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El apego por parte de los padres hacia los hijos o viceversa es un factor común.Archivo Shutterstock

Sepa qué hacer si su hijo no quiere dormir solo

A partir de los tres años pueden salir del dormitorio de sus padres. De no hacerlo, su maduración, desarrollo social e independencia son afectados.

Llega la noche e Isabella dentro de sus oraciones ruega que todavía no la saquen del cuarto de sus padres, con quienes ha dormido desde que nació. Como la mayoría de los casos, ella ingresó a ese sitio por ser bebé y su habitación pasó a ser una bodega olvidada.

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Ahora que tiene cinco años, sus padres quieren cortar con este hábito, porque sabe que con el tiempo esto perjudicará al desarrollo de su niña. Pero les está costando, porque ella llora y les dice que sin sus abrazos no puede dormir.

Es común que este tipo de situaciones se presenten por los miedos y la ansiedad que los menores sienten al alejarse de sus padres. Aunque igual influye otro factor, el apego de los progenitores, quienes pueden generar la problemática porque dejan que el tiempo de permanencia del hijo se extienda, explica Génesis Crespín, madre, maestra y máster en Psicología Educativa.

¿A qué edad deben dormir en su cuarto? Desde los tres años están listos, pues ya tienen control de sus esfínteres y ciertos criterios de autonomía.

“No es malo que ellos duerman algunas noches con sus padres, siempre y cuando no sea una costumbre, ya que si mantienen ese hábito, perjudican su maduración, independencia, desarrollo social y les genera timidez”.

¿Cuándo y a cuál especialista acudir? Primero, los padres deben explicarle y darle su tiempo, pero si muestra demasiada resistencia, hace berrinches y escándalos, llévelo a un psicólogo clínico y al pediatra para que puedan indagar en el problema y tratarlo.

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¿Qué sí?

  • Motiva al niño. Explícale que si duerme en su habitación tendrá más espacio y estará más a gusto.Que entienda que este lugar es suyo y podrá decidir cómo será su propio ‘reino’.
  • Ubica una lámpara o algo que alumbre la habitación, esto para que se familiarice con la oscuridad, pero con el tiempo quítala para que tenga un buen descanso.
  • Coloca en el dormitorio del menor un baúl de juguetes, así él se alegrará porque puede manipularlos antes de dormir.
  • Prémialo por lograrlo y que los reconocimientos sean aplausos, abrazos o darle algo comestible que le guste (galletas, gelatinas, etc.). Haga un tablero y coloque una estrella por cada día que ha alcanzado el objetivo. Combine tanto los premios emocionales como los tangibles.

¿Qué no?

  • Mostrar tristeza en la adaptación o invitarlo otra vez a su cuarto.
  • Ignorar acciones que él hace, gritar y llorar hasta consolarse solo y dormirse. Es traumático. Acompáñelo hasta que tenga sueño.
  • Permitir que el niño interfiera en su intimidad.
  • Dejar que duerma mucho tiempo en las tardes.