
Prevenir antes que operar: un llamado urgente desde la medicina
Expertos impulsan una cultura médica basada en la prevención y el diagnóstico temprano.
Aunque parezca ilógico, en Ecuador y en muchos países de la región aún se observa una fuerte tendencia a acudir al médico cuando los síntomas ya son insoportables o la enfermedad ha avanzado. Para la doctora Gabriela Pico Loor, cirujana general, no se trata de negligencia voluntaria, sino de una mezcla de factores sociales, culturales y personales que empujan a los pacientes a postergar su bienestar.
“Yo no creo que la gente quiera tener complicaciones graves, pero muchos se confían de lo que dice el amigo, el vecino, o lo que vieron en internet. Entonces, cuando sienten dolor abdominal, por ejemplo, piensan que es estrés o algo pasajero, y lo dejan pasar”, comenta con firmeza. Esta actitud, señala, puede derivar en escenarios de alto riesgo que pudieron evitarse con una simple consulta a tiempo.
El miedo al diagn´óstico puede ser un obstáculo
Uno de los principales obstáculos que enfrentan los pacientes es el miedo. “He escuchado muchas veces: ‘Doctora, no vine antes porque me daba miedo operarme’. Y lo que yo siempre les respondo es que el miedo debe ser a las complicaciones, no a la cirugía”, asegura Pico.
Si bien toda intervención conlleva un riesgo, las cirugías programadas tienen márgenes de seguridad muy altos. En cambio, cuando se deja que el problema crezca o se cronifique, las soluciones se vuelven más invasivas, costosas y peligrosas. A eso se suma el factor económico: en ocasiones, las personas priorizan otras necesidades o gastos antes que su salud. “Es más fácil gastar en un televisor que en un procedimiento que puede salvarte la vida”, lamenta la cirujana.
La clave está, entonces, en fomentar una verdadera cultura de prevención. Pico insiste en que el rol de los médicos no debe limitarse al tratamiento, sino también a la educación constante de sus pacientes. “Desde mi consulta y desde las aulas, siempre hablo de prevención. Enseño a mis estudiantes a identificar síntomas, a entender cuándo hay que acudir al médico, a no ignorar las señales del cuerpo”, afirma.
Este enfoque educativo debe replicarse en todos los niveles: en casa, en los colegios, en espacios comunitarios. La prevención no es una tarea exclusiva del Estado o del sistema de salud, es una responsabilidad compartida que empieza desde lo más cotidiano.
El poder de las redes sociales para prevenir enfermedades
En este esfuerzo, las redes sociales pueden jugar un papel fundamental. En una época donde los contenidos virales influyen en la forma de alimentarse, de ejercitarse o incluso de autoevaluarse emocionalmente, la doctora considera que los profesionales de la salud deben aprovechar esos canales para brindar información clara, sencilla y confiable.
“Así como usamos redes para compartir recetas o rutinas de ejercicio, también debemos usarlas para enseñar a prevenir enfermedades. Yo, por ejemplo, subo contenido con síntomas de alerta, explicaciones breves y consejos médicos para el día a día”, sostiene. Esta estrategia ha demostrado ser efectiva, sobre todo con audiencias jóvenes o con poco acceso a centros médicos.
Además de promover la prevención de enfermedades quirúrgicas, la especialista también destaca la importancia del control médico en condiciones crónicas. “Hay enfermedades como la hipertensión arterial que no se pueden prevenir del todo, pero sí se pueden controlar. Nadie debería morir hoy por una hipertensión mal tratada”, subraya.
Por eso, enfatiza que la medicina debe evolucionar hacia una atención más proactiva que reactiva. Esto implica no solo detectar enfermedades, sino evitar que aparezcan, frenarlas en etapas tempranas o acompañar al paciente en un tratamiento integral y personalizado.