Puná
En Puná, el riesgo de inundarse por la subida del nivel del mar es inminente.CHRISTIAN VINUEZA

El mar reclama terreno: estas proyecciones ponen en alerta a la costa ecuatoriana

Investigadores advierten el nivel de las aguas podría subir hasta 76 cm para 2100. Hundimiento del suelo agrava el panorama

Entre los tantos riesgos de no prestar atención al cambio climático está hundirse, literalmente, como en la leyenda de Venecia. La lógica es clara: si aumenta el nivel del mar, las ciudades costeras quedarán anegadas. La pregunta ya no es si ocurrirá, sino cuándo y cómo

Un portal web que visualiza una catástrofe

La visita a Ecuador de Dan Rizza, director del Programa sobre el Aumento del Nivel del Mar de Climate Central, dejó una estela de imágenes tan claras como alarmantes: con las proyecciones actuales, partes de la costa ecuatoriana tienen los días contados sobre la superficie. Su herramienta digital (climatecentral.org), de acceso público, no es una obra de ciencia ficción. Es un mapa interactivo que, al ajustar variables como el año y el nivel de contaminación, muestra en rojo las zonas que quedarían bajo el agua. Su estimación predeterminada es una subida de tres metros.

Climate
Zonas en riesgo en 2100, según el portal web https://app.climatecentral.org/CAPTURA DE PANTALLA
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En una de sus ponencias, Rizza no dudó en señalar puntos críticos para el país en ese escenario: el puerto de Guayaquil y la Base Naval, dos pilares comerciales y de defensa, aparecen como vulnerables. Lo mismo ocurre con Salinas, en Santa Elena, y con la isla Puná, donde habría inundaciones en las próximas décadas por el simple efecto del aumento del mar, sin contar siquiera las lluvias.

Son escenarios que obligan a mirar el futuro, pero la ciencia local advierte que la realidad es aún más compleja. “Hay que contextualizar”, señala Jonathan Cedeño, oceanógrafo e investigador de la Escuela Superior Politécnica del Litoral (Espol). Sostiene que hablar de una subida de tres metros, como se ha mencionado en algunos escenarios a largo plazo, puede ser “exagerado” si no se consideran los datos más probables del Panel Intergubernamental del Cambio Climático (IPCC).

GUAYAQUIL DESDE ELRIO (15130847)
Guayaquil es una ciudad portuaria a nivel del mar.,ALEX LIMA

¿Cuánto podría realmente subir el nivel del mar en Ecuador?

Según un escenario intermedio y plausible,  para el año 2100 el mar podría elevarse entre 44 y 76 centímetros; una cifra menor, pero con consecuencias igualmente graves.

A esta ecuación, su colega María del Pilar Cornejo, docente investigadora de la Espol, añade un factor determinante: el suelo que pisamos no es estático. “Tenemos la placa oceánica, que se mete debajo de la placa continental y la empuja hacia arriba”, explica.

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Más factores de riesgo 

Este fenómeno tectónico no es uniforme y provoca que algunas partes de la costa se eleven, mientras otras, como Guayaquil, podrían estar hundiéndose. “No podemos elucubrar. Lo que sí podemos decir es que va a haber un impacto y que debemos hacer el estudio para realizar un análisis de riesgo diferenciado por cada sector”, sentencia Cornejo. Un estudio que, subraya, el Estado debería financiar.

Para ella, incluso, existe una amenaza más inmediata que el aumento progresivo del nivel del mar: el oleaje erosivo. Las tormentas cada vez más frecuentes en el Pacífico Norte generan olas destructivas que golpean la costa, un riesgo agravado por las construcciones ilegales que invaden la línea de playa. “Si usted va por la provincia de Santa Elena, la gente ha construido sobre la zona de playa”, manifiesta Cornejo, quien recuerda que se emitió una prohibición al respecto en el año 2011.

MANGLE INVASOR (14023706)
Un mangle 'exótico' que crece en la Isla Santay. Protege de inundaciones.FRANCISCO FLORES

El manglar, nuestro principal aliado

En medio de este panorama de riesgos complejos (subida del mar, hundimiento del suelo y oleajes destructivos), Guayaquil y la costa ecuatoriana cuentan con un aliado vital: el manglar. Como ha insistido EXPRESO en varias de sus publicaciones, este ecosistema no es un simple adorno paisajístico, sino una barrera de protección fundamental. Jonathan Cedeño lo define como una “especie de piscina o depósito” que amortigua el agua que ingresa desde el estuario, protegiendo a ciudades como Guayaquil de las inundaciones

Cornejo coincide con ese análisis. Destaca que mantener los manglares en la entrada del golfo sirve como una barrera de protección natural. Conservarlos y reforestarlos es una de las medidas de adaptación más eficientes y urgentes.

Porque el cambio climático ya es una realidad palpable. Cedeño recuerda uno de sus indicadores más potentes: la pérdida de glaciares andinos. En los años 90, Ecuador tenía 92 kilómetros cuadrados de glaciares, pero para 2021 solo quedaban 45. Esa agua que se derrite termina, tarde o temprano, en el mar.

¿Quiénes son los responsables de tomar acciones preventivas?

La adaptación no es una opción, es una obligación. Cornejo es enfática al señalar la responsabilidad directa de las autoridades: “Los GAD (municipios) deberían ser los primeros en analizar qué pasa con el aumento del nivel del mar en sus territorios o en financiar esos estudios”. Recuerda que tienen el deber, por ley, de incluir en sus Planes de Desarrollo y Ordenamiento Territorial (PDOT) un mapa de los riesgos que enfrentan. Sin embargo, la brecha entre la norma y la acción es evidente. “La inversión del Gobierno Nacional en investigación es muy, muy baja”, lamenta, en un contexto en el que el primer paso debe ser identificar los “puntos calientes”.

Ignorar las crisis climáticas eventuales es irresponsable, y los expertos citan como buen ejemplo un evento al otro lado del Pacífico. “Tuvalu, en la Polinesia, ya se convirtió en el primer país del mundo en organizar una evacuación planificada de toda su población”, menciona Cedeño. Ante un hundimiento inevitable, firmó un tratado para que sus 11.000 habitantes puedan migrar a Australia. No es un pronóstico, sino el presente: la cuestión recae en si se actúa o se deja que el agua nos llegue al cuello.

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