadano. “¿Qué tengo que privilegiar como autoridad? Un elemento decorativo del Morgan o la movilidad de 40.000 personas al día? Yo sí le doy la respuesta, la movilidad”.

El Morgan puede navegar sin el mástil. Se nueve por motor, no por vela. La movilidad de 40.000 personas al día rebasa lo técnico. Eso se privilegió.

Andrés Roche,
gerente de la Autoridad de Tránsito

Roche dice que el Morgan puede navegar sin el mástil, porque se mueve por motor, no por vela, y asegura que la aerovía no ha condenado, ni dificultado, ni terminará la navegabilidad del río. “El Buque Escuela no circula por allí, y el Morgan tiene un mástil decorativo, puede seguir circulando si lo saca”.

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Llanas, que insiste en no tener intención de polemizar y asegura que está agradecido con el Municipio por permitirle navegar en el Guayas desde 2003, año en que construyó con una inversión de $ 800.000, asegura que su velero no es decorativo.

“Mi barco está totalmente apto para ponerle velas, pero en el río Guayas no se puede navegar a velas, no hay suficiente viento como para que mueva las 120 toneladas que pesa el Morgan. Acá no tenemos ni medio kilómetro de viento y este barco, para moverse, por lo menos necesita de quince kilómetros por hora”.

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El Morgan. La embarcación es visitada cada semana por decenas de turistas locales y extranjeros.Archivo

Sobre lo de retirar el mástil, discrepa. El mástil es real. Si lo saco, dejaría de ser un velero y pasaría a ser una barcaza nada más. “El Morgan sin mástiles sería como tener un terno, pero sin la camisa, ni la corbata, ni el saco, solo el pantalón. No sería mi barco, sería otra cosa”.

Fernando Mancero, historiador experto en astilleros y activista por la navegabilidad en Guayaquil, lamenta que la ciudad opte por renunciar para siempre a la navegación fluvial en ese tramo del río, tanto por el puente como por la aerovía. De esta última, observa, no solo el gálibo, sino los pilares, representan un peligro, porque el río parece manso, pero no lo es, y esa obra siempre presentará un acopio de pericia extra para quien decida navegar.

“Ese sector se ha convertido en un lago prácticamente”, concluye y dice que es oportuno visibilizar el problema, para que no se repita con proyectos venideros.

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Hecho. El hecho de que no se drague la sedimentación desde hace 50 años, ha bloqueado el paso a algunas embarcaciones.Archivo

En septiembre de 2019, EXPRESO recordó que el río Guayas es ahora un afluente que solo es útil para navíos de bajo calado, porque la sedimentación, que no se draga hace casi medio siglo, ha bloqueado el paso a este tipo de transportes.

El arquitecto considera que para avanzar la construcción de la aerovía se debió tomar en cuenta la población afectada.

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Son 8 millones de metros cúbicos de sedimentos acumulados en el lecho los que aportaron al fin de una historia portuaria, de la que Guayaquil espera de nuevo enaltecerse con el Puerto de Aguas Profundas de Posorja.

El tramo del malecón es uno de los más críticos. Allí aún se ven navegando al Morgan y al Cacique Tumbalá, que también ofrece paseos por el Guayas desde hace unos siete años.

Este Diario contó entonces que en el tramo que va de Durán a Santay, navegan sin problemas embarcaciones hasta de dos metros de calado.