Show en vivo. La cantante Abby Lara inauguró las noches de jazz en Diva Nicotina el pasado jueves.
Show en vivo. La cantante Abby Lara inauguró las noches de jazz en Diva Nicotina el pasado jueves.Jimmy Negrete / Expreso

Guayaquil: El arte local renace y se adapta a la pandemia

El primer concierto de Diva Nicotina coincidió con el lanzamiento del libro de Ángela Arboleda.  Las actividades culturales encienden la esperanza

El bar tiene puerta de madera, mesas de madera y escenario de madera. La luz es baja, entre rojos y azules. Hay música encendida en el volumen exacto en que se deja fluir la conversación.

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El bar está aquí, en el escalón 10 del cerro Santa Ana, desde hace 18 años, pero nadie se ha subido al escenario en los últimos 12 meses, hasta hoy, jueves 25 de marzo de 2021, un año después de que la pandemia pasó factura a Guayaquil.

El bar es Diva Nicotina. Los instrumentos musicales esperan en las tablas esta noche el jazz de Abby Lara, la cantante que libera del silencio de las restricciones pandémicas a este escenario.

Ambiente. El cerro Santa Ana intenta levantarse tras un año de restricciones que dejan al sector del entretenimiento nocturno sumido en una crisis.
Ambiente. El cerro Santa Ana intenta levantarse tras un año de restricciones que dejan al sector del entretenimiento nocturno sumido en una crisis.Jimmy Negrete / Expreso

En Diva hay nostalgia. Nostalgia del fantasma de la euforia del público que vio, en vivo, al argentino Nito Mestre, a RoCola Bacalao, de Quito, o que llegó a algunas tocadas de Los Corrientes, Cabaré, Ganjah Roots o Luis Rueda. Nostalgia de los poemas de La Buseta y de la cultura en general, que ha debido reinventarse para volver a fluir, en pandemia.

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Diva, la Diva de Guayaquil, la que perdió a su fundador, Eduardo Jurado, por la COVID-19 en enero de este año, regresa con paso firme, dispuesta a recuperar espacio en el entretenimiento, “con todas las medidas de bioseguridad”.

Diva, la que el año pasado, cuando se callaron los conciertos y se fue a pique el negocio del entretenimiento nocturno, casi fallece también.

No hay gente afuera del bar, como otrora. Son las 21:00 y la vida ha cambiado en el cerro. Eso no resta la magia a esta noche. Hace dos horas, en el auditorio del MAAC, a menos de 300 metros de aquí, el lanzamiento del libro ‘Tuétano’, de la cuentista y escritora Ángela Arboleda, se alzaba entre los hechos que entregan esperanza a la escena cultural de la ciudad.

El lugar donde se realizan los trabajos ya tenía una regeneración previa y había recibido mantenimiento en la anterior Alcaldía.

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Es como si todo el luto sufrido por una Guayaquil que no ha terminado de llorar a sus muertos caídos en pandemia intenta reivindicarse con la gente que vive en este lugar, epicentro del dolor, devolviendo un poco de la vida que nos fue quitada a través del arte, con la obra de Arboleda, con su perfomance dancístico, con la vitrola que hizo sonar, con el jazz de Diva. Poco a poco, con mascarilla y distanciamiento, pero con la convicción de que el silencio no puede volver a reinar en esta urbe.

Ya lo dijo Solange Rodríguez, la escritora guayaquileña de ‘Tinta sangre’ y otras obras, en pleno lanzamiento de ‘Tuétano’: “Hemos estado trece meses encerrados. Es bueno ver a las caras de la cultura local otra vez. Era necesario”.

Claro que era necesario. “Los músicos y los artistas de diferentes disciplinas son los más golpeados de esta emergencia sanitaria. Los bares, al menos, pueden reinventarse, apostar por la comida. ¿Pero los músicos?”. Habla Liliana Rendón, propietaria de Diva, sentada en una de las añejas mesas de madera del bar, mientras dos ayudantes pasan la carta a quienes llegan a ver la primera noche de jazz en vivo de 2021.

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La reactivación no ha sido fácil, confiesa. Cuando en mayo Guayaquil pasó a amarillo, Diva tuvo que promocionar hasta caldo de salchicha a domicilio. Y en el último trimestre de 2020, cuando una Guayaquil tímida empezaba a abrir comercios nocturnos, solo como restobares, hubo alivio, pero los conciertos, que tanto han marcado su imagen, no estaban permitidos todavía.

Fue después de muchas conversaciones con las autoridades que se llegó a un acuerdo de respetar el aforo en el escenario y el bar se atrevió a lanzar otra vez sus noches de jazz, una marca de Diva Nicotina. “Es necesario reabrir espacios para la cultura. No solo en Diva, también en toda la ciudad. Es parte de Guayaquil y no la podemos dejar de lado”, dice Liliana Rendón.

A los músicos locales les emociona el regreso. “Diva es un eje, un punto de encuentro, donde se juntan diferentes generaciones de exponentes del arte y la cultura de la ciudad. Su ubicación, que es perfecta por ser una de las zonas más visitadas por los turistas, hace que este local también sea una excelente vitrina artística, donde los visitantes pueden conocer las propuestas locales”, comenta a EXPRESO Moncho Villacreses, vocalista de GOE.

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Abby ya subió al escenario. Un viento, una guitarra, distancia prudente. Luz verde al show. Y Diva ha despertado. Las mesas se dividen por grupos de amigos. Comen y beben, ríen y escuchan. En los murales artísticos se refleja la luz baja, entre rojos y azules. El ritmo del jazz la noche del primer concierto de 2021.

“Hacía falta esto. Shows en vivo. Los músicos necesitamos trabajar. Y la ciudad disfruta de los shows”, opina Abby, emocionada, el día en que el arte local renace en Guayaquil.

Con la pandemia se entiende, pero con un aforo que se respeta se deben dejar de lado las limitaciones. La ciudad y sus artistas necesitan espacios para la cultura.

Liliana Rendón, propietaria de Diva Nicotina.