Gastro Ecuador Tía Loca
La comida ecuatoriana es variada como las opiniones de cómo servirlaTeddy Cabrera

Las peleas gastronómicas: cuando un plato divide más que la política

En este país no se puede hablar de comida sin activar una guerra civil culinaria, son batallas que ni la ONU resuelve

Antes de empezar, déjenme decirles que Ecuador posee un buffet multisabor impresionante. Aquí uno desayuna bolón mixto costeño, almuerza hornado serrano y cena un maito amazónico envuelto en hoja de plátano. Somos una nación que se sostiene con ají -del que pica- que se une con el aroma del refrito -con achiote- y que se perdona las ofensas con pan de yuca y cafecito.

La comida es nuestro idioma, nuestro abrazo y, sobre todo, nuestro campo de batalla favorito. Porque si algo sabemos hacer, además de comer rico, es pelear por quién lo hace mejor.

Yo opino: peleen, pero con la barriga llena, que la reconciliación siempre llega con el segundo plato… o con el postre.

Y ahora sí, pónganse el delantal emocional que vamos a empezar a servir.

tia loca

Sobrevivir a un vuelo no es solo llegar al destino

Leer más

Seco: ¿con papas o sin papas?

En mis años mozos de periodismo clásico -cuando estudiar comunicación no tenía 38 versiones híbridas, creativas y con enfoque en “storytelling emocional”- y estudiaba en la universidad más uff de la capital, entre exámenes y cafés aguados, alguna vez me ofrecieron un seco de pollo estilo andino, con sus papitas metidas como infiltradas de intercambio cultural.

¡No, mijitas! El seco no lleva papas. No las pongan ahí como si hubieran caído en paracaídas, víctimas de un accidente gourmet. Eso sí, el buen seco de pollo viene con su Chimborazo de arroz amarillo y sus tajadas de maduro frito que brillan como sol costeño. Eso es todo. No más distracciones.

A lo sumo, una ensaladita mal parqueada en la esquina del plato para hacer presencia, aunque todas sabemos que terminará a un lado porque “ay, es que ya no me entra”. Háganme caso y no me hagan enojar, que en esta pelea salen perdiendo.

Ceviche de chochos: una prueba migratoria

Aquí me pongo seria… lo que me dure, claro. Cuando emigré -porque sí, mijitas, también caí en la fantasía de buscar “mejores días”, pero aquí cerquita y en el mismo idioma- la nostalgia me jugó una mala pasada. Una amiga, toda orgullosa, me invitó a probar lo que juraba era la maravilla culinaria del siglo: ceviche de chochos.

Yo, ingenua, pensé: “Si es ceviche, debe ser rico”. Ay, bendita inocencia. Que me perdone el #TeamChochos, pero una vez fue suficiente. Lo respeto, lo saludo desde la distancia… y ahí quedó nuestra relación gastronómica.

Porque sí, queridas, para mí el ceviche se respeta: debe llevar proteína del mar, de ese Pacífico que nos da orgullo, bronceado y las Galápagos (aunque los chinos se lleven la pesca, pero ese es otro drama).

Encebollado: ¿con canguil o con chifle?

¡Ay, santo Dios del limón exprimido! Esto sí es pelea de campeonato nacional. EL #TeamCanguil dirá que “da crocante, absorbe el caldito y aporta elegancia”, mientras que el #TeamChifle proclama que “es tradición, es identidad y es resistencia cultural”.

Yo, sinceramente, aquí declaro empate técnico, porque ambos me encantan y la elección se me hace dificilísima. Es como escoger entre dos playlists que te hipnotizan: una te anima, la otra te acompaña… y terminas escuchando las dos por igual.

Veredicto final

El país puede dividirse por provincias, equipos de fútbol y hasta por candidatos… pero nada, absolutamente nada, divide más que un plato típico. Y miren que aquí apenas he tocado la superficie, hijas queridas. Porque si me pongo a dar más detalles, no acabamos nunca.

Así que este cierre no es un adiós, sino un “espérenme sentadas con copa en mano”. Porque Ecuador tiene tantas maravillas gastronómicas que una sola columna no alcanza… ni con doble ración de maní salado. Prepárense, que aquí el drama culinario no se acaba; solo cambia de plato.

¿Quieres acceder a todo el contenido de calidad sin límites? ¡SUSCRÍBETE AQUÍ!