
Dos UPC abandonadas en Urdesa Norte agudizan la inseguridad
A solo 500 metros de distancia, unidades policiales permanecen cerradas. Residentes alertan sobre el aumento de delincuencia
Apenas medio kilometro separa dos Unidades de Policía Comunitaria UPC totalmente abandonadas en Urdesa Norte: el de la calle 26 y 1er callejón 13, y el ubicado en la misma calle 26 y callejón 15. Ambas llevan meses cerradas, sin mantenimiento ni presencia policial, pese a que se encuentran en un sector donde la inseguridad ha ido en constante aumento. En junio de este año, diario EXPRESO ya había revelado que otras UPC del mismo perímetro también estaban inutilizadas, cubiertas de maleza o convertidos en estacionamientos, y que los vecinos advertían que la falta de operatividad de estas estructuras dejaba al barrio sin puntos de vigilancias esenciales. Siete meses después, el panorama sigue intacto. El miedo, sin embargo, en el entorno es mayor.
Los residentes de Urdesa Norte coinciden en que el abandono de las dos unidades han profundizado en su sensación de vulnerabilidad. Felipe Rendon, señala que la delincuencia ''ha aumentado un 200 % con robos a pie, en moto y asaltos en vehículos en diferentes horarios''. Las edificaciones policiales, asegura, lucen ''abandonadas, descuidadas y ni siquiera limpias'', convertidas en parqueaderos nocturnos y en ''casas deshabitadas con muy mal aspecto durante el día y noche'', explica.
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Jairo Mendoza, dueño de un local en el sector, añade que aunque las UPC existen físicamente, ''ya no hay suficientes policías'' y las rondas se han reducido a ''una vez al día''. Para él y los otros comerciantes del entorno, la zona se siente ''vacía'' y sin resguardo ante una delincuencia ''bastante avanzada''. Así mismo, el ciudadano José Villegas describe un escenario aun mas critico: unidades ''borradas a la deriva y llenas de basura'', cerradas incluso cuando los vecinos piden auxilio. Pese a los intentos de organización comunitaria, afirma que no han visto ''ningún resultado, nada positivo'' ante la falta de respuesta oficial de las autoridades encargadas.

El capitán Iván Pérez, jefe del circuito de Urdesa, reconoce que ambas UPC permanecen cerradas por la ''falta de personal policial'', pero asegura que el cierre es ''momentáneo''. Explica que la Policía ha priorizado una ''reacción en masa'' basada en análisis delictual, concentrándose en horarios y zonas donde se cometen mas delitos. Pese a la inoperatividad de las estructuras, afirma que el personal ''se mantiene en estos sectores laborando las 24 horas del día'' para evitar que los moradores queden desprotegidos.
Sobre las alarmas comunitarias y los mecanismos creados por los vecinos, Pérez, sostiene que la iniciativa ''será respaldada'' por la Policía Nacional y que se acompañara con orientación sobre protocolos de activación y trabajo conjuntos entre las autoridades, directiva barriles y Policía Comunitaria, pues dice que la comunidad ''también forma parte de la seguridad ciudadana
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Para los residente de Urdesa Norte, el deterioro de las dos UPC es un símbolo de abandono institucional; para la Policía, una consecuencia de la falta de personal y la necesidad de redistribuir recursos para responder a delitos en horas criticas.
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Tania Morales
Mientras los residentes organizan sus propios mecanismos de alerta y la autoridad asegura que el cierre es temporal y que el patrullaje se mantiene, el sector de Urdesa Norte sigue enfrentando la inseguridad con estructuras policiales inutilizadas a pocos metros de distancia. La reactivación de estas unidades, por ahora, depende de cuando se disponga personal suficiente para reabrirlas y devolverles la función para la que fueron construidas.
“Yo solo quiero sentirme segura en mi vecindario, como lo hacía antes. Aquí nacieron mis abuelos, vivieron mis padres y ahora yo. Amo Urdesa y quiero verla viva y segura. Las UPC son necesarias para lograrlo, pero también urge más actividades: más parques vivos, callejones llenos de murales, iluminación que invite a caminar. Quiero vivir en un barrio que me haga sentir que soy parte de él y no alguien ajena, que tiene que resguardarse por temor”, señaló Camila Alvarado, residente.
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