Psicología
El acompañamiento de los padres durante la terapia infantil es crucial. No se trata solo de llevar al niño al psicólogo, sino de asumir una responsabilidad activa.Canva

¿Llevas a tu hijo al psicólogo? Esto deberías saber

Más allá de llevar a los hijos al psicólogo, los padres deben asumir un rol responsable en el proceso terapéutico

La infancia y la adolescencia son etapas especialmente sensibles, en las que las emociones, los cambios y las experiencias pueden resultar abrumadores. En estos contextos, la figura de los padres cobra un valor terapéutico clave. 

Así lo asegura el psicólogo clínico Jordy Briones, quien recalca que el rol de los progenitores no debe limitarse a coordinar citas o llevar al niño a consulta. “El lugar del padre es el de representar un soporte simbólico y emocional. Es hacer un lugar en medio de la situación que vive el infante”, afirma.

Según Briones, los niños y adolescentes que enfrentan situaciones como un duelo, un problema conductual o una crisis emocional no cuentan aún con las herramientas simbólicas para comprender lo que están viviendo. 

“Van al psicólogo, saben que algo no está bien, pero no siempre entienden qué les ocurre ni por qué. Allí es donde los padres deben estar presentes, no solo físicamente, sino emocional y psicológicamente”, recalca.

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Muchos de los motivos por los que un menor acude a terapia están enraizados en la dinámica familiar. Y es justamente allí donde los padres deben asumir un papel activo. 

“Es indispensable que se responsabilicen, que comprendan que la problemática puede estar también en el entorno familiar. Si no hay una implicación real de su parte, es muy probable que la terapia no genere los efectos deseados”, sostiene el especialista.

Briones enfatiza que no se trata de buscar culpables, sino de asumir responsabilidades compartidas. Por ejemplo, en casos de separación conyugal, lo importante no es la estructura familiar tradicional, sino la función que cada padre o madre cumple. “Más allá de si los padres están juntos o separados, su presencia emocional sigue siendo fundamental. Deben estar ahí, acompañar, preguntar, escuchar y, sobre todo, aprender”, explica.

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Ese aprendizaje incluye reconocer que la salud mental del hijo no es un proceso aislado. Al contrario, involucra cambios y mejoras a nivel familiar. “A veces, son necesarias transformaciones en los patrones de comunicación, en los límites que se establecen, en la forma en que se valida emocionalmente al niño. Todo eso es parte del trabajo terapéutico”, dice Briones.

Cuando los padres se desvinculan del proceso o piensan que todo está en manos del terapeuta, la terapia corre el riesgo de convertirse en un esfuerzo solitario e insuficiente. “El niño puede avanzar en consulta, pero si vuelve a una casa donde las dinámicas negativas siguen igual, no hay progreso real”, advierte.

Por eso, el llamado de Briones es claro: los padres deben implicarse desde el inicio y mantenerse presentes durante todo el proceso. Acompañar, responsabilizarse y transformarse junto a su hijo. Solo así la terapia puede tener un impacto verdadero, duradero y liberador para toda la familia.

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