
Seis carros alegóricos y un Malecón encendido: Guayaquil celebró a lo grande
Más de 500 artistas, comparsas y carros alegóricos llenaron el Malecón de vida y color en la celebración por las fiestas
Guayaquil volvió a brillar este sábado 26 de julio. El Malecón Simón Bolívar se convirtió en un río de gente, música y colores para celebrar los 490 años de la ciudad. Desde antes de las tres de la tarde, familias enteras llegaban cargadas de emoción, buscando un buen lugar para mirar el desfile “Guayas Vive”, que se celebra por segunda ocasión y se ha convertido en uno de los eventos esperados de las fiestas julianas.
El calor no detuvo a nadie. Bajo el sol intenso, la gente se acomodaba en las aceras, compraba churros, grosellas, algodón de azúcar y sombrillas. En el aire, sonaban los tambores y las trompetas. Y cuando apareció el primer carro alegórico, el Malecón explotó en aplausos.
"Es como si estuviera en un carnaval. Esa bulla, esa forma de gritar tan nuestra, es lo que más me gusta de mi ciudad. Y que la extraño... La delincuencia nos ha puesto en pausa, ha cambiado nuestras rutinas. Sin embargo, encuentros como estos, donde todos compartimos el mismo entretenimiento y felicidad, me recuerdan que el guayaquileño es un ser feliz. Mire tanto color y tanta música. Hoy la gente lo que quiere es compartir", señaló Nathalia Loayza, guayaquileña de 47 años, que llegó desde La Pradera para ver el acto que no dejó de fotografiar.
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Seis carros alegóricos que contaron historias
Eran seis carros alegóricos, cada uno un espectáculo en sí mismo. El primero, encabezado por la prefecta Marcela Aguiñaga, mostraba una casa campestre y una plantación bananera. Luego vinieron los demás: Sabores de la Perla, Paraíso Vivo, Raíces y tradiciones del Puerto, Destino de Luz, El Mapa Vivo del Agro Guayasense y Fuerza en Marcha. Cada uno deslumbraba con detalles que contaban la historia y la esencia del Guayas: iguanas gigantes, flores, frutas, símbolos del agro, y hasta un enorme plato de encebollado que arrancó sonrisas y selfies.
"Que viva el encebollado, lo más rico de Guayaquil. Que vivan nuestras raíces, las manos que lo elaboran, que viva nuestra gastronomía", se escuchó decir a Vanessa Reina, guayaquileña de 58 años, que había llegado al lugar desde Sauces 4 para ser testigo del recorrido.

Un Malecón convertido en carnaval
Detrás, la música no paraba. Más de 500 artistas le dieron vida al desfile. Según datos oficiales, hubo 15 academias de danza, grupos folclóricos nacionales y hasta delegaciones internacionales que pusieron su toque de color. Bailarines con trajes brillantes, comparsas con pasos de cumbia y salsa, e incluso coreografías que representaban a maestros, ingenieros y trabajadores de obra, con chalecos y cascos, bailando bajo el ritmo tropical. El público no se quedaba quieto: niños, jóvenes y adultos mayores se sumaban al movimiento, aplaudiendo y gritando cada vez que pasaba una comparsa.
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Entre la multitud estaba Jacky Artiega, quien viajó desde Salinas con su familia solo para vivir la fiesta. “Aquí estudié, aquí conocí a mi esposo, Guayaquil es mi segundo hogar”, dijo mientras grababa el desfile con su celular. “Hoy he visto un centro vivo, lleno de arte, música y colores. Esta es la ciudad que me fascina”.
A su lado, Karina Rosero, de Urdesa, sonreía. “He visto niños y adultos mayores danzar al son de los tambores. Ojalá que la fiesta nunca se apague. Guayaquil merece tener días buenos, porque aquí hay gente linda, pese a todo. Pese a la violencia y a los sustos que nos peguemos, Guayaquil tiene gente maravillosa. Hermanos, amigos de verdad”, comentó emocionada.

El desfile comenzó en Tomás Martínez y terminó en Colón, pero la energía no se apagó ahí. Cada grupo, al pasar por la tribuna principal, ubicada frente a la Prefectura, desplegaba coreografías llenas de saltos y piruetas que arrancaban ovaciones. Y cuando cayó la tarde, la celebración se movió hacia la calle Panamá, donde la fiesta continuó con música y luces hasta la noche.
La fiesta siguió en la calle Panamá
En este lugar, las familias y turistas locales y extranjeros buscaban qué comer. "Quiero ceviche y un postre tradicional. Me he propuesto vivir las fiestas como se debe. Vivo en Cuenca, pero soy guayaquileña. Reconozco que he dejado de venir por la inseguridad que siento... Pero al estar aquí, entre tanta gente y al ver la alegría de todos, me contagié de felicidad. Ahora estoy ya pensando en que me regresaré el domingo. Y no quiero. Esta tierrita linda, tierra santa, es amada. Lo tiene todo", aseguró a EXPRESO Doménica Vélez, de 32 años; mientras caminaba por esta calle que ayer se llenó no solo de banderas sino de música guayaquieña y que retumbó hasta la tradicional calle Loja y el sector de Las Peñas.
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