
Cardenal Cabrera: “El sínodo no terminó en documentos, sino en acciones”
El encuentro convocó a laicos, sacerdotes y obispos para responder a los desafíos de pobreza, violencia y corrupción.
Después de 27 años, la Iglesia de Guayaquil vivió nuevamente un Sínodo Arquidiocesano que reunió a laicos, religiosos, diáconos, sacerdotes y obispos en un proceso de discernimiento y oración. Durante cuatro días se dialogó sobre cómo renovar la fe y responder a los desafíos de una ciudad marcada por la pobreza, la violencia, la corrupción y la exclusión. El resultado fue un conjunto de compromisos pastorales y sociales que buscan transformar la vida parroquial y el acompañamiento en barrios, hospitales y comunidades vulnerables.
El cardenal habla con EXPRESO sobre el trabajo de la iglesia
Para el cardenal Luis Cabrera Herrera, arzobispo de Guayaquil, este evento tiene un profundo significado pastoral. “El sínodo busca generar diálogo, reflexión y colaboración entre la Iglesia y la sociedad, en el espíritu de una Iglesia más participativa y misionera, abierta a la diversidad de dones y carismas”, detalló a EXPRESO.
Recordó que desde julio del año anterior hasta mayo de este año se desarrolló una primera fase de preparación, en la que distintas vocaciones respondieron un cuestionario base, y que en la segunda fase, ya en agosto, se consolidaron las principales decisiones: dignificar los sacramentos, fortalecer la misión evangelizadora y atender pastoralmente a los más vulnerables.

El prelado señaló a este Diario que ahora comienza la etapa más importante: la implementación. “No basta con que las conclusiones queden en documentos: es necesario traducirlas en planes concretos que lleguen a cada parroquia, comunidad y movimiento”, afirmó.
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Para ello se reforzarán los consejos pastorales y económicos, donde la voz de los laicos tendrá mayor protagonismo. También se priorizarán las acciones de formación, celebración y servicio en los barrios más necesitados, fomentando redes de solidaridad en colegios, comunidades religiosas y movimientos laicales.
Acuerdos de trabajo al servicio comunitario y a la comunión con Dios
Uno de los consensos del sínodo fue revitalizar la piedad popular y cuidar la celebración de los sacramentos como verdaderos encuentros con Dios.
Cabrera lo expresó con claridad: “Cada sacramento es un encuentro con el Dios vivo; por eso debemos cuidar las palabras, los gestos y las expresiones culturales legítimas que ayuden a comprender mejor el misterio”. De igual manera, se destacó la importancia de que sacerdotes y diáconos vivan con sencillez y cercanía, siendo signos de unidad y esperanza en las familias.
Más allá de la vida interna de la Iglesia, las resoluciones miran a la realidad social de Guayaquil. Los participantes asumieron compromisos concretos: acompañar a enfermos, migrantes, mujeres víctimas de violencia y niños en situación de vulnerabilidad; estar presentes en hospitales y barrios; y ser voz profética frente a la corrupción y la violencia.
El cardenal lo resumió en una frase final que refleja el espíritu del sínodo: “No podemos separar estas presencias: es el mismo Señor quien nos invita a adorarlo en el sagrario y a servirlo en los pobres”.

Con estas orientaciones, la Iglesia guayaquileña inicia una etapa de acción que busca conjugar gratitud por el pasado, compromiso con el presente y esperanza en el futuro. Como enfatizó Cabrera a EXPRESO, la misión confiada por Cristo solo puede cumplirse en comunión y participación, iluminando con esperanza a una ciudad que tanto necesita signos de paz y misericordia