
Macambo, yuca y más: Los sabores de la Amazonía con Canopy Bridge
Canopy Bridge une el conocimiento ancestral con la innovación gastronómica para dar nueva vida a los productos amazónicos
En el corazón de la Amazonía ecuatoriana, entre la espesura de la selva y el conocimiento ancestral de las comunidades indígenas, nació una iniciativa que ha cambiado la forma en la que se ve y se consume los productos amazónicos: Canopy Bridge. Más que una marca, es un puente —como su nombre lo indica— que conecta los saberes tradicionales de las chacras amazónicas con la innovación gastronómica y los mercados urbanos. Detrás de esta visión están Marta Echavarría y Jacob Olander, su esposo, quienes hace casi 30 años fundaron una empresa dedicada a promover negocios ambientales, convencidos de que valorar económicamente la biodiversidad es clave para su conservación.
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El camino no fue fácil. En los años 90, hablar de medio ambiente en el sector privado era casi una amenaza. Sin embargo, la pasión por demostrar que el valor del bosque va mucho más allá de la madera los llevó a crear proyectos pioneros, desde la exportación de mariposas vivas, hasta la participación en mercados de carbono y la protección de fuentes de agua. Todo esto desembocó en Canopy Bridge, una plataforma que desde hace ocho años conecta a pequeños productores de alimentos amazónicos con mercados internacionales, y que poco a poco fue abriéndose camino hasta convertirse en una marca que desarrolla productos únicos inspirados en las chacras amazónicas “Las chacras son sistemas agroforestales increíbles, llenos de diversidad y manejados principalmente por mujeres indígenas. Ahí conviven cultivos alimenticios, árboles frutales, plantas medicinales y un conocimiento ancestral que es parte fundamental de la conservación”, destaca Marta.
Sabor, cultura y conservación en cada bocado
Más allá de la innovación, Canopy Bridge es un modelo de comercio ético y circular. “Cada vez que alguien compra uno de nuestros productos, está apoyando directamente a más de 500 familias, el 90% de ellas lideradas por mujeres”, comenta Marta. Este modelo, que garantiza compras sostenidas a lo largo del tiempo, busca evitar los temidos ciclos de bonanza y caída que tanto afectan a los pequeños productores. La visión es clara: valorar la diversidad del bosque sin homogeneizar, mientras se rescata sabores, técnicas y saberes ancestrales, y con esto poder abrir puertas a mercados nacionales e internacionales.
Además, en su sede de Archidona, cuentan con una sala de catas, donde los visitantes pueden sumergirse en una experiencia sensorial única, probando directamente los sabores de la Amazonía y entender la historia detrás de cada producto. Ellos no solo ofrecen alimentos, sino una invitación a repensar nuestra relación con la naturaleza
Canopy Bridge: entre el macambo y el yogur de yuca
En las comunidades indígenas amazónicas, las chacras son mucho más que parcelas de cultivo. Son farmacias, mercados y despensas vivientes, donde conviven árboles, hierbas y cultivos de corto ciclo como la yuca. Esta biodiversidad es el alma de Canopy Bridge, que trabaja directamente con comunidades Kichwa, Shuar, Siekopai, entre otras, junto a ellas rescatan ingredientes poco conocidos y dándoles un giro innovador. Uno de los grandes protagonistas de esta historia es el macambo, una semilla amazónica emparentada con el cacao, que durante generaciones creció en las chacras casi olvidada, y que ahora es la estrella de productos como snacks tostados, macambo cubierto de chocolate y hasta barras de chocolate blanco elaboradas con la misma semilla. “El macambo es increíble porque, además de ser nutritivo y delicioso, cuenta una historia”, comenta Marta.
El macambo es apenas el comienzo. En su laboratorio de innovación gastronómica en Archidona, el equipo de Canopy Bridge experimenta constantemente con ingredientes locales, crean productos únicos como el yogur de yuca, un fermento natural sin lácteos, perfecto para veganos y personas intolerantes a la lactosa. Inspirado en la tradicional chicha amazónica, este yogur aprovecha los azúcares naturales de la yuca y se convierte en un producto dulce y cremoso, sin necesidad de añadir azúcar. “Nos encanta experimentar con lo que la Amazonía nos da. La yuca es un ingrediente básico en la alimentación amazónica y convertirla en un yogur vegano y sin lactosa es una forma de mostrar su versatilidad y de poner en valor los saberes tradicionales”, añade Marta.
A esto se suman productos como la granola amazónica, que combina sabores de la selva con ingredientes nutritivos y sostenibles.
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