
Barrios que aún laten: el civismo que resiste en Guayaquil
En sectores de Guayaquil como Garay, Centenario y Orellana los vecinos intentan reactivar la vida comunitaria
Xavier Zurita y Gustavo Chico revisaban la lista de niños inscritos en una actividad cultural organizada en el barrio Garay, en el oeste de Guayaquil. Ambos forman parte del Comité Pro Mejoras del sector y, el pasado viernes 11, afinaban los últimos detalles del desfile cívico previsto para el sábado 19, en conmemoración del proceso fundacional de la urbe porteña.
Sentados junto a una picantería ubicada en las calles Ismael Pérez Pazmiño, entre Sucre y Colón, los líderes comunitarios ordenaban los listados en una mesa, acompañados de varios moradores del sector. Una bandera celeste y blanca colgaba junto a ellos, como símbolo y testigo de este encuentro vecinal.
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En Guayaquil hay sectores donde la llama cívica parece haberse extinguido. Barrios que hicieron grande a la ciudad y en los que hoy se añoran aquellos viejos buenos tiempos.
Y esa llama cívica se ha apagado no porque la ciudad haya perdido valor, sino por los cambios sociales que la han sacudido durante décadas. El crecimiento desordenado y la inseguridad son parte de esas causas, factores que han llevado a muchos ciudadanos a mudarse de barrio, de ciudadela o incluso de cantón.
Actividades como las que organizan los vecinos del barrio Garay intentan rescatar ese civismo que caracterizó a los guayaquileños durante décadas. “Nací en este barrio, he crecido en este barrio y sigo viviendo aquí. En los tiempos de niñez, de juventud, se compartía esta clase de eventos y lo he tratado de mantener, recordando aquellos tiempos”, rememoró Zurita.
El desfile en el barrio Garay suele congregar a estudiantes de unidades educativas ubicadas en otras zonas de Guayaquil; incluso llegan habitantes de otros cantones para el festejo.
“Antes de las actividades que nosotros vamos a hacer, ya nos comienzan a llamar de diferentes sectores: ‘¿Cuándo es el desfile? ¿Cuándo es el evento?’. Eso nos motiva a seguir ligados en esto como dirigentes comunitarios”, sostuvo Zurita.
Barrio del Centenario: ¿Podrá recuperar su brillo?
Si avanzamos hacia el sur, una zona que ha perdido su brillo es el Barrio del Centenario. Algunos de sus imponentes inmuebles hoy están vacíos, con carteles de alquiler y venta. Sus calles lucen desoladas y muy oscuras por las noches. Es una zona clave en la historia porteña que busca una nueva oportunidad para revivir ese espíritu comunitario que la caracterizó el siglo pasado.
El cronista Aurelio Paredes, habitante del Centenario y celador de su historia, recordó que entre las décadas de 1970 y 1990 la vida de barrio era muy activa.
Había un cine, fuentes de soda; incluso uno de los primeros centros comerciales de la ciudad, Sud América, se fundó en esa zona. Los chicos soñaban con ser grandes deportistas jugando en las calles, mientras las galladas se reunían en las esquinas a pasar el rato.
“Creo que por las situaciones generacionales y del modernismo actual va a ser muy difícil que el barrio vuelva a ser el mismo de antes. Sí se podrá tener organización en cuanto a mejoras urbanísticas, quizás mejoras sociales, pero jamás el barrio volverá a ser lo que fue: un lugar en que todos nos conocíamos, en que todos éramos amigos”, reflexionó.

Actualmente, se formalizó un comité entre residentes del Centenario que busca recuperar la identidad del barrio. Juan Acosta Pérez, su presidente, comentó que ya se han realizado actividades como la peatonalización de calles para aprovechar el espacio público.
También se han unido los vecinos a través de un chat comunitario para reportar anomalías en sus cuadras. A futuro, se plantean buscar la declaración de barrio patrimonial, como primer paso para rescatar al Centenario.
Barrio Orellana: quienes se quedaron intentan recuperarlo
En el centro de la ciudad, el barrio Orellana se ha caracterizado por sus frondosos árboles en la calle Luis Vernaza, un hermoso espectáculo visual en medio de la zona urbana porteña. Décadas atrás, fue también símbolo de la unión vecinal.
Había al menos una decena de galladas, como la del Obelisco, a la que pertenece Carlos Rodríguez. Él contó que de este barrio salieron grandes políticos nacionales, así como deportistas.
Aurelio Paredes
Con los años, esa vida de barrio fue disminuyendo. La ciudad creció y las calles se llenaron de vehículos. Muchos residentes se fueron, pero quienes se quedaron siguen luchando por sacar adelante a su comunidad.
“Yo creo que los barrios como este son fáciles de recuperar. Pero hay que cambiar la mentalidad de la gente. Por ejemplo, hay villas que se pueden ocupar para que la gente retorne”, manifestó Rodríguez.
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La unión de los vecinos del barrio Orellana sigue dando frutos, como la recuperación de un parque en la calle Luis Vernaza.
Aurelio Paredes reflexionó que el verdadero ADN de Guayaquil han sido siempre sus barrios. Aunque en algunas zonas aún persiste ese espíritu comunitario y cívico, cada vez son menos los espacios donde se lo percibe con fuerza.
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