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Duele más cuando es atacado o perjudicado el ego, allí aumentan los deseos de venganza.Archivo Shutterstock

La venganza nunca es buena...

La represalia es destructiva. Puede afectar su salud física y mental. Deshágase de ella y no pretenda justificarla ni disfrazarla de justicia.

El mundo inició el año con una impresionante noticia: la muerte del alto mando militar iraní Qasem Soleimani, por parte del gobierno estadounidense. El suceso ha vuelto tensa la relación entre ambos países, a tal punto que Alí Jamenei, líder supremo de Irán, manifestó que a esta nación le espera una severa venganza. Declaraciones ante las cuales el mandatario estadounidense ha respondido con más amenazas.

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Sin embargo, no hay que ir tan lejos y juzgar a Trump o Jamenei, pues la venganza no solo se asoma en la política, está en escenarios más comunes, como en la infidelidad dentro de una pareja, la aplicación de un memo injustificado en el trabajo o cuando un profesor quiere dejar de año a un alumno universitario que pidió recalificación de una nota.Es más, sus actores también pueden ser niños, víctimas de bullying, o adolescentes que se sienten incomprendidos.

Es que la venganza es propia del ser humano. ¿O va a negar que en algún momento de su vida quiso desquitarse de alguien? Haga memoria...

Para la psicóloga Elizabeth Rodríguez, la venganza es una acción post-sentimiento, que se deriva del enojo y la frustración. “Es natural responsabilizar a otras personas de lo que nosotros estamos sintiendo. Queremos ‘compartir’ el malestar con el otro, para que ‘entienda’ lo que estamos pasando. Nos duele más cuando es atacado o perjudicado el ego, allí aumentan los deseos de venganza”, explica la experta en salud mental. Unos solo la albergan, pero hay quienes van hacia la ejecución. Ambas formas son destructivas.

Pero sepa usted que quien se venga desperdicia su tiempo, esfuerzo, energía y concentración al ‘planificar el ataque’. Pierde él y la otra persona. Por eso es muy cierta la frase del filósofo chino Confucio: “Antes de empezar un viaje de venganza cava dos tumbas”.

Al ser humano le cuesta aceptar la derrota, siempre quiere ganar, y es correcto tener ese deseo de triunfo y victoria; pero “cuando este se transforma en un sentimiento de frustración mal manejado, y no hemos aprendido a ser resilientes ante la pérdida de un trabajo, pareja, etc., este se irá convirtiendo en un sentimiento destructivo personal y social”, anota la psicóloga Esther Alarcón. 

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Causas internas y externas

Existen dos factores que podrían desarrollar este comportamiento dañino. El interno que está relacionado a la carencia de amor: hacia Dios, a sí mismo y al prójimo. El externo que significa estar expuesto a ambientes de rechazo, con todo tipo de violencia (física, sexual, psicológica, institucional o laboral), indica Alarcón, quien afirma que una persona que permanece en esta clase de entornos tiende a experimentar aumento de sus deseos de desquite.

Sir Francis Bacon cuenta con una frase para ello: “Una persona que quiere venganza guarda sus heridas abiertas”.

¿Qué hacer cuando sienta esos deseos?

  • Tranquilícese. Con mente fría se puede ver con más claridad.
  • Reconozca e identifique lo que está sintiendo, y analice que lo que pasó pudo darse por varios motivos, accidentalmente, que no fue premeditado.
  • Haga ejercicios respiratorios para nutrir sus neuronas de oxígeno, así libera la tensión que causan los sentimientos negativos.
  • Desarrolle habilidades de comunicación asertivas, mediante cursos o talleres. Asista a reuniones terapéuticas que le ayuden a trabajar en conflictos no resueltos y aplicar la empatía. 

Consumimos lo que sentimos

La venganza es uno de los temas recurrentes de Hollywood. No faltan los filmes en los que el personaje principal busca aplicar la justicia por su propia mano.

Un ejemplo de ello es la cinta ganadora del Óscar en 2016 ‘El renacido’, protagonizada por Leonardo DiCaprio, quien intenta vengarse de sus compañeros que lo abandonaron herido en el bosque, luego del ataque de un oso.

“Estos recursos son comúnmente empleados por el consumismo, y la industria cinematográfica expone las debilidades humanas, que atraen público debido a que consumimos lo que sentimos, lo que somos y nos representa. Están latentes en nuestro psiquismo”, puntualiza la psicóloga Susana Álvarez Liberio. 

Consecuencias amenazantes

Aunque no lo crea, todo sentimiento negativo enraizado trae como consecuencia diversas enfermedades: el odio trae complicaciones hepáticas, el resentimiento afecta a los huesos, la tristeza al corazón, expresa la doctora Mónica Quimí.

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Arturo Panduro Cerda, galeno y jefe del Servicio de Biología Molecular en Medicina del Hospital Civil Fray Antonio Alcalde (México), aseguró que hay un sentimiento que tiene un impacto significativo entre los factores asociados al cáncer: el rencor.

El resentimiento con el tiempo produce depresión, la cual trae cambios drásticos en el sistema inmunológico. Las afecciones cardíacas y estomacales son las más comunes. Asimismo nos vuelve vulnerables a inflamaciones o infecciones, reveló el portal Vix.com.

Todavía se sigue investigando la conexión entre las emociones negativas y el cáncer.

Alarcón sostiene que la venganza hace que aparezcan sustancias químicas perjudiciales para el buen funcionamiento de órganos y sistemas. “Las afecciones generadas por emociones o sentimientos negativos mal manejados son el cáncer, gastritis, col itis e hipertensión. En el 85 % de las enfermedades, su origen es emocional, por eso es necesaria la aplicación adecuada de una educación emocional”.

Hay un conocido y querido personaje que sin ser médico difundía una gran verdad. El Chavo del 8, ese pequeño huérfano (quien tenía ‘motivos’ para ‘desquitarse’ de la sociedad por no tener padres), es quien otorga a sus seguidores un valioso consejo:“La venganza nunca es buena, mata el alma y la envenena”. Cuánta sabiduría.

Existen dos factores que podrían desarrollar este comportamiento dañino. El interno que está relacionado a la carencia de amor: hacia Dios, a sí mismo y al prójimo. El externo que significa estar expuesto a ambientes de rechazo, con todo tipo de violencia.

Esther Alarcón, psicóloga