
Eva Paliouras, la jinete peruana de 17 años que empodera mujeres andinas
Con 17 años, la peruana que puede llegar a convertirse en la más joven en unos Juegos Bolivarianos, empodera a mujeres
La jinete peruana de 17 años Eva Paliouras, quien podría convertirse esta temporada en la competidora más joven en la historia de los Juegos Bolivarianos, compagina su carrera deportiva con una Organización No Gubernamental (ONG) que ayuda a la capacitación de mujeres andinas analfabetas o en situación de pobreza y maltrato, todo para que “tengan algo propio y un propósito en la vida”, explica con un brillo especial en los ojos.
‘Bonnets of hope’ lleva por nombre la ONG de la deportista que comercia entre jinetes una especie de gorro para caballos de competición que los protege de los ruidos y son elaborados por mujeres tejedoras peruanas.
Paliouras, nacida en Lima (Perú) y radicada en Estados Unidos, subraya que en muchas zonas rurales del país andino “el machismo es ciento por ciento prominente” y que a estas mujeres sus familias “no las han dejado ir al colegio” porque consideran que deben “quedarse en casa, tener hijos y cuidarlos”.
“Les cortan las alas y eso a mí me rompe el corazón”, lamenta al explicar que su proyecto les ofrece un ingreso propio y la posibilidad de salir de entornos abusivos.
El inicio de toda la historia de Eva Paliouras
Paliouras empezó con la iniciativa a los 13 años, tras romperse la pelvis en una caída, y sin tener la menor idea de tejer. Fue su abuela quien le enseñó las técnicas tradicionales luego de lo cual empezaron a crear prototipos de ‘bonnets’, unos gorros que permiten que los caballos no se asusten o distraigan en las carreras.
La jinete recuerda que desde que tiene uso de razón viajaba con su madre, también peruana, a la ciudad de Carhuaz, situada al norte de Lima, entre la Cordillera Blanca y la Cordillera Negra, para ayudar a las mujeres de la organización ‘Tejiendo esperanza’, con la que ahora colabora con su propio proyecto.
“Ellas nunca en su vida habían visto lo que es un bonnet, eso no existe en los Andes”, donde ven a los caballos y los burros como animales de trabajo, por lo que “cuando les conté la idea, solo de pensar que esos gorritos eran para los caballos, se morían de la risa, creían que era ridículo”, cuenta.
Actualmente su proyecto cuenta ya con el respaldo de destacados deportistas olímpicos, como Alonso Valdez, el único jinete peruano en la historia que ha logrado participar en unos Juegos Olímpicos, en los de Río 2016.
Paliouras y el sueño olímpico

Eva confiesa que sería un sueño representar a su país en las olimpiadas, sin embargo ahora está concentrada en la XX edición de los Juegos Bolivarianos, que comenzarán el 22 de noviembre, donde espera confirmar su lugar en el equipo tras aparecer en la lista de preseleccionados: “Tengo confianza de que sí voy a estar, pero la decisión final no es hasta septiembre”, augura.
Si lo consigue será la jinete más joven en la historia de esta competición que este año tendrá lugar en Lima, algo que para ella sería un momento inolvidable: “Se me pone la piel de gallina solo de pensarlo. No solo sería representar a mi país, sino hacerlo en mi casa, con todos mis amigos y familia apoyándome”.
En el deporte, Palourias empezó a montar a los 7 años, cuando su abuela la llevó a clase tras ver su entusiasmo por la serie ‘My little pony’, pese a que su padre era alérgico a los caballos.
Durante la pandemia, su familia se mudó de Lima a Miami, y luego a Wellington, una ciudad al norte de Miami que la joven describió como “el Disney World para las niñas ecuestres”: “Mis padres me apoyan en todas las competiciones y han aprendido a apreciar este deporte que para mí es todo”.
Aunque vive en Estados Unidos, no olvida sus orígenes, y siempre que puede visita a las mujeres de Carhuaz, de quienes ha aprendido “perseverancia, colaboración y humildad”.
Una realidad muy distinta a la del mundo ecuestre, el cual describió como una “burbuja”, “muy elitista”, donde “es muy fácil olvidarte de cómo es el mundo exterior”.
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Cable a tierra
Trabajar con las mujeres de los Andes le ayuda a “no perder el sentido de lo que es la vida real” y “te muestra lo afortunado que eres y qué tanto deberías apreciar la vida que tienes”.
Más allá de las grandes competiciones, su sueño es representar a Suramérica en un deporte en el que muchas veces ella es la única extranjera: “hay mucha gente que no sabe cómo sentirse cuando en la lista de los resultados la única bandera diferente está encima de la suya”.
“No todo tiene que ver con el lugar de donde eres, de donde vienes o qué idioma hablas. Simplemente el que está más determinado y dispuesto a trabajar lo puede conseguir”, concluyó.
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