Ya no es más la vía apagada, botada y vacía. Ahora la avenida del Rotarismo, en Urdesa, vuelve a ser vista por los guayaquileños como una opción de distracción; y para los residentes, una zona colorida donde se puede encontrar prácticamente de todo. El barrio ha vuelto a ser barrio, piensan.

Desde hace unos tres meses la arteria, que conecta a la Víctor Emilio Estrada con la avenida Isaac Cabezas, ha tenido un importante incremento de negocios, que se han convertido en el punto de encuentro del vecindario. “Hemos vuelto a la calle, a tomarnos un café, a caminar por la tarde o incluso a salir con la familia a dar un paseo, para terminar cenando en la zona”, comenta Junior Zamora, morador urdesino que asegura que años atrás la zona había muerto. “Estaba apagada, había unas cuantas oficinas, pero no tenía vida. Ahora tenemos cafeterías, restaurantes y uno que otro bar que nos sirve de distracción no solo a nosotros, sino a todos los guayaquileños que empiezan a ver esta zona como una buena opción para distraerse”.

Para la residente Elena Sánchez, la llegada de algunos comercios la ha animado a redescubrir el entorno. “Vemos nuevos edificios, gente que se saluda; veo y siento seguridad. La avenida sigue siendo residencial, pero sin duda estos comercios nos han devuelto algo que creíamos perdido”, dice Sánchez, una de las primeras moradoras del sector.

Ella lleva más de 55 años en esa zona y ha sido testigo de la transformación que ha tenido. La de ahora, agrega, es a su juicio la mejor. La más necesaria, comenta.

EXPRESO realizó varios recorridos en distintos horarios y constató que durante prácticamente todo el día se ve a gente caminando. En la mañana, por ejemplo, los establecimientos Biscuits y Masamadre son muy concurridos. “Esta es la zona perfecta para desayunar, hay varias opciones y lo mejor es que hemos sentido seguridad, algo que se ha vuelto complicado de hallar en Guayaquil. Que    lindo es ir por un café, una bebida en tu cuadra”, destaca Andrés Chumo, uno de los visitantes.

En el lugar hay también locales que venden mariscos, pastelerías y los que ofertan desayunos clásicos, además de una cadena local de supermercados que ha logrado que la ciudadanía no tenga que sacar su carro para ir a comprar.

Zamora cuenta que el escenario actual nada tiene que ver con el de hace unos meses. “Urdesa siempre ha sido movida, pero en este punto no pasaba nada. Ahora nos sentimos incluidos. Hasta ganas me dan de ir a comer o a ‘picar’ cada día en un rincón distinto”.

El residente Jaime Vinueza, propietario de la cervecería guayaquileña Bajamar, uno de los sitios más visitados en la avenida, relata cómo esta ha venido mejorando notablemente este año. “Desde julio, cuando este edificio funcional en el que está nuestro negocio se reactivó, las personas se han animado a vivir. Ahora hay empresarios que ven el área como un imán para crecer y eso es positivo”.

Por la tarde, restaurantes como Di María suelen llenarse de clientes, entre ellos los residentes, sobre todo grupos de amigas, y oficinistas que laboran en las empresas levantadas en la arteria, reconoce la propietaria del lugar, Diana Fernández, que se alegra del resurgimiento de la avenida.

“Hola, don Cevallos”, dice un guardia de seguridad, mientras con la mano levantada saluda a un adulto mayor que camina junto a tres personas. “Sacamos a mi ‘viejo’ a tomar un poco de aire. Comemos algo rico y volvemos a casa. Todo bien en la zona. Me alegro de volver a poder hacer esto de nuevo”, expresa Gino Cevallos, hijo del adulto mayor, a quien todos en la cuadra conocen. “Él prácticamente es fundador de la zona, ahora es de poco hablar, pero siempre saluda y saluda”, explica entre risas.

La familia Cevallos se detiene un momento y comparte con EXPRESO sus vivencias en la zona. “Antes estas calles eran    más anchas y llenas de tierra. Poco a poco fueron mejorando y ahora tenemos parterres, plantas y comercio. Esto nos agrada a los residentes viejos”, manifiesta Luis Cevallos, quien vive en la avenida del Rotarismo desde hace cuatro décadas y aplaude el hecho de no tener que sacar más el carro.

“Esto podría ser fácilmente como un centro, pero uno bien puesto, quizás como el centro de Cuenca. Un espacio lleno de vida, cafeterías, boutiques, iglesias; pero a la vez un sitio ordenado, urbana y vialmente, donde el tráfico no te moleste, ni tampoco el ruido. Si se planifica bien, esto se puede lograr en esta calle y otras transversales. Qué bonito sería, siempre que se respete al residente y haya negocios que mejoren su convivencia y cubran sus necesidades”, piensa Pily Barreto, quien tiene 30 años viviendo en la zona y ahora no se moviliza a otros lados para celebrar su cumpleaños o el de los miembros de su familia.

“No tengo necesidad. Las opciones están creciendo. Ya ni para ir al súper saco el auto y eso es lo que más me emociona, porque me ahorro el estrés y temor    de parar en cada semáforo”, reconoce.