
Pantallas: la nueva adicción que preocupa a padres y expertos
El consumo compulsivo de pantallas se parece al tabaquismo del pasado y afecta a niños y adultos por igual
En los años sesenta, los doctores hacían publicidades para las marcas de cigarrillos. Actualmente, fumar es la causa confirmada de un sinnúmero de enfermedades. Es tan nocivo que está prohibido incluso en espacios abiertos, pues es injusto y no ético que las consecuencias de quienes eligen conscientemente consumir tabaco afecten a quienes se abstienen de hacerlo.
El consumo de contenido digital comienza a parecerse ominosamente al tabaquismo del siglo pasado. Un mundo ciegamente volcado hacia lo digital, sin que todavía se conozcan bien los efectos a largo plazo de esta más que evidente conducta adictiva. Y lo que es más, su uso no solo afecta a quien está frente a las pantallas, sino también a quienes están alrededor.
Hay frustración entre los padres por no saber cómo proteger a sus hijos de esta tendencia compulsiva de digitalizar la vida. Estudios empiezan a confirmar que la exposición excesiva a las pantallas antes de los tres años complica el desarrollo de la adquisición del lenguaje, de la lectura y del pensamiento lógico.
También se ha podido corroborar que, cada vez que se repite la triste noticia de jóvenes que cometen actos violentos, aparece como factor frecuente del aislamiento patológico que los precede.
Controlar el contenido al que se exponen es una medida válida, aunque limitada, pues no apunta al problema de fondo: la compulsividad con que todos, adultos, niños y jóvenes, nos exponemos a las pantallas.
El ejemplo de los adultos marca la pauta
Los niños se forman con el ejemplo del mundo que los rodea. Si los adultos pasan gran parte de su tiempo en una pantalla, sobre todo en los espacios reservados para la familia, como el propio hogar, crecerán en un ambiente donde las pantallas no solo serán normales, sino algo deseable y atrayente. Estamos aún lejos de un mundo en el que se vete su utilización como medida de salud pública.
Sin embargo, está al alcance de cada adulto determinar la importancia que tiene el mundo digital en su entorno familiar. Así como aceptamos que los cigarrillos deben restringirse a un espacio en que no hagan daño a terceros, debemos ahora decidir cuáles serán los espacios libres #de pantallas, para proteger a niños y adolescentes de las consecuencias que aún no están preparados para afrontar por su cuenta.
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